Malestar

Marroquíes enfadados con la reacción de su gobierno ante el terremoto: «Está siendo catastrófica»

La angustia por los daños y la indignación por la respuesta de las autoridades afloran entre los marroquíes

Abdelhadi Hidaoui, de 45 años, profesor de Lengua española en un instituto privado de Marrakech, salió despavorido de su casa poco después de las once de la noche del pasado viernes, cuando la tierra crujió debajo de sus pies en medio del peor terremoto registrado en el norte de África en un siglo. «Afortunadamente, vivo en una zona moderna de la ciudad, pero el susto fue enorme. Había mucha gente en la calle, todos corriendo y asustados», relata por teléfono a LA RAZÓN.

Veinticuatro horas después Abdelhadi se fue a caminar por las calles del centro histórico de la ciudad. Allí vio con tristeza bloques de piedra derrumbados, angustia en el rostro de sus vecinos por el temor a nuevas réplicas, pero también mucha solidaridad. «Los marroquíes han demostrado una gran generosidad en medio de la tragedia. En las calles se ve gente reuniendo alimentos y grupos que se organizan de forma espontánea para llevar en coches particulares los víveres a los pueblos afectados. También he podido ver largas colas de gente durante horas esperando para donar sangre en los centros sanitarios. En realidad no me ha sorprendido, la solidaridad forma parte de nuestra cultura y nuestra religión».

El contrapunto según Abdelhadi está en la respuesta de las autoridades, a las que tacha de ineficaces y lentas: «La intervención del gobierno está siendo muy catastrófica. En algunas zonas aún no han intervenido y en otras han llegado después de que lo hicieran organizaciones civiles. Los primeros cuerpos se recuperaron gracias a los habitantes con sus propios medios. La mayoría de los marroquíes no creen que este gobierno sirva al pueblo, sino a sus propios intereses. Es muy lamentable ver cómo en la campaña electoral llegaron con su maquinaria a cualquier punto del país, pero ahora con un terremoto no son capaces de llegar a los lugares devastados».

«Hay una diferencia grande entre la gente que vive en Marrakech, y vive bien, y la gente que vive en Marrakech, pero no vive bien. Luego están los de fuera de Marrakech. Ahí está el problema», lamenta Amin. Este director de hotel, que prefiere no dar su nombre y hablar con pseudónimo para evitar represalias, cuenta por videoconferencia a LA RAZÓN que el seísmo le pilló en otro alojamiento en Agadir, otra de las zonas afectadas. «Estaba en un hotel enfrente de la playa con mi mujer y el perro. Cogí al perro y desperté a mi mujer. Con el susto no sabías muy bien qué hacer, pero salimos. Una vez fuera, entiendes que es un terremoto. No hay luces, porque se han ido todas, y te encuentras con el mar de cara. Y dices: “¿Es buena idea esto de estar en frente del mar?”». Acabaron pasando la noche en la carretera.

Salieron de Agadir a la mañana siguiente en dirección Marrakech, directo a su hotel de cinco estrellas. «Empecé a recibir las imágenes de las cámaras de seguridad en las que se ve cómo la gente sale corriendo del hotel. Todo el mundo, incluyendo los recepcionistas», relata. Amin emplea a 240 personas. Calcula que «el 30% o el 40% ha tenido algún familiar suyo que ha muerto». Todos volvieron a casa. «Ahora están con sus hijos, sus mujeres y sus padres, que también viven con ellos, y que están tirados en la calle con el susto», explica. «A los clientes les digo que estamos casi sin personal, que ha habido un terremoto, tienen que comprenderlo».

El testimonio es desgarrador. Hay pueblos enteros sepultados bajo los escombros. «Todas las imágenes que ves son de pueblos que están fuera de Marrakech, a 30, 40 o 50 kilómetros. Allí la construcción es diferente, son casas de barro, algunas ni siquiera están terminadas», subraya. «Te he enseñado mi construcción, que es un hotel de cinco estrellas con 226 habitaciones, y hay grietas. Las construcciones pequeñas se habrán caído. En los pueblos, como no hay mucha luz, la gente se va a dormir temprano. La mayoría de los muertos estaban durmiendo y se les ha caído la casa encima».

El Gabinete Real ha echado mano de las Fuerzas Armadas para socorrer a las víctimas. «Han sacado al Ejército. ¿Por qué? porque es muy difícil acceder a los pueblos, y más con los efectos del terremoto», confirma Amin a este periódico. «La mayoría de los oficiales vienen de Rabat. No conocen la zona».