Política

Unión Europea

May lanza la pelota a la UE para que busque otro plan

La primera ministra pide a Bruselas que presente una alternativa a su proyecto de Brexit, rechazado de plano por los Veintisiete en la cumbre de Salzburgo

La primera ministra británica, Theresa May, en plena encrucijada, eligió un riguroso negro para dirigirse a la nación después del varapalo de Salzburgo / Ap
La primera ministra británica, Theresa May, en plena encrucijada, eligió un riguroso negro para dirigirse a la nación después del varapalo de Salzburgo / Aplarazon

La primera ministra pide a Bruselas que presente una alternativa a su proyecto de Brexit, rechazado de plano por los Veintisiete en la cumbre de Salzburgo.

La primera ministra británica, Theresa May, siempre ha sido muy atrevida a la hora de elegir vestuario. No teme los colores y sus manoletinas de estampado de leopardo son ya un clásico. Sin embargo, ayer apostó por el negro riguroso cuando, con semblante serio y tono amenazante culpó a la UE de dejar las negociaciones del Brexit en un «impasse» tras haber rechazado su propuesta de divorcio.

La chaqueta oscura, más propia de funeral, formó parte de la puesta en escena que la líder «tory» protagonizó en Downing Street tras el varapalo sufrido esta semana en la cumbre europea celebrada en Salzburgo (Austria). Se suponía que iba a ser un encuentro casi informal entre los líderes comunitarios donde los Veintisiete medirían sus palabras para no empeorar aún más la difícil situación de la primera ministra de cara al congreso anual de octubre del Partido Conservador, donde los «tories» más euroescépticos amenazan con retar su liderazgo.

Pero la cumbre concluyó el jueves con una contundente intervención del presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, donde advirtió que la propuesta de May, conocida como el «plan de Chequers», «no va a funcionar» porque «minaría el mercado único» al permitir la libre circulación de mercancías a través del Canal de la Mancha, pero no de personas, servicios y capitales.

Mensaje para casa

La Prensa británica calificaba ayer el trato europeo hacia la «premier» de «emboscada» y «humillación», términos que no ayudan precisamente a fortalecer su delicada posición. En el Número 10 cundió el pánico. Por lo que se orquestó un discurso televisado, corto pero contundente, en el que May criticó con dureza a sus homólogos europeos a los que les exigió «respeto».

La estrategia es la siguiente. A seis meses de que tenga lugar el Brexit, no parece que May tenga un plan B, por lo que deja ahora la pelota en el tejado de Bruselas para que sea la UE quien busque alternativas a su plan, al tiempo que vuelve a amenazar con que Londres estaría dispuesta a abandonar el bloque sin acuerdo.

Eso sí, la «premier» tranquilizó a los tres millones de comunitarios que viven en Reino Unido al recalcar que, sea cual sea el desenlace, sus derechos serán respetados.

Durante su comparecencia, May consideró «inaceptable» que los socios europeos hayan rechazado su plan «sin ofrecer explicaciones detalladas y sin hacer una contrapropuesta». Por ello, pidió a la UE que aclare cuáles son los puntos de fricción y «cuál es la alternativa para que podamos discutirlas». «Hasta que lo hagamos, no podremos hacer progresos», añadió.

Los dos principales obstáculos que se plantean en las negociaciones son la futura relación económica entre Reino Unido y la UE y la frontera entre la República de Irlanda y la provincia británica de Irlanda del Norte, la única frontera física que existirá tras el divorcio. Pero May volvió a insistir en que no aceptaría ninguna propuesta que deje a Irlanda del Norte en un estatus diferente al del resto de Reino Unido.

La UE no reaccionó ayer públicamente al mensaje de May, que fue interpretado más bien como estrategia para intentar fortalecer su debilitado liderazgo en casa. No obstante, en repetidas ocasiones Bruselas ha recalcado que si Londres es el que ha decidido abandonar el club es Londres quien debe plantear un plan coherente de divorcio sin intentar quedarse con lo mejor de ambos mundos.

El líder de la oposición laborista, Jeremy Corbyn, pidió ayer tanto a la Unión Europea como al Gobierno británico que acaben con los «juegos políticos». «Salir sin un acuerdo no es una opción», señaló en un comunicado en el que destacó que la estrategia del Ejecutivo británico ha resultado «un desastre» y los «tories» han pasado «más tiempo discutiendo entre ellos que negociando con Bruselas».

«Brexit ciego»

Según el calendario oficial, en la cumbre europea de octubre se debería llegar a un acuerdo aunque, visto el panorama, ya se ha previsto una cumbre especial en noviembre. Reino Unido debe abandonar el bloque el 29 de marzo de 2019. Aunque parezca que las negociaciones se encuentran en un punto muerto, analistas consultados por este periódico consideran que el desenlace más probable es que finalmente se llegue a un pacto «lo bastante genérico para que ambas partes queden satisfechas de alguna manera y puedan continuar luego hablando».

La Prensa británica, que está de lo más creativa últimamente, ya lo ha bautizado como «Brexit ciego». Se trataría de firmar una salida sin tener claro cuáles serían luego las relaciones futuras. Éstas se perfilarían después durante el periodo de transición que existirá hasta diciembre de 2020, siempre y cuando haya acuerdo.

El gran problema es que requeriría que Westminster se comprometiera a pagar la factura de divorcio de 37.000 de libras sin garantías de acceso futuro al mercado comunitario que, hoy por hoy, representa el 48,5% del comercio total británico (importaciones y exportaciones de bienes y servicios).