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Defensa
Nació con un propósito pacífico y sostenible, pero sus descomunales dimensiones han despertado el interés del Pentágono. La compañía Radia, con sede en Colorado, está inmersa en el diseño del WindRunner, un avión de carga que aspira a convertirse en el más grande del mundo. Su objetivo inicial era puramente comercial: transportar las gigantescas palas de los modernos aerogeneradores, que pueden superar los 90 metros de longitud, hasta los lugares más remotos. Ahora, sin embargo, la empresa ha puesto sobre la mesa una propuesta para adaptar su coloso a las necesidades militares de Estados Unidos, ofreciéndolo como una solución logística para mover tanques, helicópteros y otro material bélico de gran envergadura. Esta capacidad logística sería crucial para desplegar rápidamente no solo vehículos tripulados, sino también los sistemas no tripulados que el Pentágono planea adquirir para aumentar su poderío militar.
De hecho, las especificaciones del WindRunner son apabullantes. Con una longitud proyectada de 108,5 metros, su bodega ofrecería un volumen de carga doce veces superior al de un Hércules C-17 y siete veces mayor que el de un C-5 Galaxy, los actuales gigantes del transporte militar norteamericano. A pesar de su tamaño, estaría diseñado para operar en pistas relativamente cortas, de unos 1.830 metros. Su capacidad de carga alcanzaría las 72,6 toneladas, con una autonomía de vuelo de casi 2.000 kilómetros.
Además, esta propuesta llega en un momento clave para la Fuerza Aérea de Estados Unidos (USAF), que se encuentra inmersa en el programa Next Generation Airlift (NGAL). Dicho programa busca un único modelo de avión para reemplazar sus veteranas flotas de C-5M Galaxy y C-17A Globemaster III. Esta unificación, sin embargo, podría suponer una reducción en la capacidad para transportar las cargas más voluminosas, generando un vacío estratégico que Radia se ofrece a cubrir, tal y como informa The War Zone. Esta necesidad de modernización se ve acentuada por la carrera tecnológica global, en la que China también ha presentado un nuevo avión de transporte que podría rivalizar con las capacidades logísticas de Occidente.
En este sentido, el interés por un avión de estas características se enmarca en una escasez global de transporte aéreo para cargas de gran tamaño, un déficit que se hizo especialmente patente tras la destrucción del legendario Antonov An-225 Mriya durante las primeras fases de la guerra en Ucrania. Consciente de las necesidades del sector de la defensa, Radia ha confirmado que añadiría capacidad de reabastecimiento en vuelo a su aeronave para los posibles contratos militares, multiplicando así su radio de acción y su versatilidad en el campo de operaciones.
Por el momento, el proyecto ha superado la fase de desarrollo conceptual y las pruebas en el túnel de viento. La compañía ha conseguido recaudar más de 150 millones de dólares para materializar su visión y ha fijado el año 2030 como el horizonte para que el WindRunner realice su primer vuelo, cambiando para siempre las reglas de la logística aérea a gran escala.
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