En Sorbas, una localidad de Almería, los padres de los alumnos del colegio rural Lusor tienen que firmar una autorización para que puedan salir a la plaza del pueblo porque no hay zona de recreo.

En Sorbas, una localidad de Almería, los padres de los alumnos del colegio rural Lusor tienen que firmar una autorización para que puedan salir a la plaza del pueblo porque no hay zona de recreo. Ésta es en realidad la menor de las preocupaciones. El centro al que acuden sus hijos mantiene techos de uralita que «son nocivos para la salud», sanitarios con más de 40 años de antigüedad, avisperos en las clases y chimeneas que mojan a los menores. Cansados de promesas incumplidas, se niegan a que inicien el curso el próximo lunes en unas condiciones «tercermundistas» y no darán clases mientras «alguien» dé la cara y ofrezca soluciones. «Somos un colegio rural, del campo, pero tenemos los mismos derechos que cualquier otro. Al menos que se cumplan unas condiciones mínimas para que los niños puedan aprender. Ellos son el futuro. Nos conformamos con que nos arreglen la escuela. De un colegio nuevo nos olvidamos. Si no nos cambian ni una chapa de uralita...», reza el comunicado remitido a esta redacción.