Política

Elecciones en Brasil

«Esta elección nos ha desgarrado como sociedad»

Brasil es hoy un país enojado tras una campaña feroz que ha dividido a muchas familias.

Simpatizantes del candidato derrotado a la presidencia de Brasil Fernando Haddad, discuten con simpatizantes del presidente electo el utraderechista Jair Bolsonaro. Foto: Efe
Simpatizantes del candidato derrotado a la presidencia de Brasil Fernando Haddad, discuten con simpatizantes del presidente electo el utraderechista Jair Bolsonaro. Foto: Efelarazon

Brasil es hoy un país enojado tras una campaña feroz que ha dividido a muchas familias.

La elección presidencial en Brasil deja un país profundamente dividido y enfrentado tras una pelea política dura y visceral entre dos candidatos diametralmente opuestos. La violencia política asomó la cabeza en diversas ciudades del país con decenas de ataques durante la campaña. El discurso incendiario de Jair Bolsonaro, que tanto gusta a los que abominan de Lula da Silva y a sus herederos del Partido de los Trabajadores (PT), le llevó a anunciar hace unos días una purga: «Vamos a expulsar a los rojos marginales de la patria (...) vamos a borrarlos del mapa. Se irán del país o irán a la cárcel».

Durante las últimas semanas, el PT vino describiendo a Bolsonaro como un líder fascista que pondrá en peligro la democracia brasileña y los derechos y las libertades de los ciudadanos. El paisaje después de la batalla anticipa la prolongación de una movilización contra las propuestas del nuevo presidente. Las heridas que deja esta elección se han hecho visibles dentro de muchas familias, donde el tema de discusión ha girado en torno al órdago lanzado por el ex militar. «En mi casa todos son partidarios de Bolsonaro menos yo. Hemos tenido discusiones frecuentes y no siempre acabaron bien», cuenta Patricia Pontes, de 28 años. «Esta campaña nos ha desgarrado como sociedad».

«La ira es un sentimiento profundo y difícil de controlar. Hasta ahora, Bolsonaro se benefició de ella, pero no sería el primero en sucumbir a la misma bestia sobre la que un día cabalgó», asegura a LA RAZÓN Alexandre Schwartsman, ex directivo del Banco Central de Brasil, quien advierte de que si el nuevo presidente «no entrega lo que prometió, es decir, si se ve preso de las mismas prácticas políticas que sus antecesores, entonces quedará en una posición delicada en un futuro no muy lejano».

La elección ha venido precedida de una campaña plagada de sobresaltos. A última hora, Lula da Silva, el favorito en los sondeos, se vio forzado por los tribunales a abandonar su candidatura al estar cumpliendo una condena en prisión por corrupción pasiva.

La división y la agresividad alcanzaron su punto máximo con el intento de asesinato de Bolsonaro mientras hacía campaña en Juiz de Fora el 7 de septiembre. Un enajenado mental le clavó un cuchillo en el abdomen, lo que le obligó a suspender los actos públicos programados.

La campaña también ha sido insólita porque las redes sociales han tenido una presencia «tóxico», según los analistas. Ha existido una campaña de «fake news» y bulos por parte de los dos candidatos, pero la de aquellos que apoyan a Bolsonaro –que ha atacado a los medios tradicionales siguiendo la misma estrategia de Trump– ha demostrado ser masiva y más efectiva. Aunque los dos partidos han negado su implicación en esta estrategia, el diario «Folha de Sao Paulo» desveló que empresarios cercanos a Bolsonaro financiaron una enorme operación para poner en circulación noticias falsas en WhatsApp para perjudicar al PT.