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Adolfo Sánchez: «Los tartamudos están muy marginados a nivel social y laboral»

Presidente de la Fet

La Razón
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Hoy es el Día Mundial de la Tartamudez y, por este motivo, la Fundación Española de la Tartamudez (FET) pone en marcha una campaña de normalización. Su presidente, Adolfo Sánchez, explica los detalles.¿En qué consiste la campaña?

–La idea es sencilla. Queremos normalizar la tartamudez para que la gente sea consciente de que no se trata de una enfermedad. Es simplemente una peculiaridad del habla del mismo modo que persona es alta, rubia o delgada. A nosotros nos gusta apelar al lema de la fundación: Déjanos hablar, dame tiempo, escúchanos. Lo que importa es lo que digo, no el tiempo que tardo en decirlo. Por eso el mayor problema del tartamudo es su interlocutor. Y por eso queremos lanzar un mensaje de esperanza. Somos perfectamente normales y simplemente se trata de algo que viene de tus ancestros.

–¿Cuál es la situación de los tartamudos en España?

–Están en un grado superlativo de marginación social, laboral y sociosanitaria que viene dado sobre todo por el desconocimiento. La tartamudez es miedo, es la angustia anticipativa. Es pensar «no voy a decir eso, no voy a poder pasar la entrevista de trabajo aunque tenga los conocimientos», etcétera. Hay gente con dos y tres carreras que están de reponedores en supermercados porque no han pasado la entrevista personal. La sociedad les hace sentir tan mal, que acaban encerrándose. Muchos viven solos, sin amistades, sin haberse emparejado jamás, sin casarse, en una situación de autoreclusión.

–¿Sociosanitaria?

–El Gobierno nos mantiene en una absoluta indefensión sanitaria puesto que la tartamudez no entra dentro de la Seguridad Social. Y los padres con hijos tartamudos tienen que acudir al logopeda pagándoselo de su bolsillo. Con la situación actual ya se puede imaginar usted el resultado. Lo hemos intentado por activa y por pasiva, pero la crisis lo ha frenado todo. Yo he hablado tres veces en el Congreso para que los tartamudos puedan ser tratados por la Seguridad Social y no hemos sido escuchados.

–Y más cuando se trata de niños pequeños.

–En efecto. La infancia es horrorosa, eres el hazmerreír de la escuela. Mire, desde la fundación hoy repartiremos guías informativas a padres y maestros para que sepan como actuar en la escuela y en casa. Porque el daño que se le puede hacer a un niño es para toda la vida. Sin embargo, hay terapias que en muchos casos, incluso en adultos, tienen resultados asombrosos. De hecho hemos importado de Australia el método Lingdon que es un juego entre el colegio y la familia que está funcionando de maravilla. Ojalá algún día sea el Estado quien ofrezca este tipo de servicios.

–¿Ha visto «El discurso del rey»?

–No sabe la labor que ha hecho esa película por nosotros. Y fíjese que lo que hace el logopeda es quitarle el miedo a hablar. Como le comentaba, la tartamudez es un suicidio social. Esa persona se esconde. Hoy en día, tenemos medios y grupos de ayuda en los que muchas veces se soluciona.

–¿Conoce otros tartamudos ilustres?.

–Tantísimos. El primer tartamudo fue Moisés. Cuando Dios le encarga que guíe a su pueblo, Moisés le contesta «Señor como quieres que yo haga esto si tengo un nudo que atenaza mi garganta». Y Dios le dice: «No te preocupes. Tu hermano hablará por ti y tú hablarás por mi». Pero también podríamos hablar de Gandhi, Einstein, Marylin Monroe, Winston Churchill o Bruce Willis.

–¿Qué le diría a un tartamudo?

–El que le di a mi hijo pequeño cuando empezó a tartamudear: Acéptate tal como tú eres, con tu tartamudez, que eres maravilloso.

–¿Y un consejo para los padres?

–Lo primero que tienen que hacer es llevar al niño al pediatra. Cuanto antes se detecta más facilidades tendrá el niño para solucionarlo. Hay que enseñarles la mecánica del lenguaje. Pero también es importantísimo y vital cómo actúen los padres. Deben acudir a un psicólogo para saber cómo comportarse con el niño.