
Estafa
Santiago Niño Becerra, economista, "Me han vuelto a estafar"
La imagen del economista Santiago Niño Becerra vuelve a ser utilizada como cebo en una estafa financiera, una suplantación de identidad que él mismo ha denunciado para atraer a inversores con falsas promesas de patrocinio

La postura del economista Santiago Niño Becerra no admite matices: cualquier plataforma de inversión que utilice su nombre o su imagen es, sencillamente, una estafa. De forma tajante, ha negado públicamente tener vínculo alguno con estos productos, dejando claro a través de sus redes sociales que jamás ha recomendado producto alguno de esta naturaleza. "Me han vuelto a estafar, me informan de que una plataforma de asesoría financiera dice que esta patrocinada por mi. Falso". Y reitera que ya no es la primera vez que le pasa
En realidad, lo que se esconde detrás de estas campañas es una sofisticada trama delictiva. Los estafadores han montado supuestas plataformas de asesoría que se presentan como iniciativas patrocinadas por el economista. De este modo, se apropian de su credibilidad para atraer a inversores desprevenidos, intentando convencerlos de que sus operaciones cuentan con el respaldo de una de las voces más respetadas en el panorama económico nacional.
Sin embargo, esta situación no es nueva para él. La suplantación de su identidad se ha convertido en una táctica lamentablemente recurrente para los conocidos como "chiringuitos financieros", que buscan una pátina de legitimidad para sus operaciones fraudulentas. Se trata de un patrón que se repite periódicamente y que obliga a Niño Becerra a desmentir, una y otra vez, su implicación en estas actividades ilícitas.
Un mensaje claro para evitar caer en la trampa
Por esta razón, la advertencia del divulgador busca ser un aviso tajante y directo para proteger a los ciudadanos. Insiste en que cualquier publicidad, promoción o recomendación de activos financieros que emplee su figura es falsa. El objetivo de su contundente negación es evitar que los inversores caigan en un engaño que podría tener consecuencias económicas muy serias.
Asimismo, su caso subraya un peligro cada vez más extendido en el entorno digital: el uso de la imagen de personajes públicos para ganar la confianza de potenciales víctimas. La recomendación de fondo es clara y extensible a cualquier oferta de inversión de origen dudoso: desconfiar de promesas irreales de rentabilidad y verificar siempre la autenticidad de las entidades que ofrecen dichos servicios. Para el economista, la conclusión es simple: todo lo que lleve su cara en este ámbito es un timo.
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