Sudán
Los generales en Sudán acuerdan proteger a los civiles y bombardean a las pocas horas una fábrica de alimentos
Las partes reunidas en Arabia Saudí firmaron un tratado de siete puntos cuya mayoría fue incumplida a las pocas horas de secarse la tinta
Una de cal y otra de arena. Una de tregua y otra de pólvora. Así funciona la guerra en Sudán. Mientras los representantes de los bandos enfrentadosse reunieron en Yeda (Arabia Saudí) para discutir un acuerdo que beneficie a la población civil y allane el camino hacia la paz, los bombardeos y los disparos y los saqueos continúan en ciertas zonas del país. Pocos minutos después de firmarse un tratado en la ciudad saudita, un primer paso aplaudido por Estados Unidos y la comunidad árabe, los combates continuaron como si el papel fuera algo que se quema, como un cartucho.
El tratado, firmado el 11 de mayo, cuenta con siete puntos que en términos resumidos serían:
- Facilitar la creación de corredores humanitarios para que los civiles puedan escapar de las zonas de los combates.
- Un compromiso por respetar los derechos humanos (en este apartado se menciona la distinción entre civiles y combatientes, evitar el uso de escudos civiles, suprimir los saqueos, proteger las instalaciones públicas y al personal médico, mantener el derecho de los civiles a circular por puentes y carreteras, no utilizar a niños soldado, no cometer torturas y conceder el acceso de las organizaciones humanitarias para que comprueben el estado de los prisioneros).
- Permitir a las organizaciones humanitarias acceder a quienes no combaten para prestarles su ayuda.
- Reafirmar su compromiso con lo pactado más arriba.
- Coordinar con la Cruz Roja los enterramientos y acciones sanitarias.
- Garantizar que las tropas bajo su mando cumplirán con los principios del derecho internacional.
- Comprometerse a priorizar las conversaciones de paz que lleven a un alto el fuego temporal.
Puede accederse a una versión completa en inglés a través del sitio web del Departamento de Estado de los Estados Unidos.
Pero menos de 24 horas después de la firma del tratado, las RSF denunciaron que el ejército regular llevó a cabo “brutales ataques aéreos contra la población civil, zonas residenciales e infraestructura crítica”. Testigos sobre el terreno han corroborado esta información. En el mismo comunicado reafirmaban su determinación por cumplir con los derechos humanos y su misión de “defender al pueblo”, en la que acusaban a miembros del régimen del ex dictador Omar al-Bashir de ser quienes organizaron los últimos ataques contra la población civil.
Promesas vacías
El ejército regular mandó por su parte otro comunicado en el que prohibía utilizar motocicletas a los ciudadanos de las ciudades afectadas por los combates. Según rezaba el escrito, los paramilitares de las RSF utilizan estos vehículos para transportarse con mayor rapidez, y todo individuo que sea visto subido en una motocicleta será abatido a partir de esta semana sin previo aviso. Allá se quedó el derecho de los civiles a transitar libremente por la vía pública. Igualmente, acusaron a las RSF de ejercer la violencia contra la población local y de proseguir su campaña de saqueos contra propiedades privadas.
Las llamas en Jartum crecen en intensidad. UNICEF anunció este viernes que una fábrica destinada a producir alimentos para niños con desnutrición ha sido incendiada durante los combates. Cada una de las treguas acordadas entre ambos bandos han sido sistemáticamente violadas, sin excepción. Pero estos son sucesos que no hacen perder la esperanza a Naciones Unidas. Volker Perthes, representante especial por Sudán, comunicó este viernes en Génova que “lo más importante es entender que [este tratado] fue firmado ayer por la noche y que ambas partes se han comprometido a continuar las conversaciones”.
Una de cal y otra de arena. La situación en Sudán se desarrolla así. Mientras Jartum y sus ciudades vecinas se han convertido en el epicentro de los combates, las regiones del norte y del este viven una tensa calma. Un periodista de la BBC que tuvo que escapar del país junto a su familia narró cómo la normalidad iba mostrándose a medida que se acercaba la frontera egipcia, a mil kilómetros de la capital; hasta que todo atisbo de guerra, incluyendo los controles militares, desaparecieron.
En lo que respecta a las informaciones contradictorias que señalan desde hace varias semanas que mercenarios Wagner están participando en los combates (pese a que Yevgueni Prigozhin lo haya negado), las tropas comandadas por el general al Burhan anunciaron “estar preparadas” para la deportación de “mercenarios extranjeros”. Una de cal y otra de arena en Sudán, puede ser. Pero el dicho nunca confirma qué cantidad de cada se vierte con cada palada.
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