Reino Unido
Johnson "engañó deliberadamente" al Parlamento sobre las fiestas en Downing Street durante el confinamiento
El ex primer ministro califica de "basura" y "mentira" el informe que le acusa de mentir al Parlamento
Boris Johnson siempre ha tenido una relación turbulenta con la verdad. Durante el tiempo que ejerció de maestro de ceremonias del populismo británico eso fue precisamente lo que se convirtió en su atractivo. Pero Westminster ha puesto fin al circo montado por el político más estrafalario de la historia moderna de Reino Unido.
Tras un año de investigación, la Comisión de Privilegios publicó este jueves su esperado informe sobre el Partygate, el escándalo que acabó forzando su salida de Downing Street el pasado verano ante la presión de sus propias filas. Y las conclusiones son demoledoras. Se trata de la primera vez en la historia que un ex primer ministro es encontrado culpable de haber mentido deliberadamente al Parlamento, lo que supone motivo de expulsión, cuando dijo en repetidas ocasiones que se habían seguido las reglas. Pero la cosa no queda ahí. Se le acusa además de violar la confianza, impugnar el comité y el proceso democrático de la Cámara de los Comunes y de “ser cómplice de la campaña de abuso e intento de intimidación”.
Los siete parlamentarios que configuran la comisión, cuatro de ellos conservadores, recomiendan una suspensión temporal de 90 días - lo que fuerza una elecciones especiales en su distrito de Uxbridge & South Ruislip para cubrir su escaño. Y además piden que ni siquiera tenga derecho a un pase -como lo tienen los ex miembros de Westminster – para poder entrar en las instalaciones.
Este último castigo viene después de que Johnson presentara su dimisión el pasado viernes cuando se le entregó un avance del informe. A fin de evitar la humillación, presentó voluntariamente su renuncia como diputado. Eso sí, se marchó asegurando que era “un tribunal de farsa” y todo suponía una “caza de brujas”, para “cobrarse venganza por lo que supuso el Brexit y para, en último término, revertir el resultado del referéndum de 2016”.
Lo cierto es que aquellos que siempre negaron que Johnson fuera el “Trump británico” tienen ahora complicado defender sus argumentos porque el particular teatro continuó ayer. Lejos de pedir perdón o asumir responsabilidades, al conocerse las conclusiones, la `ambición rubia´ le dio la vuelta a todo. Se presentó como la gran víctima -“Esta es la última puñalada de un asesinato político despreciable”- y aseguró que se trataba de “un día triste para la democracia”.
El que fuera líder conservador dijo que todo era una “basura” y una “mentira”. “Asegura la comisión que falté a la verdad deliberadamente ante la Cámara, y que en el momento en que intervine ya estaba ocultando de manera consciente mi conocimiento de hechos ilícitos”, matizó en un comunicado.
Los siete parlamentarios aseguran que el ex primer ministro “ha atacado de un modo muy duro y con términos vitriólicos la integridad, honestidad y honor de los miembros de la comisión”. Dos de los miembros del comité, el nacionalista escocés y la representante laborista, llegaron a pedir que la expulsión de Westminster fuera definitiva, pero no contaron con el respaldo del resto.
Uno de los principales argumentos con los que el excéntrico político intentó defenderse de la acusación de perjurio al Parlamento fue señalando a sus asesores y ayudantes en el Gobierno. Fueron ellos, dijo Johnson, los que le habían asegurado que las reglas se estaban cumpliendo en cada una de las fiestas de fin de jornada o de despedida de compañeros
Pero la comisión señala que no hay prueba alguna de que ningún alto cargo tranquilizara al entonces primer ministro. Es más, recalca que se le sugirió que no incluyera ese argumento en la declaración que preparaba para presentar ante los siete diputados porque “no era realista”.
Aunque la sección clave del informe se refiere a la actitud de Johnson hacia la investigación en sí, diciendo que había “tratado de reescribir el significado de las reglas y la orientación para que se ajustaran a su propia evidencia”. El Comité señala que “llegó a la conclusión de que algunas de las negaciones y explicaciones de Johnson eran tan falsas que, por su propia naturaleza, eran intentos deliberados de engañar al Comité y a la Cámara, mientras que otras demostraron cómo deliberadamente cerraba su mente a la verdad”.
El próximo lunes, la Cámara de los Comunes deberá debatir y votar el informe. Y aunque los conservadores tienen mayoría absoluta, todo apunta a que saldrá adelante porque los `tories´ están cansados de tanto circo. Los defensores de la ‘ambición rubia´ representarían ya sólo el 20% de las filas. Lejos de haber sido “expulsado del parlamento por un pequeño puñado de personas”, como asegura, podría pensarse que la decisión de Johnson de retirarse el pasado fin de semana es una admisión tácita de que no confiaba en que su propio partido lo respaldaría.
Downing Street ha dado libertad de voto al grupo parlamentario. “Estamos hablando de un amigo y colega, y será un proceso doloroso y triste para todos nosotros”, ha dicho Penny Mordaunt, la líder de la Cámara de los Comunes. “Todos debemos hacer lo que creamos justo, y el resto debe dejarnos tranquilos”, añade.
Si el Parlamento finalmente aprueba el demoledor informe se podría pensar que la carrera política del hombre que soñaba con “ser el rey del mundo” se da por concluida. Aunque se trata de una figura que siempre ha desafiado las leyes de gravedad.
Quizá podría optar por estar alejado de la política un tiempo hasta que amainen las aguas. De momento, con su faceta como conferenciante no le va mal. Sólo en los seis primeros meses fuera de Downing Street se embolsó más de un millón de libras por sus discursos. Pero siempre ha sentido atracción fatal por el poder. Así que, antes o después, intentará regresar.
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