Contraste en Pyongyang

La opulencia de los Kim en Pekín vs. la crisis de Corea del Norte

La dinastía luce joyas y bolsos de lujo en el desfile en China de la pasada semana frente a las penalidades económicas que pasa su población

China/Corea.- Kim Jong Un llega a China en un tren blindado para su primera visita oficial en seis años
Kim Jong Un llega a China en un tren blindado para su primera visita oficial en seis añosEuropa Press

La dinastía Kim, que ha gobernado Corea del Norte con control férreo desde 1948, exhibió nuevamente su opulencia durante las conmemoraciones del 80º aniversario de la victoria sobre Japón en Pekín, un gesto que pone al descubierto la contradicción entre la retórica austera del régimen y el lujo desenfrenado de sus gobernantes. Kim Jong-un, líder supremo, lució un reloj IWC Schaffhausen Portofino Automatic de 14.100 dólares, parte de una colección que incluye Patek Philippe, Movado y Audemars Piguet, valorada en miles de dólares. Su hermana, Kim Yo-jong, apareció con un bolso Lady Dior de piel de cordero negro de 7.500 dólares, el mismo que llevó en Rusia hace un par de años. Kim Ju-ae, la hija adolescente de Kim, de unos 13 años, ya había lucido previamente abrigos Christian Dior, un reloj Cartier cuajado de diamantes y trajes a medida, proyectada como posible heredera en una dictadura donde poseer bienes similares puede acarrear la muerte. Este despliegue, que desafía sanciones internacionales y la doctrina oficial contra la «decadencia burguesa», contrasta con las prohibiciones draconianas impuestas a los 25 millones de norcoreanos, evidenciando la estructura feudal de un régimen donde una élite de unas tres mil personas, unidas por lazos de sangre o lealtad a la cúpula, controla el poder.Corea del Norte, lejos de ser la «democracia popular» que proclama, es una monarquía absolutista liderada por Kim Il-sung (1945-1994), Kim Jong-il (1994-2011) y Kim Jong-un (2011-presente). El sistema de castas songbun determina el estatus según la cercanía al linaje Kim, relegando méritos o educación. Mientras Pyongyang brilla como escaparate de propaganda, el resto del país languidece bajo un aparato de vigilancia orwelliano, con hasta 300.000 informantes, micrófonos ocultos y controles aleatorios de dispositivos electrónicos. La Agencia Central de Noticias de Corea (KCNA) glorifica a los líderes, negando cualquier posible crisis mientras presenta al territorio como un «paraíso en la tierra». Este control mediático refuerza el culto a los Kim, venerados como figuras divinas en una sociedad que los eleva a un estatus casi teocrático.

Las leyes norcoreanas son implacables: beber alcohol durante un luto oficial, como ocurrió en 2013 con la ejecución de un oficial, o consumir contenido surcoreano, castigado en 2023 con el fusilamiento de 80 personas frente a niños, son delitos capitales. Escuchar música occidental, practicar religión, poseer pornografía o acceder a internet –reservado a las élites– conlleva campos de reeducación o la muerte. Incluso, un hombre fue ejecutado en un estadio por hacer llamadas internacionales en 2007. Tener un coche o viajar al extranjero es un privilegio exclusivo de los leales, mientras que criticar al régimen lleva a los gulags, donde los prisioneros enfrentan trabajos forzados mientras son adoctrinados. Este contraste es abismal con la vida de los que gobiernan, quienes importan Rolls-Royce Phantom, Mercedes S-Class y SUV Maybach de 200.000 dólares a través de redes de contrabando, desafiando sanciones de la ONU. Kim Jong-il atesoraba 160 Mercedes, yates italianos y un cine privado con 20.000 películas hollywoodenses, mientras el pueblo moría de hambre en los 90. Kim Il-sung inició esta tradición con palacios y transporte de lujo, una herencia que hoy se perpetúa.Kim Jong-un, de 41 años, ha consolidado su poder mediante purgas, como la ejecución de su tío Jang Song-thaek en 2013. Su política byungjin, de desarrollo paralelo de la economía y el arsenal nuclear, tolera un mercado negro que ha enriquecido a los donju (señores del dinero), unas 50 familias que controlan divisas y recursos. La economía norcoreana, devastada por sanciones que frenaron su crecimiento en 2018, según el Banco Central de Corea del Sur, sufre hambrunas y malnutrición. Kim impulsa una modernización cautelosa, tolerando mercados negros que han generado riqueza y conciencia del exterior, según Thae Yong-ho. Proyectos como complejos turísticos y aeropuertos reflejan un interés en el turismo, pero cualquier apertura debe evitar crear focos de poder alternativos. Mientras los Kim exhiben su riqueza en Pekín, el pueblo vive atrapado en un sistema feudal de represión, propaganda y culto a la dinastía, donde la lealtad es la única vía al poder.