Reino Unido

Sunak despeja el órdago escocés con la renuncia de Sturgeon

Los laboristas buscan recuperar su hegemonía en Escocia gracias

a la crisis de los independentistas

De todos los problemas a los que se enfrenta el primer ministro británico, el conservador Rishi Sunak, –que no son pocos– hay uno que, en apenas unas horas, parece que ha pasado de ser prioritario a prácticamente desvanecerse.

La inesperada dimisión de Nicola Sturgeon como responsable del Ejecutivo de Edimburgo el pasado miércoles ha dejado al nacionalismo escocés sumido en una profunda crisis. La líder del Partido Nacional Escocés (SNP) era considerada una de las políticas más valoradas de la última década. Pero, tras más de ocho años en el cargo, se va sin conseguir su ansiado sueño independentista y sin dejar un claro sucesor.

La formación independentista queda ahora huérfana, completamente dividida por políticas domésticas y sin estrategia clara para conseguir un nuevo referéndum de secesión.

Tras la renuncia de Sturgeon, los unionistas se mostraron encantados, por lo que podría interpretarse como una gran noticia para el Gobierno conservador en el número 10 de Downing Street. Sin embargo, la lectura política es mucho más compleja.

Es cierto que Sunak no tiene ahora tanta presión ante un órdago nacionalista. Sin embargo, el hecho de que el SNP pueda perder protagonismo en Escocia es algo que juega a favor del laborismo escocés, que dominó la nación durante décadas antes del auge nacionalista.

Los laboristas aspiran ahora a recuperar gran parte de los 59 asientos de Westminster asignados a la región, por lo que incrementarían aún más sus posibilidades de ganar las próximas elecciones generales previstas para el próximo año donde, según los sondeos, sacan hasta 20 puntos de ventaja al Partido Conservador. Por lo tanto, la crisis del SNP no es algo que favorezca tanto a los «tories» como se podría pensar.

Por otra parte, aunque es cierto que el SNP no tiene ahora un rumbo definido, los analistas advierten que no hay que dar por muerto al independentismo escocés. La justificación para negar a Escocia un nuevo referéndum sobre la base de que el celebrado en 2014 fue «único en una generación» se erosionará con el tiempo. Y, según las encuestas, los jóvenes escoceses están a favor de la independencia, por lo que el factor demográfico poco a poco irá tomando cada vez más terreno.

Por lo tanto, quien quiera que gane las próximas elecciones generales británicas –laboristas o conservadores– tienen aún un largo trabajo para convencer a los escoceses de que Westminster no solo piensa en Inglaterra.

El debate constitucional, en definitiva, no va a desaparecer. Sobre todo teniendo en cuenta que el Brexit –al que se opuso el 62% del electorado escocés– está mermando considerablemente la economía en Reino Unido.

No obstante, el SNP tiene ahora la difícil misión de comenzar una nueva etapa. El movimiento independentista estaba tan ligado a la figura de Sturgeon que ahora va a ser complejo encontrar un reemplazo a la líder del SNP.

De momento, las filas están enfrentadas en luchas internas. Y está por ver si el próximo líder apostará por una estrategia independentista suave o se inclinará más por la confrontación con Londres.

Hasta ahora, Sturgeon siempre había optado por una vía legal alejándose por completo del modelo catalán de elecciones unilaterales fuera de la ley. Después de que a finales del año pasado los jueces del Tribunal Supremo de Londres decidieran por unanimidad que el Parlamento autónomo de Edimburgo –con una mayoría a favor de la secesión de Reino Unido– no cuenta con la autoridad para organizar un nuevo plebiscito sin el consentimiento del Ejecutivo central británico, Sturgeon planteó que las próximas elecciones generales en Escocia debían considerarse como un referéndum «de facto» sobre la independencia.

Pero un importante sector de sus filas no estaba de acuerdo con el plan. La formación tiene previsto celebrar una conferencia especial el próximo 17 de marzo. Pero podrían pasar hasta tres meses para conocer quién es el próximo responsable del Ejecutivo en Edimburgo.