Sevilla

El centro, colapsado de fe por el Pobre y el Gran Poder

La lluvia dio una tregua al Jueves Santo. El Madrid Antiguo se quedó pequeño: «Ha sido un año difícil y hay que agradecerle mucho al Cristo»

El centro, colapsado de fe por el Pobre y el Gran Poder
El centro, colapsado de fe por el Pobre y el Gran Poderlarazon

Salió el sol en la capital, y los madrileños no lo desaprovecharon. A primera hora de la tarde, el centro de Madrid era un auténtico hervidero de devotos que esperaban dos de las procesiones más populares de la Semana Santa madrileña: El Pobre y Jesús del Gran Poder. No se recordaba, desde hacía muchos años, tanta gente en las calles de La Latina.

La primera procesión en entrar en escena sería la de la Hermandad de Jesús el Pobre, que saldría a las 19:00 horas de la iglesia de San Pedro El Viejo, en la calle del Nuncio. En el interior del templo, la sensación de euforia se trasladaba entre los cofrades minutos antes de la salida. Por fin presentarían sus imágenes al público madrileño sin la menor sospecha de lluvia. Reparto de cirios, calentamiento de hombros por parte de los anderos, un Padrenuestro por los desempleados, un par de vítores a la Hermandad y sus titulares, y se abren las puertas.

Con absoluta puntualidad se dejaban ver los primeros capirotes morados en la puerta de la basílica, mientras el público se impacientaba –algunos esperaban desde ocho de la mañana– con la salida de uno de los Cristos más bonitos de Madrid.

Emoción en la salida

Salió el Pobre, entre los acordes del himno de España y los piropos de los fieles, amontonados y emocionados: «Ha sido un año muy difícil. Se le agradece mucho todo», afirmaba un hombre en primera fila. Los anderos, que sujetaban con orgullo y dolor los varales de la pesada talla, eran alentados por los diputados de la Hermandad, al grito de «¡valientes!». Consiguieron ejecutar los movimientos más difícil de la procesión: la salida a pulso para superar la puerta y el giro de la imagen tras salir de la basílica. Y el Cristo ya enfilaba con elegancia la calle del Nuncio hacia San Justo. Treinta minutos más tarde, se produciría el primer relevo en los anderos en medio de una gran ovación por el trabajo bien hecho. Los 48 cofrades –24 delante de la imagen y otros tantos detrás– cedían su puesto con un abrazo a los siguientes «valientes». Y al segundo la misma concentración, las pilas cargadas y el máximo respeto a su titular. Tras los pasos del Pobre saldría la Virgen. La espectacular puesta en escena de María Santísima del Dulce Nombre sostuvo los ecos de emoción del público rendido al momento. Las dos imágenes ya en la calle, y Madrid a flor de piel.

Pero el Pobre no iba a tener el protagonismo absoluto de la tarde, tendría que compartir devoción con el Gran Poder y la Macarena. La hermandad procedente de Sevilla, fundada en 1940, tenía mucho que celebrar la noche de ayer.

Nueva túnica

La lluvia les había impedido presentar sus imágenes los dos años anteriores, así como la completa restauración del Cristo y la nueva túnica lisa y de color morada, de Sevilla, lista desde el pasado año; pero ayer nada ni nadie impidió que el Gran Poder y la Macarena salieran de la colegiata de San Isidro, en la calle Toledo. La práctica coincidencia de ambas procesiones, convirtió la calle Tintoreros en un tapón humano.

El Divino Cautivo, en el barrio de Salamanca, y La Soledad, en Villaverde, completaron una noche histórica de fe que se recordará en Madrid por la desmesurada afluencia de gente.