Andalucía

¿Es creíble el renacimiento rural?

La despoblación rural no es solo un fenómeno español, sino mundial. Esa preocupación ha promovido el destino de fondos millonarios. a proyectos de la FAO y la Unión Europea

La despoblación rural no es solo un fenómeno español, sino mundial. Esa preocupación ha promovido el destino de fondos millonarios

a proyectos de la FAO y la Unión Europea

Tan extendido como cierto es el lamento por la despoblación rural, que no es sólo un fenómeno español, sino mundial. Hoy la mayor parte de la población mundial vive en las ciudades y deja atrás toda una huella rural amenazada con caerse a pedazos piedra a piedra. Esa preocupación ha promovido el destino de fondos millonarios a los proyectos de «Rural Renaissance» o renacimiento rural. Fondos que proceden de instituciones internacionales tan importantes como la FAO o la Unión Europea (UE). Para ser precisos, el renacimiento rural será una de las áreas focales del próximo programa marco de la UE –el noveno– para el período 2021-2027 y que recibirá el nombre de «Horizonte Europa». La dotación estimada es de unos 100.000 millones de euros y ya llevan trabajando sobre él miles de empresas, centros de investigación y administraciones locales. Las autoridades municipales pueden quedarse en el lamento y en la captura de pequeñas subvenciones para reparar colegios, centros de salud o calles, pero no evitarán así la despoblación. Son medidas necesarias, sin duda, pero de medio plazo. En mi opinión es necesario abordar este desafío a partir de la humildad y la visión estratégica. Humildad porque hay que reconocer que el movimiento demográfico del campo a la ciudad es masivo, además de lógico, por estar asociado al deseo humano de buscar la prosperidad. Pero también «visión estratégica» porque será la clave para garantizar la supervivencia de los núcleos rurales más audaces. Naturalmente, desarrollar una visión estratégica exige sobrepasar las políticas de partido que hacen tabla rasa con las actuaciones previas cada vez que hay alternancia en los gobiernos municipales. Se necesita una especie de pacto local inspirado en los «pactos de Estado» que blindan las cuestiones importantes de los vaivenes electorales. Esa visión estratégica debe pasar por conectar parte de la industria local con otra de las áreas focales que están sobre la mesa, me refiero a la economía circular o industria circular. La idea es suficientemente difusa como para necesitar de algún ejemplo concreto. Veamos. En Andalucía el ochenta por ciento de los residuos acaban en un vertedero y su fermentación emite gas metano que es cuatro veces más dañino que el CO2. Un ejemplo de cómo transformar una industria rural en una industria circular con muchas más posibilidades de éxito lo ofrece el proyecto Water2Return que lidera la empresa Bioazul, con la Universidad de Sevilla y otra universidad portuguesa, entre otros socios. El proyecto se desarrolla en un matadero cárnico de Santiponce. Cuenta con financiación de la UE en el marco del proyecto H2020. Hace «minería» en los residuos del matadero obteniendo tres tipos de productos: bioenergéticos, biofertilizantes y bioestimulantes agrícolas. Los productos bioenergéticos son el metano y el hidrógeno, este último permitiría desarrollar una batería o pila de almacenamiento eléctrico a partir de autogeneradores basados en energías renovables instalados en la planta industrial. Los productos biofertilizantes obtenidos del tratamiento de residuos consisten, fundamentalmente, en bio nitratos o bio fosfatos. A estos productos hay que unir los ya citados bioestimulantes agrícolas. Lo anterior es sólo un ejemplo de cómo una industria rural tan extendida como un matadero puede reinventarse en un negocio con muchas más líneas de producto que solamente las tradicionales. La planta de Procavi en Marchena es otro ejemplo de industria circular, pero hay muchos más. España ha demostrado que tiene una tecnología suficientemente madura a nivel de mercado para la gestión de los residuos. Sin ir más lejos, somos la nación que más aguas residuales recicla. Precisamente esto último debe permitir la revalorización de parte de la superficie agrícola que se beneficie de los coproductos de las estaciones depuradoras de aguas residuales (EDARs) repartidas por todo el territorio. En definitiva, hay posibilidades para el renacimiento rural pero que nadie se llame a engaño: ni todos los núcleos rurales tienen las mismas posibilidades, ni gobernantes con visión estratégica de las cosas. Permítanme otro ejemplo. En el pueblo de Paradas se han descubierto recientemente unos lienzos que pudieran datarse de comienzos del siglo XIX. Estaban almacenados sin ningún tipo de protección en un almacén de la parroquia. Este pueblo recibe ahora un reguero importante de visitas semanales tras la apertura al público del «Carmen de los Arrayanes», una auténtica joya arquitectónica inspirada en la Alhambra granadina. El Museo Parroquial conserva además un cuadro de El Greco. La paradoja es que para cualquier visitante es más fácil concertar una cita para visitar el primer edificio que el segundo y no porque el párroco no facilite la visita –siempre lo hace con extraordinaria amabilidad–, sino porque no hay ningún sistema que permita agendar una y otra visita, lo que redundaría, inequívocamente, en beneficio de los establecimientos locales de restauración. Una simple app facilitaría lo anterior al tiempo que pondría en valor esos lienzos, que bien merecen un final mejor que ser devueltos al polvo y a la humedad. La supervivencia del mundo rural en Andalucía y en España necesita de esta visión humilde y estratégica de su futuro. Parte de esa visión de las cosas es no caer en la tentación de ver los fondos económicos a los que se puede tener acceso como meras «ventanas de financiación», es decir, subvenciones convencionales. Deben verse como «ventanas de aprendizaje» sobre las que levantar pilares sólidos en los que se apoye el renacimiento rural compatible con un mundo hiperconectado.