Sudán

El Programa Mundial de Alimentos suspende temporalmente la ayuda alimentaria a 5 millones de personas

Acusan su decisión al robo en Tigray de alimentos destinados a 100.000 personas

El logo de USAID 03/05/2023
Etiopía.- EEUU paraliza "hasta nuevo aviso" el envío de ayuda humanitaria a la región de Tigray.RAFAEL HENRIQUE / ZUMA PRESS / CEuropa Press

Que paguen justos por pecadores es habitual en África. Y puede generalizarse en este punto: no importa que hablemos de las poblaciones rurales del este de República Democrática del Congo que sufren los ataques de la CODECO, de los agricultores Dogon que huyen de la guerra en el centro de Mali o de las comunidades masái expulsadas de sus territorios en Tanzania. Hoy son los civiles etíopes quienes pagan por los pecados de un reducido número de compatriotas que (supuestamente) han robado ayudas alimentarias destinadas al menos a 100.000 personas en la región de Tigray, al norte de Etiopía, se piensa que con la intención de vender los alimentos en el mercado negro. Como respuesta a los robos registrados, tanto el Programa Mundial de Alimentos como USAID decidieron este lunes pausar temporalmente sus programas de ayudas en este rincón del planeta.

Getachew Reda, administrador jefe de la Administración Regional Provisional de Tigray, indicó que el gobierno Etíope “ha organizado una investigación de alto nivel para asegurarse que todos los culpables respondan de sus actos, sin importar su estatus”. Tanto él como los organismos de ayuda consideran lo sucedido como “un grave problema” que afecta a los 5 millones de personas (un 83% de la población de Tigray) que dependen hoy de los programas de ayuda para sobrevivir en el día a día.

Los programas de ayudas en Tigray llevan sucediéndose a trancas y barrancas desde el inicio de la guerra en 2020. Durante el conflicto, cuya paz fue firmada en Pretoria en noviembre de 2022, la ayuda de los organismos internacionales fue vetada por el gobierno etíope en una especie de asedio que sufrió Tigray por parte del ejército federal, provocándose así la muerte de 600.000 personas por un número de causas entre las que destacó la inanición. No sería hasta después del tratado de Pretoria que los programas de ayuda del PMA y la Cruz Roja se reanudaron con cuentagotas, 600.000 vidas demasiado tarde. La región de Tigray, cuya geografía mayoritariamente montañosa la convierte en un terreno difícil para el desarrollo de cultivos, apenas si puede producir los alimentos suficientes para mantener a flote a su población. Con el programa de ayudas interrumpido, se teme que la catástrofe se repita.

La asociación Women of Tigray ha hecho un llamamiento al PMA y a USAID para que encuentren “métodos alternativos para la distribución de ayuda directa a las comunidades vulnerables”. Proponen que las organizaciones se desprendan de los intermediarios locales, los grandes sospechosos del robo. Al igual que esta asociación, no son pocos los que se muestran contrarios a la drástica decisión tomada por los organismos de ayuda. ¿Es justo arrebatar las ayudas a 5 millones de personas, aunque sea por el robo de alimentos destinados a un 2% de los necesitados? Hay personalidades que incluso niegan directamente que se haya producido dicho robo, como apuntó el Jefe de Respuesta de Alerta y Seguridad Alimentaria de Tigray, Gebregzabiher Aregawi, o quienes consideran el corte de suministros como una continuación de la estrategia del gobierno central para mermar todavía más los ánimos de la machacada población de Tigray. Población que meses después del final de la guerra seguía incomunicada,sin apenas electricidad ni servicios médicos o bancarios.

A esto habría que sumarle zonas de Tigray (precisamente, las pocas zonas llanas y aptas para el cultivo con las que cuenta la región) que siguen ocupadas por el ejército de Amhara y una crisis de refugiados que todavía no ha llegado a su fin pese al término del conflicto. La situación en Tigray es grave. Un estudio publicado por la Humanitarian Information Unite marcaba Tigray en junio de 2022 como una fase cuatro: Emergencia alimenticia. El último informe cuatrimestral de Naciones Unidas determina que los precios de los cereales en Etiopía han subido un 50% con respecto a la media de los últimos cinco años y esto dificulta todavía más su acceso al millón de tigranios que técnicamente puede mantenerse por sí mismo.

Como no hay dos sin tres, una sombra amenaza a la falta de alimentos en Tigray: es Sudán. El país africano que ha copado los titulares internacionales en los últimos días se encuentra frontera con frontera con Etiopía, concretamente con la región de Tigray. Los últimos últimos datos consultados concluyen que casi 9.000 personas han buscado refugio en Etiopía desde el inicio del conflicto, y se teme que las cifras aumenten en decenas de miles durante las próximas semanas. Esto significa que los cinco millones de necesitados en Tigray se sumarán a los refugiados procedentes de Sudán, los cuales se verán igualmente afectados por la interrupción de las ayudas.

Kiros es un taxista tigranio cuyo pueblo de origen se encuentra próximo a la localidad de Abiy Addi, aunque él vive en Addis Abeba. Hablamos y a veces le pregunto su opinión sobre lo que ocurre en su país. Kiros, tras aguantar con una voluntad férrea los horrores de la guerra, teme ahora que la falta de alimentos provoque nuevos saqueos que afectarían a la familia que le queda en el pueblo, que resulta que son pastores. Opina que “cortar las ayudas de comida no van a evitar que la gente necesite comer” y no considera adecuado que los afectados de los próximos robos vayan a ser personas como él. Su testimonio, aunque parezca dramático, no deja de traer una pizca de razón: “¿No será mejor que le roben a la ONU a que roben a mis primos...?" Piensa que Naciones Unidas no necesita de esa comida para sobrevivir.