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Paulina Rubio: «Me han roto el corazón lo suficiente para querer más»
La mexicana publica «Deseo», un nuevo álbum con la consabida estética latina y el amor como tema.
Regresa Paulina Rubio, siempre una veleta en la distancia corta. Nunca se sabe por dónde puede salir la mexicana, que se arranca y ni ella misma imagina hacia dónde le conduce una frase. Pero no vamos a descubrir ahora a Paulina, que publica «Deseo», un nuevo disco confeccionado a la medida de las nuevas modas de canción latina, con sus dosis de perreo.
–¿El «Deseo» del título es el que se pide cuando se soplan las velas de cumpleaños o se trata de uno más carnal?
–Son múltiples. El que pides antes de soplar las velitas o el que te lleva a decidir qué carrera vas a estudiar en la universidad o el que te lleva a escoger a tus amigos... Creo que el deseo es la mecha que prende el fuego. El de la vida y el del amor. Es el Big Bang.
–¿Cuál es su mayor deseo ahora?
–Sería no tener pasaportes para viajar por todo el mundo. O que la comida no engordara. O que los hombres no pensaran que hablamos demasiado.
–El presente de la música es una mujer y latina.
–¡Claro! Paulina Rubio.
–Hay muchas mujeres latinas fuertes ahora.
–Yo digo que el deseo es unisex. Hombre y mujer. Es uno, cero, uno, cero... como el ADN.
–¿Le lleva el deseo a equivocarse a veces?
–El deseo te lleva a la fuente del deseo. Por supuesto que te equivocas, pero puedes aprender de tus errores y eso es chulo. Y el deseo es mágico porque es como la mente y el ADN, es infinito.
–Ha utilizado la palabra «chulo». ¿De dónde se siente, donde está su casa?
–Yo me siento universal. España es mi segunda patria, sin duda. Mi abuela es de Galicia, pero en Miami se dice «mola» también, aunque yo me lo traje de acá, obviamente. Mola mogollón. Tengo amigos de todas partes y España está muy presente allí.
–Y el reguetón, ¿le gusta?
–Me gusta todo lo que es arte. No estoy en contra y el reguetón me hace quemar calorías algunas horas, no creas.
–¿En el gimnasio?
–Nooo, en los bolos, en discotecas o festivales del cole. Son ritmos que te hacen sudar.
–Así que no lo canta solo porque está de moda.
–Me gusta y lo digiero bien.
–Dicen que las letras son muy machistas.
–Hay algunas que sí se pasan muchísimo, pero no deja de ser arte de alguien que quiere hacer eso. Creo que hay libertad de expresión. Y yo no voy a ir a por el género que a todo el mundo atrae, al contrario. Creo que hay que regenerarse o morir.
–Canta en «spanglish».
–Ha salido así. Y tal cual la dejamos crecer. Se habla de esa manera en Miami, en Chicago, en Los Ángeles, en Texas, en Nuevo México... en todas partes.
–¿Cuántas veces le han roto el corazón?
–Las suficientes para querer más.
–¿No se cansa?
- ¿Del amor? Nooo. De la política, sí. O de lo que no hago. Pero no de algo que me hace vibrar. Soy amor. Estoy hecha de amor.
–¿Pero no duele?
–Nacer duele. Pero eso no quiere decir que no quieras nacer, ¿no?
–¿No existen vacunas?
–El dolor tiene una razón de ser. Si la felicidad fuera eterna no habría ese balance y desequilibrio para encontrar tus niveles. Pero el desamor es muy chulo para las canciones, para componer. Y también para crecer.
–¿A los ex les escribe canciones por despecho?
–No... ya se fueron...
–¿No le motivan a escribir?
–En su momento escribo y trasciendo ese sentimiento a otras cosas. Porque uno se tiene que quedar donde le gusta. Y el sufrimiento no es un sitio donde me guste estar. Me gusta pasar por ahí y crecer, para ir a otro escenario.
–¿Y cómo supera el dolor?
–Creo que es parte de la vida misma. Pero yo hablo de ser, de que te dejen ser, de volar alto y ser fuerte.
–¿Es un mensaje feminista?
–No, no. Puede ser pegarle fuerte a un balón o pisar fuerte.
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