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Menú diario a base de microplásticos

No se ven pero está en todas partes. Las mujeres ingieren cada día una media de 10 de estas partículas, y los hombres, 14

Más del 80% de las muestras de agua contienen trazas de estas pequeñas partículas que no se ven pero están en todas partes
Más del 80% de las muestras de agua contienen trazas de estas pequeñas partículas que no se ven pero están en todas parteslarazon

No se ven pero está en todas partes. Las mujeres ingieren cada día una media de 10 de estas partículas, y los hombres, 14.

Cada día millones de trabajadores calientan sus tuppers en el microondas del trabajo a las dos y media de la tarde. Hoy van a comer sano: pescado y ensalada. Pero un ingrediente sorpresa se cuela en el menú: el plástico. Una mujer traga cada día de media 10 partículas de microplástico y un hombre, 14. Este residuo, que a simple vista no se ve, está en todas partes, en el agua que bebemos, la sal con la que condimentamos los platos o el pescado que comemos. También en el ambiente. Son partículas minúsculas que se desprenden de muchos de los objetos y productos hechos con plásticos: prendas de vestir, limpiacristales o recipientes para guardar alimentos. Acaban como desechos en el mar y de ahí pasan a nuestra dieta. Se desconoce cómo puede afectar la presencia de estas sustancias químicas en el organismo humano y, en consecuencia, en la salud, pero la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria ya lo considera un riesgo emergente. Ocho millones de toneladas de plástico entran en los océanos anualmente, según el estudio «Invisibles. El plástico dentro de nosotros», de la organización periodística sin ánimo de lucro Orbmedia. Esto supone un grave problema medioambiental. Las investigaciones realizadas han comprobado que el plástico no desaparece, solo se descompone en partículas minúsculas que acaban en el agua o incrustadas en el plancton. Los peces las comen y así terminan en nuestra cadena alimentaria. La Organización de Consumidores y Usuarios hizo un análisis a 102 animales del mar como mejillones, almejas, chirlas, langosta, gambas o langostinos y encontró microplásticos en el 68% de ellos. Los microplásticos también llegan a nuestro organismo a través del agua del grifo y del agua embotellada. Otra investigación de Orbmedia encontró fibras plásticas en el agua del grifo de más de una docena de ciudades de los cinco continentes. Más del 80% de las muestras de agua de ciudades como Los Ángeles, Londres o Yakarta tenían microplásticos.

¿Qué se puede hacer para frenar su presencia en nuestro organismo? En primer lugar, reducir su consumo en la vida diaria. Pequeños gestos como llevar una bolsa reutilizable para comprar en el mercado, optar por alimentos empaquetados con papel o cartón o comprar ropa hecha con tejidos naturales como el algodón reducen considerablemente su
uso. También sustituir los tuppers, los platos o las pajitas de plástico por objetos hechos con otro material como los
que proponen en la web www.sinplastico.com

En segundo lugar, reutilizar el plástico que ya existe. Utilizando las bolsas del supermercado como bolsas de basura o las botellas de agua como macetas. Por último, cuando no hay otro uso posible, reciclarlo. Los porcentajes de reciclaje son bajos, en Europa solo se recicla un 36%, mientras que en Estados Unidos, un 12%. Unas cifras que demuestran que, todavía, queda mucho por hacer.

Adiós a las microperlas y a la pasta de dientes

La utilización de los microplásticos en productos cosméticos y de aseo personal está prohibida o restringida en varios países europeos, así como en Estados Unidos y Canadá. Suecia ha sido el último país en sumarse a esta prohibición desde el 1 de julio.

El anuncio de esta medida, el pasado febrero, coincidió con la publicación de el documento «Estrategia de plásticos» de la Comisión Europea, que habla de cómo frenar la contaminación de los océanos por los desechos de plásticos, ante la perspectiva, según la propia Comisión Europea, de que en 2050 habrá «más plásticos que peces en nuestros océanos». Los microplásticos se suelen utilizar principalmente en cremas exfoliantes y en pastas de dientes por su acción abrasiva. Estas partes diminutas de plástico acaban en el desagüe después de limpiarse la cara o los dientes. Como no pueden ser eliminados por los sistemas de filtración de tratamiento, terminan en el mar, contaminándolo. De ahí la necesidad que han visto muchos países de prohibir esta práctica.