Casas reales

La tiara de Franco que todavía no se ha puesto Matilde

Carmen Polo entregó en 1960 a Fabiola la tiara que Franco le regaló en nombre de España por su boda
Carmen Polo entregó en 1960 a Fabiola la tiara que Franco le regaló en nombre de España por su bodalarazon

Aunque se conoce el destino de la mayor parte de la herencia de la Reina Fabiola, aún se desconoce el paradero de algunas piezas que formaron parte activa de su vida. Joyas como las regaladas por su esposo o la mismísima Carmen Polo, en nombre de España, conforman un extenso patrimonio del que no se ha confirmado su estado actual. Es precisamente la famosa tiara que la Reina recibió como regalo de boda del general Franco, en 1960, una de las que más utilizó durante su vida, no tanto por la preciosidad de la pieza sino por su versatilidad: también podía lucirse como collar y como diadema, contando para ello con las monturas correspondientes a tales efectos y con varios juegos de tachones de piedras preciosas que lo hacían combinable casi para cualquier ocasión.

El presente, comprado por el Estado español a la duquesa de Medinaceli, fue entregado por la esposa de Franco, doña Carmen Polo en el Palacio de la calle Zurbano ante una multitud de periodistas gráficos. Sin embargo, nadie de los allí presentes, ni siquiera la responsable del regalo, podía presagiar el verdadero motivo por el que se hizo tan famosa la corona: estaba compuesta por piedras falsas. Aunque en un primer momento no trascendió el origen de la pieza, años más tarde se supo que el regalo había sido adquirido a la duquesa de Medinaceli, quien había tenido depositada la corona durante años en un convento para servir de ornato a una imagen de la Virgen.

Esta circunstancia, según algunos expertos, le dio la oportunidad perfecta a las religiosas que custodiaban la joya de ir sustituyendo las piedras preciosas que le daban color por cristales de nulo valor económico, para así poder hacer frente a las sucesivas necesidades del convento.

Cuando la Corte belga examinó la tiara y comunicó la verdad sobre las joyas que la adornaban, el Estado español adquirió un lote completo de esmeraldas y rubíes para renovar la ornamentación falsificada. Solucionado el problema, esta corona fue una de las piezas más utilizadas por la Reina. No sólo fue la joya elegida como tocado en el baile en el Palacio Real de Bruselas la noche anterior a su boda, sino también durante las visitas oficiales, junto a la Reina de Inglaterra y junto a la Emperatriz del Irán, durante su estancia en la legendaria Viena imperial o como collar durante la cena de gala celebrada en 1978 en el Palacio Real de Madrid, cuando los monarcas belgas devolvieron a Don Juan Carlos y Doña Sofía su anterior visita de estado a Bruselas.