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Julio Manrique adapta un David Mamet corrosivo con el mundo de Hollywood

La Razón La Razón

El director teatral Julio Manrique adapta un David Mamet corrosivo con el mundo de Hollywood, «Una altra pel·lícula», que se estrena en el festival Temporada Alta de Girona antes de su presentación en el Teatro Borràs de Barcelona.

El director teatral Julio Manrique adapta un David Mamet corrosivo con el mundo de Hollywood, «Una altra pel·lícula», que se estrena en el festival Temporada Alta de Girona antes de su presentación en el Teatro Borràs de Barcelona.

Según explicó ayer en Barcelona Julio Manrique, «se trata de una comedia frenética cargada de una dura crítica a la industria cinematográfica». El montaje, producido por Temporada Alta y La Brutal, se estrenará en Girona el 23 de octubre y hará temporada en el Borràs seis días más tarde hasta el 29 de noviembre.

Valiéndose de la «fluidez argumental» que marca Mamet, los tres intérpretes –Mireia Aixalà, David Selvas y el propio Julio Manrique– dan vida a unos personajes en esta «sátira feroz sobre el capitalismo».

En «Una altra pel·lícula», dos productores de cine, Bob Gould y Charlie Fox, tienen entre manos un ambicioso proyecto fílmico destinado a romper todos los récords de taquilla, un futuro de beneficios que comienza a desvanecerse cuando Karen, la nueva secretaria que llega temporalmente, plantea una adaptación alternativa, una vía diferente a la simple codicia económica.

Para Julio Manrique, «dirigir y actuar en la misma obra tiene que ver con la naturaleza de la obra, un Mamet, un autor que me seduce, que me descoloca», y, de hecho, cuando la obra se hizo en Londres en 2008, también la dirigió y protagonizó Kevin Spacey, recuerda.

Esta misma obra, se representó en 2000 en la Sala Villarroel barcelonesa bajo el título de «Tiburones», dirigida entonces por Ferran Madico.

Actuar era además para Manrique la consecuencia del trabajo con David Selvas: «Queríamos hacer algo que pudiéramos defender en el escenario y compaginar dirección e interpretación sólo era posible creando un equipo cómplice».

Confiesa Manrique que le gusta Mamet por una razón poderosa: «Sus personajes conmueven porque luchan, y además luchan hasta el final de la obra, no conmueven porque expliquen cómo se sienten. Más allá de las cosas por las que luchan, nunca dejan de luchar».

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