Historia

Andalucía

¿Reyes Magos de Andalucía?

La reciente publicación del tercer volumen de Benedicto XVI dedicado a la vida de Jesús ha originado muchas informaciones erróneas

¿Reyes Magos de Andalucía?
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Quizá una de las circunstancias más tristes relacionadas con la trilogía de Joseph Ratzinger sobre Jesús sea que, para criticarlo o para lisonjearlo, muy pocos de sus críticos parecen haber leído sus libros. Es una pena porque se trata de tres obras ciertamente interesantes y actuales y también porque deja de manifiesto la falta de responsabilidad de algunos reporteros. Un ejemplo ha sido la afirmación de que el último tomo señala que los Reyes Magos eran andaluces cuando la obra en cuestión no afirma nada parecido. Ratzinger explica correctamente lo que dice el Evangelio de Mateo y luego señala cómo autores posteriores conectaron el pasaje con el texto del salmista que habla de los reyes que vendrían de zonas del mundo como Tarsis.

Eso es todo. Pero Ratzinger aparte, ¿qué sabemos históricamente de los llamados Reyes Magos? La única fuente fiable que se refiere a ellos es el Evangelio de Mateo, que no los denomina «reyes» sino «magos» –es decir, procedentes de un pueblo ubicado en Irán de ese nombre– que señala que se pusieron camino de Judea tras observar un astro y que llevaron al mesías oro, incienso y mirra. En otros términos, los personajes en cuestión eran iranios que conocían la expectativa mesiánica que existía entre los judíos –algo comprensible dado el número considerable de exiliados de Israel en esa zona del mundo– y que se pusieron en camino para conocerlo. El resto es mera conjetura. Por ejemplo, no sabemos realmente si eran tres.

Los cristianos armenios, por ejemplo, creen que fueron doce –como las tribus de Israel o los apóstoles– y les dan doce nombres. De hecho, la primera referencia al número de tres no la hallamos hasta el siglo IV en «Orígenes» y tuvo que esperar al siglo siguiente para que León I el magno la diera por buena. En ese mismo siglo V, aparecen también las primeras menciones de los nombres de los magos. En los «Excerpta Latina Barbari» son llamados Melichior, Gathaspa y Bithisarea y en un Evangelio de la infancia que sólo nos ha llegado en traducción armenia se los denomina Balthazar, Melkon y Gaspard.

Se hallaban ya cerca de los nombres tradicionales que se verían consagrados un siglo más tarde. En el siglo VI, en la iglesia de San Apolinar Nuevo de Rávena aparecen representados por primera vez. La representación de este templo es digna de consideración porque, efectivamente, los magos van ataviados como persas, con el gorro frigio y los pantalones. También se pueden leer sus nombres como Melchor, Gaspar y Baltasar, aunque, como en el caso del número, los apelativos han originado no poca controversia. A los ya citados, podemos añadir, por ejemplo, también los nombres de Appellicon, Amerín y Damascón y de Magalath, Serakin y Galgalath.

De todas estas noticias, quedémonos como seguras con las que aparecen en el Evangelio de Mateo y demos un valor mucho más limitado a las relacionadas con las diversas tradiciones. Sin embargo, no incurramos en la falta de respeto. A fin de cuentas, los magos nos visitarán dentro de pocos días.