14º jornada
Macron logra desactivar la ola de protestas en Francia
Los sindicatos franceses dan por concluidas las movilizaciones contra la reforma de las pensiones ante el escaso seguimiento
Un último cartucho contra la reforma de Emmanuel Macron. La de este martes era ya la decimocuarta jornada de huelga contra la ya promulgada reforma de las pensiones que entrará en vigor en otoño en Francia. Con el retraso de la edad de jubilación de los 62 a los 64 años ya publicado en el BOE francés desde el fin de semana pasado, a los sindicatos les quedaba una especie de último acto antes de reconocer que este movimiento no puede durar eternamente y que el desgaste de seguir con él en adelante hubiese traído más erosión y agonía. Así lo han hecho varios líderes sindicales al término de la jornada.
El presidente francés no ha cedido durante estos seis meses y la unión sindical, que hasta ahora ha permitido una feroz oposición en la calle desde enero a la controvertida reforma del Gobierno, se disolverá previsiblemente para dar paso a una nueva etapa con renovados líderes en sus principales cabeceras. La resignación a la realidad de la reforma también se ha reflejado en las cifras de esta última jornada de movilización en las calles de Francia. 281.000 personas según el Ministerio del Interior han participado en las 250 convocatorias que había por todo el país, ni siquiera las estimaciones sindicales, que suelen tirar de máximo optimismo, se han aproximado al millón. De hecho, en otro claro signo de debilidad, muchas ramas sindicales no han ofrecido datos de seguimiento de la huelga en sus respectivos sectores.
Una participación que queda lejos de las cifras de los meses de marzo y abril. El 7 de marzo salieron a las calles 1,2 millones de personas según Interior, cifra que elevaron los sindicatos a más de 3 millones. Las centrales siguen contando con el apoyo de la opinión pública, en torno al 65% contraria a la reforma de las pensiones, pero también es perceptible en la calle las ganas de pasar a otra cosa tras varios meses de conflicto social. Macron adoptó en marzo por decreto el retraso de la edad de jubilación y la obligación de cotizar 43 años (y no 42) para cobrar una pensión completa. Pese a que cientos de miles de personas han protestado desde enero contra esta reforma, el mandatario la promulgó en abril para su entrada en vigor en septiembre.
A los sindicatos les queda una remota última esperanza de que el Parlamento derogue la ley a partir de una propuesta de un pequeño partido centrista, LIOT, que debería llegar a la Asamblea Nacional. El macronismo ha ido utilizando varios polémicos mecanismos constitucionales para imponer esta reforma y podría el jueves usar uno nuevo para declarar inadmisible un punto clave de la propuesta de derogación presentada por LIOT. Esto sería «un escándalo democrático», ha advertido la secretaria general del sindicato CGT, Sophie Binet. Para LIOT y la oposición de izquierdas, esto recrudecería «la ira y la violencia». Pocos dudan en Francia de que la presidenta de la Asamblea Nacional, la macronista Yaël Braun-Pivet, anulará el debate después de que una comisión ya haya vaciado considerablemente lo más sustancial del texto. La gran incógnita es si esto puede tener por consecuencia una nueva inflamación de la violencia.
Las amenazas y agresiones a alcaldes y cargos electos y una serie de sucesos violentos han colocado a la inseguridad en el centro de la agenda política del país y muchos analistas políticos estiman que esta serie de episodios relacionados con el clima social que vive Francia no han hecho más que impulsar aún más a la ultraderechista Marine Le Pen en las encuestas.
El presidente Macron, desesperado por pasar página, olvidarse de la contestación nacional, que dura desde enero, y poder dedicarse a otra cosa, apeló dos días después de la promulgación de la ley, el 17 de abril, en una alocución televisada, a darse un plazo de cien días para reencontrarse con los franceses y recobrar la calma en el país. Cuando llegamos al ecuador de ese tiempo, no todos las señales son negativas para el Elíseo. Los últimos sondeos apuntan a una ligera recuperación para el presidente, que cuenta con la vitrina de los Juegos Olímpicos de 2024 y reapertura de Notre Dame incluidos, para reflotar su segundo quinquenio. Macron hoy amanece algo más tranquilo en el Elíseo sabiendo que no habrá próxima fecha, ya que al término de la jornada los sindicatos han dado por cerrado este ciclo, avisando eso sí, que el descontento sigue latente y que bastará una pequeña chispa para que todo vuelva a prender de nuevo.
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