Sudán

Fracasan las negociaciones de paz en Sudán al poco tiempo de su comienzo

La ONU calcula 700.000 desplazados internos por la guerra en Sudán; la mayoría de quienes huyen del país se dirigen a Egipto y a Chad

La ONU eleva a 700.000 los desplazados internos por la violencia en Sudán, más del doble que hace una semana
La ONU eleva a 700.000 los desplazados internos por la violencia en Sudán.Europa Press

Tal y como se esperaba, las negociaciones de paz entre los generales enfrentados en Sudán han alcanzado un nuevo punto muerto. Representantes de ambas facciones acordaron reunirse en Yeda (Arabia Saudí) a partir del 6 de mayo con el fin de preparar el terreno para negociar un alto el fuego permanente, en una suerte de “pre-negociaciones” fútiles que han llegado a su culmen con el palacio presidencial en Jartum destruido este miércoles tras un bombardeo del ejército regular contra las tropas de las RSF acantonadas allí. Si la falta de fe de los generales por terminar la guerra pudiera representarse con una imagen, esta sería la destrucción del palacio presidencial envuelto en fuegos artificiales.

A la hora de hablar de estas pre-negociaciones, nadie pedía mucho. Las naciones mediadoras (Estados Unidos y Arabia Saudí) se han centrado en conseguir un alto el fuego temporal pero efectivo que permita enderezar la ayuda humanitaria destinada a la población civil sudanesa, así y como la creación de un corredor humanitario que permita escapar a los inocentes. Con la paz todavía en el horizonte, vuelta un polvo rojo, la protección de los civiles parecía una petición razonable que presentar a Hemedti y Al Burhan. Pero los ambiciosos generales no han alcanzado ningún acuerdo y las treguas prometidas a lo largo de las últimas semanas se quedaron en aire, junto con la posibilidad de alcanzar un punto en común en estas pre-negociaciones. Así se desenmascaran quienes vinieron para crear un nuevo Sudán: el pueblo a quien ambos dicen defender parece que les trae sin cuidado desde que se disparó el primer tiro, o puede que dejase de importarles mucho antes.

Un diplomático saudí confirmó a AFP que las discusiones en Yeda “no avanzaron” en los últimos días. Los combates en Jartum, por otro lado, han proseguido al mismo ritmo que lleva dándose desde el inicio del conflicto, hace casi un mes. Las RSF controlan en gran medida la localidad de Omdurmán mientras los combates más intensos llevan varios días desarrollándose en Jartum Norte, especialmente en la zona que rodea al ahora extinto palacio presidencial. El ejército regular ha redoblado su ofensiva en los últimos días con el fin de recuperar la capital y asegura tener la situación bajo control en el resto del país, pero los resultados que puedan obtener en Jartum aún se hacen esperar. La incapacidad de ambos bandos de cumplir cualesquiera de los seis altos el fuego propuestos en las últimas semanas viene a impedir que se obtenga la paz en un futuro cercano; el general Al Burhan lo reconoció así al descartar toda posibilidad de negociaciones mientras las RSF no abandonen Jartum. Una petición que los paramilitares han rechazado.

La sociedad civil, sin sitio en las negociaciones

Las conversaciones están resultando insatisfactorias por una cadena de razones: la primera viene de que ambos generales se encuentran todavía convencidos de sus posibilidades de lograr una victoria sobre el contrario, lo que lleva a que ninguno de los dos se vea en la necesidad de ser quien tire la toalla primero. Otra causa parte para explicar esta desilusión proviene de la nula participación de la sociedad civil sudanesa en la construcción de la paz y (preferiblemente) en la instauración de un gobierno provisional que contente a los generales. A las conversaciones de paz no han acudido sindicatos ni líderes tradicionales, tampoco políticos reconocidos. Sudán ha llegado a ese extremo en el que una dictadura militar parece una alternativa razonable, si así se consigue la paz.

Amgad Fareid Eltayeb, jefe de gabinete del ex primer ministro sudanés Abdalla Hamdok exponía este último punto en un excelente artículo publicado en African Report, donde criticaba que Arabia Saudí y Estados Unidos hayan concedido un lugar de encuentro en Yeda para que los generales negocien; Fareid acusa que este tipo de iniciativas no hacen sino legitimar en el poder a quienes deben ser ilegítimos, a la vez que “alimenta sus ansias de poder”.

No hay paz en Sudán, ni la habrá pronto. Con las conversaciones de Yeda perdidas en un recodo de la Historia, cualquier esperanza por una paz temprana se esfuma. Y las minas de oro siguen en funcionamiento, los compradores emiratíes y rusos pagan el preciado metal a medida que les llega y el dinero continúa ingresando a razón de cientos de millones de dólares anuales en las cuentas que los generales poseen en el extranjero (sólo en 2021, Sudán exportó 233 toneladas de oro por un valor total superior a los 13.000 millones de dólares), cuentas que, por alguna razón que no se aplicaba a los oligarcas rusos hace un año, no han sido bloqueadas por la comunidad internacional con el fin de evitar la compra de armas que prolonguen el conflicto.

El número de desplazados como consecuencia de los combates ha alcanzado ya las 700.000 personas, el doble de las contabilizadas por la ONU hasta la semana pasada. La mayoría de quienes han escapado del país han cruzado las fronteras de Egipto y de Chad, mientras que Sudán del Sur y Etiopía llevan semanas recibiendo a retornados de sendos países que se trasladaron a Sudán en los últimos años para escapar de los conflictos que afectan a sus naciones de origen. Asimismo, las muertes de civiles han superado las 500, aunque el lento goteo de cifras en este aspecto hace suponer que muchas más personas han fallecido como consecuencia de los bombardeos del ejército regular sobre las posiciones de las RSF, que empiezan a cobrar fama de utilizar escudos humanos para culpar a Al Burhan de atacar a los civiles.