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Felicidad

Estos son los errores que te impiden ser feliz

Más allá de los consejos habituales para alcanzar la felicidad, existe un hábito común que socava el bienestar

Felicidad istock

Las redes sociales, convertidas en un hábito casi universal, se han revelado como una fuente de malestar profundo. Su influencia se extiende negativamente sobre nuestro día a día, la auto-percepción individual y, en última instancia, la felicidad general de los usuarios. La paradoja reside en que, mientras buscamos conexión, nos sumergimos en un mar de comparaciones.

Asimismo, estas plataformas, concebidas inicialmente como herramientas para acercarnos, proyectan a menudo una imagen distorsionada donde las vidas ajenas parecen intrínsecamente perfectas, rebosantes de alegría y objetos de envidia. Esta percepción genera una dicotomía dañina con la cruda realidad del usuario, que percibe sus propias vivencias como insuficientes.

A pesar de la creciente conciencia sobre esta dinámica, subsiste la incógnita de por qué, conociendo el artificio, seguimos sucumbiendo a la trampa de la comparación constante. El ciclo de observar, comparar y sentir envidia parece perpetuarse, mermando el bienestar de manera silenciosa pero constante.

La arquitectura del engaño digital al descubierto

En detalle, tras el telón de la aparente perfección, existe una realidad que pocos usuarios quieren admitir. La mecánica de esta "perfección" virtual se asienta en un hecho fundamental: la inmensa mayoría del contenido que se consume en redes sociales no es completamente cierto ni genuino en su esencia, según señalan desde GQ.

Así, los usuarios tienden a compartir de forma selectiva, exhibiendo únicamente los aspectos más positivos y pulcros de sus vidas, ocultando intencionadamente su realidad completa. Este filtrado alimenta la ilusión colectiva y la comparación con logros ajenos en plataformas como Facebook, Instagram o TikTok, provocando envidia y sentimientos negativos.

En este sentido, el coste psicológico de esta comparación irreal resulta notable. La experta en psicología Suzanne Degges-White subraya que las personas genuinamente felices no dedican su tiempo ni energía al resentimiento o la envidia por los éxitos ajenos. Esto valida que el malestar experimentado es, en realidad, una respuesta anómala a una situación fabricada.

Por lo tanto, dado que la imagen general que se presenta en estas plataformas no es 100% genuina, los sentimientos de malestar o envidia generados por esta comparación carecen de una base real, invalidándose por completo. Ante este panorama, la recomendación es unánime y directa: reducir el tiempo de exposición a las redes sociales es el antídoto más eficaz para mejorar el bienestar personal. Desconectarse de la pantalla permite reconectar con la realidad, priorizando la autenticidad de la propia vida frente a la ilusoria perfección digital que se promueve.