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España promueve a Borrell como jefe de la diplomacia de la UE

El PSOE aspira a convertirse en la delegación socialdemócrata más numerosa en el PE tras el hundimiento en Francia, Italia y Alemania y copar cargos institucionales.

Borrell acompañado de Rosa María Mateo. Foto: Ep
Borrell acompañado de Rosa María Mateo. Foto: Eplarazon

El PSOE aspira a convertirse en la delegación socialdemócrata más numerosa en el PE tras el hundimiento en Francia, Italia y Alemania y copar cargos institucionales.

La socialdemocracia europea ha acogido con júbilo el triunfo de Pedro Sánchez tras la debacle en Francia, Italia y Alemania. Según los últimos sondeos, el PSOE se convertiría en la delegación más numerosa y, ergo, más influyente de su familia política. En esta tesitura, el Gobierno español dispone de una baza muy fuerte para intentar compensar la infravaloración de España en los altos cargos de las instituciones europeas. Las fuentes consultadas por LA RAZÓN vaticinan que al Partido Popular Europeo le será muy difícil conservar la presidencia de las tres principales instituciones comunitarias –Comisión, Consejo y Parlamento– y que, ante la fragmentación del hemiciclo, socialistas y liberales –con Emmanuel Macron entre bambalinas– tratarán ganar terreno.

Actualmente, dentro de la cúpula europea, los socialistas solo cuentan a Federica Mogherini como Alta Representante de la diplomacia comunitaria y el ministro de Exteriores en funciones, Josep Borrell, aparece en las quinielas como sustituto. El español Javier Solana ostentó el puesto de representante europeo de Exteriores entre 1999 y 2009, pero en esos momentos el cargo no formaba parte del Ejecutivo comunitario y no tenía a su disposición la red del servicio de Acción Exterior Europeo.

La primera prueba de fuego sobre las artes negociadoras españolas llegará el 28 de mayo, 48 horas después de las elecciones europeas, día en el que Donald Tusk ha convocado una cumbre extraordinaria para analizar el relevo de la cúpula europea. España (a diferencia de Francia, Bélgica y Luxemburgo) no está vetando el «spitzenkandidat», esto es, el método por el que el candidato de la familia más votada en las elecciones europeas se convierte en presidente del Ejecutivo comunitario, pero tampoco defenderá este sistema hasta sus últimas consecuencias si no hay acuerdo en el resto de las capitales europeas. Oficialmente, el aspirante del Gobierno español a la presidencia de la Comisión Europea es el holandés Frans Timmermans (cabeza de lista de los socialistas en las elecciones al PE), pero Sánchez puede utilizar su apoyo a un candidato tapado de otra familia política –el negociador del Brexit, Michel Barnier, por ejemplo (popular) o la comisaria de Competencia, Margrethe Vestager (liberal)– para conseguir un buen puesto para España, ya sea para Borrell como sustituto de Mogherini o para una vicepresidencia económica.

En esta segunda opción, la ministra de Economía en funciones, Nadia Calviño, aparece como una candidata que suena con fuerza debido a su perfil económico, su conocimiento de los pasillos comunitarios como directora general de Presupuestos y la necesidad del equilibrio de género en los altos cargos. Joaquín Almunia fue comisario de Asuntos Económicos y Monetarios y después fue ascendido a vicepresidente y responsable de Competencia.

Todas las fuentes consultadas apuntan en que la «reunión informal» de jefes de Estado y de Gobierno Pedro Sánchez está llamado a jugar un papel crucial. El presidente español pretende sacar todo el partido a lo que se considera una «irrepetible acumulación de circunstancias» para catapultar el peso y el poder de decisión de España en las instituciones europeas de cara a la legislatura que está a punto de comenzar en Europa. Si las encuestas se confirman y el PSOE gana las elecciones europeas este domingo, la castigada socialdemocracia continental recibirá un muy necesario respiro que podría dar alas a las reivindicaciones y demandas que nuestro país defenderá en Bruselas.

Este hecho se une además al empujón que la salida de Reino Unido –que se eterniza en el tiempo y parece volver ahora a estar en el aire con la decisión de Theresa May de abrir la puerta a un segundo referéndum– que convierte a España automáticamente en la cuarta economía de la Unión y que coloca, por tanto, a nuestro país «en otro nivel que nos permite exigir más», aseguran fuentes gubernamentales. En esta situación idílica, influye también la virtual desaparición de la más grave cortapisa que sufría España para hacer oír su voz en Bruselas: la desesperada situación económica en la que se encontraba nuestro país al comienzo de la pasada legislatura. «Hemos pasado de estar al borde del rescate a una situación con indicadores económicos que invitan a un cauto optimismo y con buenos datos por parte de la OCDE».

Asimismo, la desaparición de Merkel en el cuadro de liderazgos europeos y la dificultad de movimientos que Macron sufre debido a la inestabilidad interna causada por los «chalecos amarillos» contribuyen a dar lustre al status de un recién reelegido Sánchez, que todo parece indicar contará con un Ejecutivo relativamente estable en los próximos cuatro años. Si todo se materializa conforme al guión al que apuntan las encuestas, el presidente español será el único jefe de Gobierno de los países grandes perteneciente a la familia socialdemócrata europea, un circunstancia que cuenta con u peso específico añadido si se tiene en cuenta la oleada de populismo que está teniendo lugar en el continente. «Es el momento de España. Vamos a ser más necesarios si cabe a partir de ahora para que las decisiones importantes salgan adelante», confirman desde la Representación Permanente de España ante la UE en Bruselas, la «megaembajada» al cargo de Pablo García-Berdoy.