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Salud

El asesino silencioso que podría estar causando ataques cardíacos en las mujeres

Más de la mitad de los infartos en mujeres se diagnostican erróneamente. Un estudio estadounidense revela que sus causas, a menudo ignoradas, difieren por completo de las que sufren los hombres

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Recibir un tratamiento inadecuado tras un infarto es un riesgo real y alarmante, sobre todo si la paciente es mujer. La razón de este peligro no es otra que un error de base en el diagnóstico, provocado por la idea extendida de que todos los ataques al corazón responden a un único patrón. Un estudio reciente llevado a cabo en Estados Unidos por la prestigiosa Mayo Clinic destapa una realidad médica que exige un cambio de enfoque urgente en las salas de urgencias de todo el mundo.

De hecho, la imagen clásica del infarto —una obstrucción arterial por un coágulo o una placa de ateroma—, que ha dominado la medicina durante décadas, resulta ser un modelo de diagnóstico incompleto para la población femenina. Según los datos de la investigación, esta causa, conocida como aterotrombosis, solo explica el 47 % de los infartos en mujeres, dejando más de la mitad de los casos envueltos en una peligrosa incertidumbre.

Por el contrario, ese mismo cuadro clínico sí se corresponde con la abrumadora mayoría de casos masculinos, hasta el punto de representar tres de cada cuatro ataques al corazón en hombres. Este desequilibrio demuestra que los protocolos médicos tradicionales, diseñados en gran medida a partir del modelo masculino, pueden fallar estrepitosamente a la hora de atender a las mujeres, una situación que, tal y como han publicado en Vice, deja a muchas pacientes en una situación de enorme vulnerabilidad.

El desgarro arterial, un peligro oculto para ellas

En este sentido, la investigación identifica la causa principal detrás de ese 53 % de infartos femeninos no explicados por la vía tradicional. Se trata de la Disección Coronaria Espontánea (SCAD), una patología que consiste en un desgarro en la arteria coronaria. Este evento provoca que la sangre se filtre entre las capas de la pared del vaso, comprimiéndolo y bloqueando el flujo sanguíneo de forma similar a un coágulo, pero con un origen completamente distinto, según detalla la investigación publicada en el Journal of the American College of Cardiology. El dato más revelador es que las mujeres tienen una probabilidad casi seis veces mayor de sufrir este tipo de lesión.

Asimismo, al SCAD se le suman otras causas menos frecuentes que también afectan de forma desproporcionada a las mujeres. Entre ellas se encuentran las embolias coronarias u otros factores de estrés fisiológico extremo, como puede ser una anemia severa, que conforman un abanico de posibilidades que los médicos deben tener presente.

Por todo ello, los responsables del estudio instan a la comunidad médica a revisar los protocolos de actuación. La conclusión es clara: aferrarse a un enfoque único para diagnosticar el infarto de miocardio no solo es insuficiente, sino que puede llevar a aplicar tratamientos ineficaces o incluso contraproducentes. Es fundamental, por tanto, que se consideren sistemáticamente estas otras causas para garantizar una atención adecuada y evitar diagnósticos erróneos que pueden tener consecuencias fatales.