Irak

Drones, la nueva amenaza del Estado Islámico

Los yihadistas ya los han utilizado con éxito en Irak y Siria, y tienen orden de hacerlo en próximos atentados. La facilidad de su adquisición y uso los convierte en un arma letal y difícil de neutralizar en estadios y grandes concentraciones.

Drones, la nueva amenaza del Estado Islámico
Drones, la nueva amenaza del Estado Islámicolarazon

Los yihadistas ya los han utilizado con éxito en Irak y Siria, y tienen orden de hacerlo en próximos atentados. La facilidad de su adquisición y uso los convierte en un arma letal y difícil de neutralizar en estadios y grandes concentraciones.

Los drones y los UAV (pequeños aviones construidos con materiales de aeromodelismo) cargados de explosivos constituyen una de las armas que el Estado Islámico podría utilizar en el futuro próximo en sus atentados en Occidente, en concreto contra lo que llaman «objetivos blandos», los centrados en grandes concentraciones humanas, según han informado a LA RAZÓN fuentes antiterroristas.

Vídeos de la citada banda criminal acreditan que los yihadistas han logrado perfeccionar el uso de este tipo de artilugios, que utilizan tanto para convertirlos en bombas como para lanzar desde ellos artefactos cargados con el potente explosivo casero TATP (peróxido de acetona). Aunque los terroristas también los emplean como aparatos de filmación que siguen a los coches bomba contra sus objetivos y graban con fines publicitarios el momento de la detonación.

Tanto en lo que se refiere al ingenio volador como a los componentes del explosivo, el problema, según las citadas fuentes, reside en que su adquisición, incluso por internet, está totalmente abierto a quienes quieran comprarlos. Los drones y los UAV, hasta un cierto peso y capacidad, se pueden comprar libremente, por lo que, para su utilización con fines delictivos, no hay que recurrir al complicado y siempre peligroso mercado negro de armas. Tampoco exige ninguna infraestructura u organización para pasar por las fronteras cualquier tipo de elemento susceptible de ser utilizado en atentados.

Al mismo tiempo resulta chocante para las mismas fuentes la facilidad con que en los países occidenteales se pone en manos de los potenciales terroristas yihadistas una serie de aparatos y productos con los que pueden causar decenas de muertes y destrucción de una manera tan simple. Además, a estos dispositivos se les pueden dotar de unos aparatos en los que les señalan las coordenadas del objetivo (un estadio deportivo por ejemplo) y hacia allí se dirige la «bomba volante» sin que el terrorista tenga que estar presente en las inmediaciones para dirigir el dron. Una facilidad más, ya que dicha presencia podría ser detectada por las Fuerzas de Seguridad, que de esta manera abortarían con más facilidad el plan criminal.

Por ello, las fuentes consultadas recomiendan que a la mayor brevedad se adopten las medidas necesarias para prevenir esta amenaza, tanto en el plano pasivo (sistemas destinados a detectar su presencia en zonas que se consideren posibles objetivos) como activo, con la asignación a las Fuerzas de Seguridad y Armadas de los medios para su inmediata destrucción. Aunque, insisten, es necesaria una regulación absolutamente restrictiva de la venta y uso de drones y UAV, porque la alerta no es nueva. En 2015, se produjo la primera señal de atención en torno a esta amenaza cuando fueron detectados varios drones sobrevolando diferentes centrales nucleares francesas. Probablemente, quien estaba detrás de esta operación buscaba sólo información, ya que la carga que pudiera transportar el ingenio difícilmente afectaría a la instalación, pero no dejaba de ser el aviso de un peligro futuro.

Posteriormente, a mediados del año pasado, se supo que el Estado Islámico había encargado a una de sus células, que pudo ser neutralizada, que atentara con estos artilugios cargados de explosivos contra los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro. En los estadios y otras instalaciones estaban los «objetivos blandos», las grandes concentraciones de personas, a las que se pretende atacar.

A primeros de octubre del año pasado, dos soldados kurdos, los conocidos como «peshmergas», resultaron muertos y varios militares franceses heridos cuando trataron de recoger un dron utilizado por el Estado Islámico que habían derribado con sus fusiles de asalto. Como hasta ese momento este tipo de aparatos habían sido usados en labores de observación, no adoptaron medidas de seguridad y el dron, sin embargo, estalló provocando la carnicería. Después se supo que había sido el propio «califa» del estado Islámico, Abu Bark al Bagdhadi, el que había dado la orden para la utilización de drones y UAV como un arma más contra los «cruzados infieles».

Durante la batalla para la reconquista final de Mosul fue descubierto un taller en el que, entre otras cosas, se incorporaban explosivos a drones y UAV. Se trata de artefactos de pequeño tamaño pero cuya capacidad para causar bajas o destrucción depende del material con que estén fabricadas las bombas.

Vídeos

En los vídeos, algunas de cuyas imágenes se reproducen en estas mismas páginas, se pueden ver varios ataques con bombas desde drones, en concreto contra una barcaza de las que se utilizan para cruzar ríos de una orilla a otra y que suelen ir cargadas de vehículos y sus pasajeros. La bomba impacta y, al llegar a la orilla, los pasajeros huyen despavoridos en todas direcciones. En otra filmación, se observa a tres «muyahidines» (soldados) que ponen en marcha un UAV y logran que despegue, se supone que con una carga explosiva, contra algún objetivo que no debe estar muy alejado ya que el aparato es manejado por radiocontrol.

Aunque las grabaciones más frecuentes realizadas desde drones son las que el Estado Islámico dedica a los individuos que se van a suicidar con coches bomba. Primero, a los que lo permiten ya que otros cubren su cara con un pañuelo, les hacen una pequeña entrevista y después les van siguiendo desde el cielo hasta que llegan a su objetivo y detonan la carga. En todo momento, un círculo rojo marca por dónde va el coche o el camión y de él sale una flecha hasta un cuadrado en el que, en su caso, aparece el nombre en árabe y el retrato del terrorista suicida. Uno de ellos, por su aspecto, parece no haber alcanzado los 18 años; otro es un anciano que ha perdido una pierna y que es ayudado a llegar hasta el coche bomba. Pese a fallar contra el objetivo que pretendían destruir, también se incluyen dos grabaciones en el que las bombas no alcanzan a sendos vehículos militares. Forma parte de la continua campaña de amenazas del Estado Islámico.

Las fuentes consultadas por este periódico insistieron que los drones y los UAV pueden ser dotados de sistemas para que lleguen a sus objetivos de forma autónoma y es ahí donde radica uno de los grandes peligros para Occidente.