Tiroteos en Estados Unidos

Trump aplaza el debate sobre la restricción de armas

El presidente americano visita Las Vegas junto a su esposa Melania para mostrar su respeto a las víctimas del peor tiroteo en la historia de Estados Unidos.

El presidente de Estados Unidos, Donald Trump (i), habla junto a la comisionada de Puerto Rico residente en Washington, Jenniffer González (d), y el gobernador de Puerto Rico, Ricardo Rosselló (c), a su llegada al municipio de Guaynabo
El presidente de Estados Unidos, Donald Trump (i), habla junto a la comisionada de Puerto Rico residente en Washington, Jenniffer González (d), y el gobernador de Puerto Rico, Ricardo Rosselló (c), a su llegada al municipio de Guaynabolarazon

El presidente americano visita Las Vegas junto a su esposa Melania para mostrar su respeto a las víctimas del peor tiroteo en la historia de Estados Unidos.

Inmediatamente después de llegar a la suite de la planta 32 del Mandalay Bay en Las Vegas (Nevada), Stephen Paddock, de 64 años, colgó el cartel en la puerta de «No molestar». No quería que mientras estuviese allí entrase nadie del servicio del hotel para hacerle la cama y arreglarle la habitación. Cuando hay una de estas señales en la puerta, los camareros sólo pueden acceder con un guardia de seguridad. Pero eso ocurre en raras ocasiones.

Quería estar solo para que nadie pudiera observar algo que le hiciera sospechar de lo que tenía entre manos. Era consciente de que el personal de los hoteles está preparado para detectar cualquier señal extraña en las habitaciones. Y sin duda las diez maletas en las que había transportado su arsenal de 23 armas hubiesen levantado sospechas. Paddock había preparado un plan meticuloso, que apenas dejaba margen de error: disparar a sus víctimas desde una posición elevada para matar al máximo número posible, debido a que su habitación le proporcionaba un campo de visión excepcional para no fallar en el tiro. Y crear un circuito de vigilancia con cámaras de vídeo en su habitación y el pasillo para estar en todo momento preparado ante la previsible llegada del equipo de élite de los SWAT. Había dos cámaras en el pasillo antes de llegar a la suite. Una de ellas en un carrito del servicio del hotel. Y la tercera estaba colocada en la mirilla de la puerta.

«Creo que esperaba a que llegasen a detenerlo», indicó el comisario de la Policía de Las Vegas Joseph Lombardo, a cargo de la investigación. Para hacer su plan más certero, Stephen Paddock cambió la parte final de doce de los rifles que se llevó a la habitación. Sustituyó empuñaduras y culatas por otras que le permitieran disparar a ráfagas, debido a que el proceso de disparo con sus armas convencionales le hacía perder tiempo por el retroceso generado al salir el proyectil. En vez de disparar un proyectil cada sesenta segundos, consiguió que saliesen del cañón cientos por minuto. Y así estuvo durante 11 minutos. Pum-Pum-Pum... Pero más allá de esa premeditación y cálculo minucioso de la matanza, el comisario Joseph Lombardo y los agentes del FBI que trabajan en la investigación siguen sin encontrar el motivo que le llevó a actuar.

El presidente norteamericano, Donald Trump, se trasladó ayer a Las Vegas para encontrarse con los heridos y supervivientes de la mayor matanza hasta la fecha en Estados Unidos. Era la primera vez que se tenía que enfrentar como presidente de la nación a un tiroteo masivo. Sin todavía unas mínimas conclusiones sobre la investigación policial, Trump aseguró antes de partir a Las Vegas que Paddock era «un hombre enfermo, un hombre demente. Hablamos de un individuo muy enfermo». Informaciones periodísticas indican que Paddock podría estar bajo tratamiento de antidepresivos, pero estos datos no han sido confirmados.

Junto con su esposa Melania Trump, con la que se trasladó a la ciudad del juego, insistió en que el tiroteo que acabó con 59 vidas inocentes «es algo muy triste. Vamos a presentar nuestros respetos». Pero sobre la introducción de controles en la compra de armas el presidente zanjó el debate: «Hablaremos dentro de un tiempo sobre la ley de armas». Sin embargo, todos los detalles revelados hasta ahora son más que suficientes para que el Partido Demócrata reabra en el Congreso el debate sobre el acceso a las armas, debido a que nada de lo que Paddock hizo es ilegal. El hecho de que el tirador pudiera almacenar 23 armas de fuego en la habitación del Mandalay y otras 19 en su casa de Mesquite sin levantar ninguna alarma hace replantearse si se deben endurecer los controles sobre la adquisición de las armas. Las preguntas que se hacen estos días algunos norteamericanos es si habría que retirar ciertos accesorios del mercado; o si se debería limitar el número de armas que puede comprar cada individuo en Estados Unidos. Precisamente, la senadora demócrata de California, Diane Feinstein, ha solicitado durante años la prohibición de los recambios del cañón de los rifles como los que usó Paddock. «Es lo mínimo que podemos hacer», reconoció la senadora.

Mientras, el líder de la mayoría republicana en la Cámara Alta, Mitch McConnell, cuyo partido se niega a endurecer la ley de armas, intentó frenar a Feinstein. «La investigación todavía no ha terminado. Me parece prematuro discutir la posibilidad de soluciones legislativas en caso de que las haya», expresó el senador de Kentucky en un lenguaje muy medido, el cual deja ver que los políticos conservadores intentarán frenar cualquier intento demócrata por endurecer la posesión de armas.