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Estados Unidos

Trump promete patrullas en Washington… pero acaba repartiendo pizza y hamburguesas a la policía

El presidente visita a los agentes de la Park Police y realiza un gesto simbólico en lugar de patrullar

Donald Trump durante el reparto ASSOCIATED PRESSAP

El presidente Donald Trump sorprendió al público al reemplazar la prometida patrulla por las calles de Washington D.C. con un gesto mucho más simbólico: repartió hamburguesas, preparadas en la cocina de la Casa Blanca, y pizzas compradas en una cadena italiana a los agentes de la Park Police que se encontraban en labores de seguridad en la ciudad. Lo que había anunciado como una intervención directa en el terreno se transformó así en un acto similar a un pícnic, cargado de simbolismo más que de acción concreta.

Ayer por la tarde, durante su visita a la sede de la Policía de Parques en Anacostia, un suburbio al sureste de la Casa Blanca, Trump defendió la movilización de la Guardia Nacional en la capital y dejó entrever que podría replicar la medida en otras ciudades, especialmente aquellas gobernadas por demócratas. Para el mandatario, la maniobra busca generar una sensación de alarma, responsabilizar a autoridades locales y presentarse como garante del orden, pese a que la delincuencia en la mayoría de las ciudades, incluida Washington, ya se encontraba en descenso.

Con la movilización de la Guardia Nacional, Trump se arrogó el control de soldados normalmente bajo jurisdicción de los gobernadores, asignándoles tareas de seguridad pública. Este enfoque recuerda su actuación en Los Ángeles durante las redadas a inmigrantes, donde también invocó emergencias nacionales para intervenir directamente y reforzar su narrativa de liderazgo firme frente al crimen.

Aunque por la mañana había prometido recorrer las calles con los agentes, la realidad fue que solo los visitó en su puesto de mando. Allí los saludó, les agradeció su labor y compartió pizzas y hamburguesas mientras afirmaba que su intervención había reducido la delincuencia. El episodio pone de relieve cómo Trump mezcla gestos simbólicos con mensajes políticos estratégicos, priorizando el impacto mediático sobre las acciones concretas en el terreno.