Incendio
Al menos 44 muertos y decenas de heridos en el peor incendio de Hong Kong en casi dos décadas
Siete torres residenciales se han visto afectadas por el fuego y 279 personas están desaparecidas

Hong Kong ha sido testigo este miércoles del potente olor a plástico quemado y la imagen imborrable de siete torres residenciales convertidas en cenizas. El complejo público Wang Fuk Court, en Tai Po del distrito Nuevos Territorios, ha sufrido el incendio más mortífero y destructivo desde 2008. Por el momento, el balance oficial es de al menos 44 fallecidos, varios heridos en estado crítico y 279 desparecidos. Ocho horas después de declararse el fuego, los bomberos aún no habían logrado controlarlo por completo.
Todo comenzó a las 14:51 horas locales en el andamiaje de bambú que envolvía el bloque Wang Cheong House por unas obras de rehabilitación exterior valoradas en 330 millones de dólares hongkoneses (unos 36,6 millones de euros). Algo prendió la malla plástica que recubre el bambú y, alimentado por el viento del noreste, el fuego se propagó con una rapidez nunca vista. En apenas cuatro horas alcanzó la categoría 5, la máxima en la escala local, algo que no ocurría desde el trágico incendio del karaoke Cornwall Court hace diecisiete años.
El salto de bloque en bloque fue implacable. Las llamas devoraron siete de los ocho edificios del complejo mientras los residentes, muchos de ellos ancianos, dependían de guardias de seguridad que golpeaban puerta por puerta o de mensajes desesperados por WhatsApp. Las alarmas antiincendios, según decenas de testimonios recogidos en el lugar, permanecieron mudas en varios bloques. "Si estabas durmiendo la siesta, no tenías escapatoria", resumía un vecino de Wang Yi House con la voz rota.
Más de 700 bomberos han sido movilizados
El operativo movilizado ha sido titánico con 767 bomberos, 400 agentes de Policía, 128 camiones-cisterna y 57 ambulancias. Aun así, las temperaturas superiores a los 1.000 grados en los pisos altos y el riesgo de colapso han impedido el acceso a muchas viviendas. Un bombero de la estación de Sha Tin perdió el conocimiento por quemaduras graves y falleció a las 16:45 en el hospital Prince of Wales. Otro compañero fue ingresado por golpe de calor.
Más de 1.900 familias, alrededor de unas 4.000 personas, han sido evacuadas. Cinco centros comunitarios, un polideportivo y una escuela primaria han sido habilitados como refugios de urgencia, acogiendo a más de 700 desplazados. La Cruz Roja ha activado una línea de apoyo psicológico y el Gobierno suspendió las clases en seis colegios del distrito.
La indignación estalló al mismo ritmo que las llamas. "Llevamos medio año denunciando que los obreros fuman en las plataformas y tiran colillas; la empresa gestora nunca hizo nada", declaraba Kwong Pui-lun, ex presidente de la comunidad de propietarios. Otros vecinos criticaban la ausencia de helicópteros cisterna pese a la cercanía del mar. El jefe del Ejecutivo, John Lee, activó el centro de emergencias y varios partidos políticos suspendieron la campaña electoral del próximo domingo.
Decenas de familias siguen buscando a sus seres queridos. Un nonagenario en silla de ruedas fue rescatado cuando el humo ya le llegaba al cuello. Una mujer lloraba sin consuelo porque no localizaba a su amiga septuagenaria. Ambulancias veterinarias atendían a mascotas rescatadas y más de un centenar seguían atrapadas. Asimismo, se produjo otro incendio cerca de una escuela secundaria situada a unos ocho minutos a pie de Wang Fuk Court y al otro lado del río Tai Po. Desde Pekín, Xi Jinping transmitió condolencias y ordenó “esfuerzos totales” para extinguir el incendio y atender a las víctimas. Palabras que, en la calle, sonaban a protocolo lejano.
Antecedentes: una tragedia temida
Este incendio no es un rayo en cielo despejado. Hong Kong ha encadenado siniestros relacionados con andamios de bambú en obras de rehabilitación, la combinación letal que se cobró al menos 36 vidas.
El 18 de octubre, un voraz incendio en la Torre Chinachem, en pleno Connaught Road Central, devoró durante cinco horas el andamiaje exterior y dejó cuatro trabajadores con quemaduras graves y traumatismos craneales. Chispas de soldadura o una colilla mal apagada prendieron la lona plástica. El Departamento de Edificios confirmó que la estructura resistió, pero se abrió una investigación policial ante posibles negligencias.
Días antes, otro foco en Kai Tak, junto al futuro complejo Casa Delight de la Hong Kong Housing Society, afectó un almacén de materiales y solo la casualidad de que la zona estuviera despejada evitó víctimas. En lo que va de año se han registrado al menos cinco incidentes graves con andamios de bambú. Las asociaciones de víctimas de accidentes laborales llevan meses exigiendo la prohibición del tabaco en altura, el uso de materiales ignífugos e inspecciones sorpresa.
El bambú sigue siendo el rey de la construcción hongkonesa por su ligereza, rapidez de montaje y bajo coste. Pero envuelto en mallas plásticas y expuesto al viento seco se convierte en una mecha gigante en una ciudad donde los edificios se pegan unos a otros y la densidad roza los 50.000 habitantes por kilómetro cuadrado en muchos distritos. En Tai Po esa mecha encontró su chispa y pagó el precio más alto en casi dos décadas.