Primer debate

Sunak, partidario de sacar a Reino Unido de la Convención europea de Derechos Humanos

Ninguno de los dos dudó en interrumpir y arengar a su rival, a pesar de las repetidas súplicas de la moderadora

La inmigración y economía han protagonizado el primer debate televisado de la campaña electoral entre el líder tory Rishi Sunak y el candidato laborista Keir Starmer ante la cita con las urnas el próximo 4 de julio. No ha habido sorpresas. Ni tampoco ganador claro. Quizá el aburrimiento. Ambos políticos carecen de carisma arrollador. Sus propuestas -a excepción de materia de inmigración- apenas se diferencian. Ninguno se salió del guion.

El líder laborista criticó al primer ministro sobre el historial de su partido en el gobierno poniéndole bajo presión para asumir la responsabilidad por los fracasos de los conservadores en los últimos 14 años. Pero Sunak pasó a la ofensiva y su respuesta casi automática fue la de invitar al electorado a considerar el futuro, no el pasado. No obstante, uno y otro siguen sin revelar cómo van a encauzar la deuda pública sin subir impuestos.

Conocedores de que son considerados hombres grises y aburridos, intentaron parecer apasionados, incluso enojados. Ninguno de los dos dudó en interrumpir y arengar a su rival, a pesar de las repetidas súplicas de la moderadora Julie Etchingham, de ITV. Pero a nivel puramente televisivo-showman-entretenimiento, nada tenía que ver con los movidos años de Boris Johnson.

Pese a que los laboristas sacan una ventaja de más de 20 puntos en las encuestas, los datos subyacentes sugieren que Starmer y su partido no son más populares ni más confiables de lo que eran en 2015, cuando los conservadores obtuvieron la mayoría. En definitiva, en las elecciones del 4 de julio, no es tanto que los laboristas van a ganar, sino que los conservadores van a perder. De ahí que Starmer esté siendo extremadamente cauto a la hora de revelar sus cartas.

En materia de inmigración, sin embargo, ambos defendieron enérgicamente sus planes. La irrupción del populista Nigel Farage ha hecho que la campaña se centre en esta materia. El protagonista del Brexit, que se presenta ahora como líder del Reform Uk, tuvo este martes su primer acto de campaña en el distrito Clacton-on-Sea y sufrió el primer incidente después de que una mujer de 25 años le arrojara un batido.

Son muchos los votantes `tories´ desencantados con un Partido Conservador al que ven demasiado liberal. Le acusan de subir demasiado los impuestos, de preocuparse demasiado por el medio ambiente, pero ante todo de haber perdido el control de la inmigración. De ahí que el primer ministro Sunak haya defendido durante el debate su controvertido Plan Ruanda -de dudosa legalidad- para deportar al país africano a los solicitantes de asilo llegados por rutas irregulares. Y de ahí que ahora, con el regreso de Farage, haya recalcado que está dispuesto a sacar al Reino Unido de la Convención Europea de Derechos Humanos si el Tribunal de Estrasburgo - que paralizó la primera versión de la polémica normativa- vuelve a interponerse en sus planes.

Por su parte, Starmer ha prometido cancelar el Plan Ruanda si llega a Downing Street alegando ineficacia e ilegalidad de la propuesta. Promete una reducción en las cifras de ilegales, pero sin atreverse a proponer una cantidad, limitándose a prometer mayor formación laboral para los ciudadanos británicos, a fin de que accedan ellos a los puestos de trabajo que hoy desempeña la mano de obra extranjera.

La cifra neta de migración en el Reino Unido, el número total de nuevos habitantes menos el de los que salen del país, fue el año pasado de 685.000 personas. En 2022, se alcanzó el récord de 764.000.