Reino Unido

Boris Johnson, un líder a punto de descarrilar

El partido conservador británico celebra desde este domingo su congreso anual en un ambiente de tensión y con la amenaza de una posible destitución parlamentaria del primer ministro. Los independentistas de Escocia apoyarán una moción del laborista Corbyn

Boris Johnson junto a su novia Carrie Symonds en el congreso del Partido Tory/Reuters
Boris Johnson junto a su novia Carrie Symonds en el congreso del Partido Tory/Reuterslarazon

El partido conservador británico celebra desde este domingo su congreso anual en un ambiente de tensión y con la amenaza de una posible destitución parlamentaria del primer ministro. Los independentistas de Escocia apoyarán una moción del laborista Corbyn

Boris Johnson afronta su primer congreso anual del Partido Conservador como inquilino de Downing Street. El excéntrico político siempre había soñado con este momento. Pero la fotografía completa no es tan idílica como la había planeado en sus años como estudiante en el elitista colegio de Eton. El mismo Brexit que tantas veces le sirvió como munición para atacar sin piedad a su antecesora, Theresa May, podría convertirle ahora en el primer ministro más breve de la historia del Reino Unido.

Por mucho que él insista en que sacará al país del bloque, con o sin pacto, para el 31 de octubre. Las principales fuerzas de la oposición están valorando la posibilidad de presentar la próxima semana una moción de censura. Y aunque la táctica de defensa de Boris Johnson sea la de apostar por un tono cada vez más agresivo y populista, sus propias filas ya le han dado un toque de atención, advirtiéndole de la tensión que se respira en las calles.

Por tanto, no. La fotografía no es idílica. La formación se concentra en Manchester desde el domingo al miércoles y en el ambiente se respira cierto nerviosismo. Entre otras cosas, porque los diputados saben que en cualquier momento pueden estar obligados a coger un tren destino a Londres para cualquier votación crucial.

Todos los otoños, Westminster suspende su agenda durante tres semanas para que sus señorías puedan acudir a las conferencias anuales de sus respectivas formaciones. Sin embargo, después de que el pasado martes el Tribunal Supremo declarase “ilegal” la polémica derogación de cinco semanas que el premier llevó a cabo para impedir que los diputados se interpusiesen en sus planes sobre Brexit, las cosas son muy distintas.

Tras la reapertura el miércoles de la Cámaras, Johnson solicitó un receso de tan sólo tres días para que los tories pudieran acudir a su cita anual en Manchester. Sin embargo, la oposición se negó. Desde que se mudó en julio al Número 10, el excéntrico político ha perdido absolutamente todas las mociones que ha presentado en los Comunes.

Sus señorías no están dispuestos a permitir que lleve a cabo el temido divorcio caótico y, apoyados por 21 tories rebeldes que han sido expulsados del partido, han sacado adelante la llamada “Ley Benn”, que obliga ahora al primer ministro a pedir una nueva prórroga del Brexit a la UE si no hay pacto para el 19 de octubre.

Ante la falta de avances con Bruselas, se antoja bastante improbable cerrar un acuerdo y mucho menos ratificarlo luego en Westminster. Pero Johnson insiste en que “antes muerto en una zanja que volver a ampliar plazos”.

En este sentido, diferentes expertos han sugerido en los últimos días posibles vías con las que el Gobierno podría tratar de esquivar la prórroga. El ex premier John Major -gran crítico de Johnson- teme que el Ejecutivo pueda recurrir al “Privy Council”, un mecanismo arcaico por el que los ministros -sin necesidad de involucrar a la reina como Jefa de Estado o el Parlamento- podrían suspender la normativa hasta después de 31 de octubre.

Por su parte, el ex Fiscal General del Estado Dominic Grieve -uno de los 21 tories rebeldes expulsado del partido- advierte que el premier podría estar pensando en declarar el estado de emergencia con el argumento de evitar disturbios sociales, lo que le permitiría suspender leyes como la que le fuerza a pedir una extensión.

Ante esos posibles escenarios, se han reavivado los planes entre la oposición para tumbar al Gobierno con un voto parlamentario coincidiendo con el congreso anual que el Partido Conservador celebra en Manchester.

Hasta ahora, la oposición ha rechazado todas las peticiones del Gobierno para celebrar comicios adelantados porque querían descartar antes el temido divorcio caótico para Halloween.

Pero si Johnson se niega a solicitar prórroga y ven que el calendario se agota, podrían mover finalmente ficha en los próximos días. De nada sirve que presenten moción de no confianza si no tienen consensuado previamente un Gobierno alternativo. Hasta ahora, había cierto rechazo a poner al líder laborista Jeremy Corbyn como primer ministro interino. Sin embargo, los independentistas escoceses del SNP de Nicola Sturgeon han avanzado que estarían dispuesto a apoyarle si se compromete a asegurar una extensión del plazos y convocar acto seguido unas elecciones.

Se trata de un gran paso. Pero el Partido Liberal Demócrata y los tories rebeldes, cuyos votos son necesarios para que una moción prospere, al cierre de esta edición, aún no veían con buenos ojos al político izquierdista y preferían a un candidato de consenso.

En caso de que Johnson perdiera la confianza del Parlamento, pero no hubiera una mayoría para formar un Ejecutivo alternativo, se convocarían de forma automática unos comicios anticipados después de un plazo de 14 días. Si Johnson resultara ganador podría llevar a cabo el temido divorcio caótico.

En clima, por lo tanto, es de absoluta tensión. Y el premier no está por la labor de calmar los ánimos. Su oscuro asesor, Dominic Cummings, cerebro de la campaña euroescéptica del referéndum de 2016 convertido ahora en el hombre que realmente mueve los hilos en Downing Street, siempre ha apostado por llevar la situación al límite para forzar unos comicios que plantearía como “el pueblo contra el establishment”, presentando a Johnson -el mismo que se educó en el elitista colegio de Eton- como el único que quiere cumplir con la voluntad del pueblo.