Defensa

Eric Smith, general del cuerpo de Marines de EE UU: "La próxima batalla se avecina"

Washington despliega una fuerza militar de envergadura en el Caribe ante la creciente tensión con Venezuela, reforzando así su presencia estratégica global

Marines de EE. UU. preparan un proyectil Excalibur de 155 mm en Irak
Marines de EE. UU. preparan un proyectil Excalibur de 155 mm en IrakRaytheon

Un arco de presión militar se cierra sobre Venezuela. Más de 10.000 efectivos estadounidenses se han posicionado ya en enclaves estratégicos del Caribe, desde Puerto Rico y las Islas Vírgenes hasta la base de Guantánamo en Cuba, dibujando un auténtico cerco militar en torno al país sudamericano. Se trata de un movimiento coordinado por el Pentágono que evidencia la creciente tensión en la región y la determinación de la Casa Blanca de proyectar su fuerza a las puertas de Caracas.

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De hecho, el despliegue es abrumador tanto por tierra como por mar y aire. A los miles de soldados se suma una flota de más de una docena de buques de la Armada, incluyendo destructores y navíos logísticos. El cielo, por su parte, está bajo el control de bombarderos B-52H, cazas de última generación F-35B y cañoneros AC-130J, que han realizado diversas maniobras de ataque como parte de una demostración de músculo militar. La vigilancia se completa con una red de drones Reaper y Poseidon, helicópteros y fuerzas especiales que operan en las inmediaciones de Trinidad y Tobago.

Asimismo, todo apunta a que esta no es una operación pasajera. La fuerte inversión en infraestructuras permanentes, como la instalación de nuevos y potentes radares en St. Croix y Aguadilla o la habilitación de depósitos de munición, revela planes con vocación de permanencia. Esta estrategia de largo alcance, según apuntan desde Bellum Artis, un blog especializado en Defensa, ha cobrado oficialidad con la activación de una Fuerza de Tarea Conjunta bajo el mando del II Cuerpo Expedicionario de los Marines para coordinar todo el dispositivo.

El preludio de un conflicto a mayor escala

En este contexto de máxima tensión, las palabras del comandante del Cuerpo de Marines, el general Eric Smith, adquieren una resonancia especial al verbalizar lo que el despliegue insinúa: «La próxima batalla se avecina. Créanme, se avecina». Más que una simple advertencia, su mensaje resuena como la constatación de una certeza en la cúpula militar estadounidense. El general no habla de una posibilidad, sino de un hecho inminente, sugiriendo que la operación en el Caribe no es un fin en sí mismo, sino el primer acto de un enfrentamiento de mayor envergadura que Washington ya considera inevitable. Esta sensación de inminencia se refleja en la alta alerta de todos los activos estratégicos del país, incluyendo los conocidos como 'aviones del fin del mundo', preparados para asegurar la continuidad del mando en cualquier circunstancia.

Por todo ello, la operación en el Caribe debe entenderse como una pieza más dentro de una estrategia global de disuasión impulsada por la Administración Trump. Este esfuerzo no se limita a las aguas caribeñas, sino que se enmarca en un refuerzo generalizado de la presencia militar estadounidense en otros puntos calientes del planeta, como el Indo-Pacífico y Europa. El objetivo es claro: proyectar una imagen de fuerza y disposición combativa para disuadir a cualquier adversario y asegurar los intereses de Estados Unidos en un tablero mundial cada vez más inestable.