Asia

Piscinas improvisadas, pesca urbana y humor: la cara insólita del tifón Ragasa en Macao

Desde carreras en plazas anegadas hasta peces arrastrados a las avenidas, la ciudad respondió con humor a la tragedia

Voluntarios distribuyen alimentos a los residentes en una calle inundada tras el paso del supertifón Ragasa en el municipio de Guangfu, condado de Hualien, Taiwán
Super Typhoon Ragasa kills 14, dozens missing in Taiwan floodsRITCHIE B. TONGOAgencia EFE

El súper tifón Ragasa quiso escribir una tragedia épica sobre Macao, pero la ciudad semiautónoma terminó representando una tragicomedia fluvial. El miércoles, entre ráfagas feroces, avenidas convertidas en ríos y hasta metro y medio de agua en algunos barrios, el escenario apuntaba a desastre anunciado. Casi dos centenares de incidentes confirmaron la envergadura de la tormenta. Y, sin embargo, lo que se adueñó de la jornada no fue la angustia, sino la inesperada abundancia de peces que el mar decidió despachar a domicilio.

Las autoridades pidieron cautela: aquellos cientos de peces arrastrados por las marejadas hasta las aceras no podían considerarse sushi confiable. La advertencia llegó tarde. Decenas de residentes ya habían desplegado cubos, bolsas de plástico botas de hule y hasta paraguas como cañas de pescar de emergencia. Si el ‘delivery’ se interrumpe, que venga el menú nadando, presumió un vecino mientras mostraba orgulloso una lubina recién capturada en plena rotonda.

Las plazas anegadas, convertidas en lagunas urbanas, sirvieron también para liberar la imaginación. Allí hubo carreras de chapoteo improvisadas, selfies acuáticos y niños nadando como si fueran parques acuáticos. En lugar de la habitual rutina de tráfico y ruido, Macao estrenó piscinas comunales gratuitas, con el aplauso entusiasta —y resignado— de familias enteras.

Los casinos, símbolos indiscutibles del azar, vivieron su jornada más irónica: las ruletas y las cartas quedaron en pausa, y la verdadera apuesta consistió en cruzar la calle sin ser arrastrado por la corriente. Taxis y tranvías, estacionados a la fuerza, parecían esculturas en exposición permanente, testigos del experimento accidental llamado Ragasa World Water Park.

Por supuesto, el ingenio colectivo no faltó. El comentario que coronó la cobertura oficiosa fue certero: “Lo único que faltó fue ver una mesa de mahjong con jugadores hasta la cintura en agua”. Una imagen inexistente, pero tan verosímil como todo lo que ocurrió aquella jornada en que las carpas, las lubinas y hasta algún otro animal perdido se convirtieron en protagonistas inesperados de la vida urbana.

Al final, el ciclón tropical dejó barro, pérdidas materiales y tareas de reconstrucción. Pero también un anecdotario único: la gente resistió sin derrumbarse en la tragedia. Y de paso, sentó las bases de un nuevo eslogan turístico con potencial mundial: “Macao: destino de casino, mahjong… y pesca urbana”