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Defensa

Ni el sigilo ni la tecnología: la verdadera y alarmante razón por la que EEUU ha frenado en seco su avión del futuro

La Fuerza Aérea de Estados Unidos se debate entre un revolucionario avión cisterna sigiloso o un diseño más convencional para su nueva flota, un dilema marcado por los enormes costes y las prioridades de otros programas armamentísticos

El avión cisterna KC-135 cargando combustible a cazas estadounidenses. USAFUSAF

La Fuerza Aérea de Estados Unidos ha modificado por completo su visión sobre cómo proteger a sus futuras aeronaves de reabastecimiento. La idea de que el sigilo, la capacidad de ser prácticamente invisible al radar, era la única garantía de supervivencia en un conflicto moderno ha quedado atrás. Ahora, los mandos del Pentágono apuestan por un modelo donde el futuro avión cisterna no estará solo, sino protegido por un escudo multicapa a su alrededor.

De hecho, este nuevo enfoque defensivo se basa en un ecosistema tecnológico integrado. La supervivencia de la aeronave ya no dependerá exclusivamente de su diseño, sino del apoyo de avanzados equipos de guerra electrónica capaces de cegar las defensas enemigas y de la escolta de aviones de combate no tripulados, los llamados CCA (Collaborative Combat Aircraft). Se trata de una doctrina de protección mucho más compleja y colaborativa. Esta transición refleja una corriente de pensamiento más amplia en el Pentágono, donde la verdadera superarma de Estados Unidos ya no se considera una plataforma individual, sino la red que las conecta.

En este sentido, este cambio de paradigma estratégico es lo que ha puesto en pausa el ambicioso programa NGAS (Next Generation Air-refueling System), el proyecto para desarrollar el avión cisterna de sexta generación que arrancó en 2023. La Fuerza Aérea ha emitido diversas solicitudes de información a la industria para explorar un abanico de posibilidades que va desde diseños adaptados de reactores comerciales hasta fuselajes de ala integrada, como recoge el medio especializado DefenseScoop.

La alargada sombra del presupuesto sobre el futuro del reabastecimiento

Y es que, en el fondo de esta reevaluación, la principal preocupación es de índole económica. El problema fundamental sigue siendo el coste desorbitado del proyecto original, basado en una plataforma sigilosa. Un desembolso de tal magnitud compite directamente por los fondos con otros programas prioritarios para la defensa norteamericana, como el futuro caza de combate F-47 o el bombardero estratégico B-21. Esta competencia por los recursos es especialmente crítica dado el peligro que afrontan los bombarderos estadounidenses ante el desarrollo de nuevas capacidades por parte de potenciales adversarios.

A pesar de este complejo panorama, el general John Lamontagne, jefe del Mando de Movilidad Aérea, ha querido dejar claro que, aunque se encuentre en una fase de reflexión profunda, el proyecto sigue adelante. La necesidad de contar con una nueva generación de aviones de reabastecimiento capaces de operar en escenarios de alta intensidad no se ha puesto en duda en ningún momento.

Por ello, el Pentágono ha dado un nuevo paso para despejar la incertidumbre. El pasado mes de agosto lanzó una nueva petición a los gigantes de la industria aeroespacial con el objetivo de obtener estimaciones de costes más precisas para el diseño sigiloso. Las empresas tienen de plazo hasta el próximo 24 de octubre para presentar sus propuestas, una fecha que será clave para definir el rumbo final del reabastecimiento aéreo de Estados Unidos.