Ayuntamiento de Madrid
Los «ingobernables» de Carmena
Cerca de 40 centros sociales okupas se mantienen en activo en la capital; todos podrían entrar en el nuevo Censo de Colectivos Ciudadanos del Ayuntamiento que no convence a ninguna de las partes
Cerca de 40 centros sociales okupas se mantienen en activo en la capital; todos podrían entrar en el nuevo Censo de Colectivos Ciudadanos del Ayuntamiento que no convence a ninguna de las partes.
Tienen títulos universitarios y un techo bajo el que dormir. Son asalariados y consumidores culturales. Ninguno de ellos pasa frío por las noches, ni mucho menos hambre al amanecer. Los hay de todas las edades y dentro de todos los sectores laborales, pero comparten una meta utópica común, que es el anticapitalismo. Y lo más importante: estos soñadores empedernidos, en su camino hacia ese mundo construido más allá del sistema, no tienen miedo ni se esconden. Porque los hay que ocupan viviendas por pura necesidad, por frío y por hambre, pero ellos, los «ingobernables», okupan con «k», por convicción y por sumisión. Dos razones por las que, desde hace un año, el número 39 de la calle Gobernador alberga un centro social «autogestionado» por más de 50 colectivos que se han hecho con el espacio municipal sin pedir permiso, y sin intención de hacerlo. Como éste, en la ciudad de Madrid hay actualmente en torno a una cuarentena de locales okupas en activo sin aval legal, pero también –y para su suerte– sin tener que sufrir demasiada resistencia por parte del Ejecutivo liderado por la alcaldesa Manuela Carmena.
Y es que, dadas las constantes contradicciones lanzadas desde el Ayuntamiento sobre la forma de abordar esta realidad social, los okupas madrileños empiezan a tomarse poco en serio las órdenes de desalojo que les remite el consistorio. Así, La Ingobernable celebró este fin de semana alrededor de una paella popular su primer año de vida o, como ellos dicen, su primer año «en el corazón de Madrid». A pesar de tener sobre la mesa una nueva fecha para el lanzamiento por ocupación ilegal de este edificio en pleno Paseo del Prado que sirvió como sede de la UNED primero y del centro de salud de Retiro después, los habituales del espacio bailaron este sábado al son de la música en una fiesta que recordó a la del pasado 4 de abril, día en el que ninguna fuerza policial llegó para desocupar el inmueble. Y si entonces la orden firmada por la directora general de Patrimonio, Cristina Moreno Lorente, no se cumplió, ¿por qué habría de llevarse a cabo ahora que el Ayuntamiento ha confirmado su intención de «trabajar en un plan de usos de los sitios municipales para vecinos y organizaciones sociales»?
Así lo confirman fuentes municipales reafirmándose en una idea que, paradójicamente, anunciaron el pasado 14 de febrero, un día después de enviar la primera notificación de desalojo a La Ingobernable: «Qué contradicciones del Ayuntamiento más explícitas, ¿no?», pregunta al aire Serlinda Vigara, portavoz del centro okupado. Porque, al tiempo que desde el consistorio insisten en que «los trámites administrativos seguirán su curso» –entendiendo que con ello se refieren a la desocupación del edificio que, ahora mismo, sigue cedido a la fundación del arquitecto Emilio Ambasz desde que en 2013 así lo decidiera el Gobierno de Ana Botella–, según se aprobó ya el pasado 24 de abril, colectivos ciudadanos sin necesidad de tener personalidad jurídica podrán ahora acceder a un censo que les permitirá, entre otras cosas, hacer uso puntual de los espacios municipales. No obstante, el equipo de Manuela Carmena sigue sin especificar demasiado las condiciones de este proyecto a la ciudadanía y, según la Asamblea de La Ingobernable, sin dirigirse a los colectivos que okupan desde hace un año el mítico edificio en la calle Gobernador para clarificar sus intenciones: «Nosotras no hemos iniciado un debate sobre una posibilidad que no sabemos cuál es porque no ha habido diálogo con el Ayuntamiento», insiste contundente Vigara. «¿Cómo puede ser que estén hablando de ceder el espacio a los vecinos cuando el espacio ya es de los vecinos? Es que están en otro debate, uno de hace un año. Pero, por suerte, nosotras funcionamos como un organismo autónomo y seguiremos funcionando igual, digan lo que digan», continúa la portavoz queriendo dejar clara la autosuficiencia del espacio. La proliferación de esta forma de okupación con fines políticos llegó a España –y con particular fuerza a Madrid– a raíz de las protestas del 15M en 2011, para alimentarse luego del crecimiento de la influencia en la sociedad de movimientos como el feminismo y encontrando después su acomodación en las llamadas «ciudades del cambio» gracias a políticas tan confusas como poco efectivas en la materia. Así las cosas y según datos facilitados por los propios okupas con «k», siguen en activo hoy en la ciudad unos 40 centros sociales gestionados por «ingobernables» como los que ayer cumplieron su primer aniversario a unos metros de los principales museos de la ciudad o los que dentro de unos meses cumplirán una década en La Dragona, en la misma entrada del cementerio de la Almudena.
Clases de okupación
«Okupar no es sólo conseguir una vivienda, es también crear un centro social, encontrarse, compartir, aprender, luchar. La misma acción de entrar en una casa abandonada para darle un uso, supone cuestionar el sistema capitalista a través de negar la propiedad privada, que constituye la base sobre la que históricamente se ha construido la sociedad». Así reza el Manual de Okupación disponible para todos los internautas en la página web www.okupatutambien.com y cuya primera tirada impresa de 500 ejemplares se agotó a los dos meses de salir a disposición del público a finales de 2011. Nada queda a la improvisación con este «libro de instrucciones» de casi 130 páginas de extensión en el que se describe meticulosamente todo el proceso de okupación: desde el estudio de la zona de actuación y la entrada en el local elegido hasta consejos legales en el caso de un posible desalojo pasando por todo tipo de indicaciones en relación al funcionamiento del centro una vez lograda la apropiación –como es, por ejemplo, la forma de conseguir suministros de agua y electricidad o unos conocimientos mínimos de albañilería–. Pero esto no es todo, porque si estas explicaciones sobre cómo desarrollar un dispositivo de vigilancia durante el asalto de un espacio abandonado no fueran suficientes o el enorme apartado sobre defensa jurídica de este manual dejara algún ápice de duda al okupa potencial, éste podría asistir a una de las sesiones de asesoramiento gratuito que se imparten cada lunes a las 20:00 horas en la llamada Oficina de Okupación emplazada en La Quimera, el centro social okupa por excelencia en Lavapiés.
El objetivo: propagar el movimiento y poner contra las cuerdas a un poder que, mientras, sigue proponiendo soluciones abiertas e inciertas y comunicándose a través la Prensa; precisamente, los de Manuela Carmena y el diálogo con las bases.