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La lengua de Cristo se habla en Madrid

La Universidad San Dámaso es uno de los grandes centros de conocimiento de lenguas muertas de Europa. Se pueden aprender hasta 14 diferentes: arameo, sumerio, acadio, egipcio clásico, paleoeslavo, etrusco o copto, entre otras

Cayetana Johnson, profesora de Arameo, Hebreo bíblico y Literatura judeo rabínica, en una de sus clases / Foto: Javier Fdez. Largo
Cayetana Johnson, profesora de Arameo, Hebreo bíblico y Literatura judeo rabínica, en una de sus clases / Foto: Javier Fdez. Largolarazon

La Universidad San Dámaso es uno de los grandes centros de conocimiento de lenguas muertas de Europa. Se pueden aprender hasta 14 diferentes: arameo,sumario, acadio, egipcio clásico, paleoeslavo, etrusco o copto, entre otras.

La película estadounidense «La Pasión de Cristo», dirigida por Mel Gibson, apareció en 2004 en la lista de los diez filmes con mayor recaudación de todos los tiempos. Pero lo que no sabe el director autraliano-estadounidense es que su obra cinematográfica ha sido tan inspiradora para muchas personas como para matricularse en la universidad eclesiástica San Dámaso, en Madrid, para estudiar expresamente la lengua de Cristo: el arameo clásico, que se habla en la película. «Me sigue sorprendiendo que haya gente interesada en aprender esta lengua y el foco de atracción sigue siendo la película», explica Cayetana Johnson, profesora de Arameo, Hebreo bíblico y Literatura judeo rabínica en la universidad perteneciente al Arzobispado madrileño.

Es viernes y Cayetana tiene tres estudiantes en clase. Los alumnos leen el libro de Daniel en el contexto de la deportación babilónica del 587 antes de Cristo. Cada alumno lee unos párrafos que se refieren a Nabucodonosor y los traduce en voz alta. Arrastra vocabulario de la administración de la época acadia y sumeria, dice la profesora. Pero no sólo se traduce. Se hace un estudio morfosintáctico, gramatical y etimológico. Y es que si no se entiende precisamente el lenguaje etimológico del profeta Daniel «no se puede comprender lo que está escrito y muchas expresiones y giros del propio Jesús de Nazaret», explica Cayetana.

«Estudio Arameo porque es la lengua que habló Jesús. Rezar el Padre Nuestro todos los días y hacerlo con las mismas palabras que él, es algo muy distinto a hacerlo en nuestra propia lengua, es decirlo como sonaba de sus labios y, para mí, es una motivación muy profunda», explica Eduard Merlo, uno de los alumnos.

Nathael, otro de los alumnos, lleva varios años estudiando arameo, pero también tiene conocimientos de hebreo y griego bíblico. Asegura que siempre ha tenido inquietud por aprender las antiguas escrituras «pero para conocerlas hay que ir a la legua originaria y al contexto histórico para aplicarlo en la sociedad de hoy en día».

La lengua de Jesús ya no se habla en ningún lugar del mundo, salvo en Madrid y Malula, la ciudad siria cristiana situada a menos de 60 kilómetros al norte de Damasco donde se concentra una de las comunidades más antiguas de cristianos. Pero no sólo es posible estudiar arameo en esta universidad situada en el corazón de Madrid, a escasos metros del Viaducto, también es posible matricularse en 14 lenguas, la mayoría muertas, como el sumerio, acadio, etrusco, paleoeslavo, copto, egipcio clásico, sumerio, georgiano, persa medio, siríaco o georgiano clásico. El acceso es libre y no requiere estar matriculado en un grado, licenciatura o máster. Dominar estas lenguas depende del tiempo que se invierta, pero se calcula que una persona podría leer, tras tres años de estudio, casi todos los tipos de textos acadios y sumerios.

Daniel Justel es precisamente profesor de sumerio y acadio y suele tener una media de tres o cuatro alumnos. La mayoría son seminaristas, sacerdotes o laicos que tienen su propio trabajo, estudiantes de filosofía e ingenierías que están interesados en una primera aproximación a estas lenguas antiguas, bien para realizar un doctorado o simplemente con el ánimo de conocer la realidad actual, «porque se trata de intentar conectar lo antiguo con lo moderno para poder entender la civilización occidental».

¿Qué proporciona a día de hoy una lengua como el sumerio, que no se sabe de dónde procede o el acadio, el inglés de la época, que utilizaban los faraones para cartearse con el rey de Babilonia?

«Es la pregunta del millón, pero en realidad tenemos un amplio horizonte por delante. En primer lugar, la edición de miles de textos que aún están sin publicar. Estos escritos nos sirven para explicar de dónde venimos y en qué momento estamos. El Daesh está intentando acribillar nuestro patrimonio cultural en Irak y nosotros tratamos de poner en valor los documentos y relatos que tanto tienen que ver con nuestra civilización occidental. No podemos interpretar Oriente como un mundo diferente de Occidente, no podemos entender el arte español sin comprender la literatura bíblica que a su vez bebe de la literatura oriental antigua. Es importante poner en valor las bases de nuestra civilización, que viene de Oriente», explica el profesor Justel. Actualmente desarrolla su actividad docente e investigadora en la San Dámaso en la Facultad de Literatura Cristiana y Clásica, donde imparte las asignaturas de Sumerio, Acadio, Historia Antigua y una nueva asignatura que se ha introducido este año: Biblia y Oriente.

Lo último que ha publicado tiene que ver con la figura del niño. «La cultura grecolatina o bíblica siempre nos ha transmitido cómo los antiguos mesopotámicos eran gente despiadada, personas sin cerebro que sólo sabían guerrear. Nada más lejos de la realidad. Acudiendo a las fuentes originales vemos como el niño, desde la misma concepción, es un ser importantísimo para la sociedad, es un bien para la sociedad».

Justel dice que en España se pueden contar con cuatro manos los «frikis» que saben sumerio y acadio. Mientras, la profesora de Arameo, Cayetana Johson espera con impaciencia que Mel Gibson ruede la segunda parte de «La Pasión» para hacer cantera de alumnos.