Castilla y León
Las Cortes apelan al diálogo, el esfuerzo y la responsabilidad
El Parlamento traslada a los castellanos y leoneses «la verdadera importancia que juegan en la sociedad»
Uno de los adalides del utilitarismo, el británico John Stuart Mill ya decía hace dos siglos que «no existe una mejor prueba del progreso de una civilización que la del progreso de la cooperación». Ayer, en las Cortes de Castilla y León, esta idea se puso encima de la mesa. Se cumplían 30 años de Estatuto de Autonomía, la norma institucional básica de la Comunidad Autónoma, subsidiaria de la Constitución, que ha permitido que en las últimas tres décadas nos hayamos equiparado al resto de España y, lo que es más importante, a la por aquel entonces lejana Europa. Tomó la palabra, en el discurso institucional, el vicepresidente del Parlamento, el burgalés Fernando Rodríguez Porres, quien leyó el texto que debería haber enunciado María Josefa García Cirac, quien hizo lo imposible por acudir, pero una indisposición le impidió estar en el hemiciclo.
El mensaje: «fundamentar el futuro de Castilla y León y de su sociedad en la recuperación del honor, del esfuerzo y de la responsabilidad», y con un planteamiento directo a los políticos, para convertirse en espejo en el que mirarse. Rodríguez Porres, por ello, rescató la «fortaleza del consenso político y social» y rompió una lanza por el modelo actual, cimentado en la Constitución y el felicitado Estatuto de Autonomía. Si bien, defendió el valor de la profesión política con un propósito: aceptar y recuperar individualmente los valores éticos que han de servir de horizonte para tener una «común y aceptada referencia en nuestra actuación.
A renglón seguido, reivindicó, «sin utilizarlo como excusa», que «el comportamiento poco ético de unos pocos no ha de empeñar el trabajo, esfuerzo y honradez de la mayoría de los que nos dedicamos al servicio público».
Parafraseando a Julián Marías, quien animaba a mirar más el «¿qué vamos a hacer?» que el «¿qué va a pasar?», Rodríguez Porres indicó que ha llegado «el tiempo de las cartas boca arriba», para invitar a todos a afrontar «el desafío de construir una sociedad de valores».
A toda la ciudadanía apeló Rodríguez Porres, al apuntar como reto para los parlamentarios de Castilla y León «lograr que los ciudadanos sean conscientes de la verdadera importancia del papel que juegan». En este punto, indicó que su capacidad de trabajo, su disciplina, su energía intelectual y su esfuerzo serán así decisivos para su porvenir como para su contribución a la colectividad».
De igual forma, consideró que «la libertad de los ciudadanos», hará que se supere el «excesivo protagonismo que en nuestra historia reciente hemos ocupado los políticos». También recordó que en Castilla y León existen «unas administraciones con una presencia muy intensa que han regulado pormenorizadamente los aspectos de nuestra vida y nuestra libertad a cambio, eso sí, de 'derechos sociales' y de seguridad».
Entusiasmo democrático
El entusiasmo democrático a través del diálogo fue otro valor de los castellanos y leoneses destacado en el discurso, con miras a esa «intensa lealtad con España, practicando un autonomismo útil e integrador que es conocido como una de las señas de identidad de nuestra Comunidad».
Y un diálogo concreto, el derivado del «conflicto como motor de progreso» también recibió la alusión del vicepresidente de la Cámara autonómica, quien apuntó a esa cualidad como un elemento que cualifica a la sociedad castellano y leonesa.
Si bien, manifestó que las claves en las administraciones han de ser justicia y certeza al decidir, a partir de un «adecuado razonamiento», y con la premisa de evitar «populismo y palabreo».
«Debemos reconstruir una sociedad en la que el honor valga más que la propularidad, y que no se confunda con la fama», que aquél se ligue al mérito y a la exigencia como estímulo del cumplimiento de nuestras obligaciones», determinó Rodríguez Porres.
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