Contenido patrocinado por logo Telefónica

LR Content

Teatro Real: maravillas tras bambalinas

El mejor teatro de ópera de 2021, esconde muchos secretos que se pueden descubrir a viva voz

El Teatro Real.
El Teatro Real.Silvia Dominguez VidalLa Razón

El año era 1991. El Teatro Real de Madrid cumplía 25 años de su reapertura (se había inaugurado en 1850 hasta que cerró en 1925) y mi abuelo, que trabajaba allí, me llevó a recorrerlo. Jamás imaginé que esa visita señalaría mi futuro.

Cuando era pequeña y me preguntaban qué sería de mayor, yo respondía que sería escultora de glaciares, coreógrafa de fuego o afinadora de vientos… La única persona que no sonreía condescendiente cuando le decía esto, era mi abuelo. Nunca entendí el porqué. Hasta que fui con él al Teatro Real.

En aquel entonces las conexiones, los contactos, no eran como ahora. Nadie llevaba el teléfono en el bolsillo, ni etiquetaba a quien conocía en redes sociales y seguir a alguien era un término bizarro, como poco. Obviamente no existía un espacio como Mejor Conectados, la plataforma de contenidos de Telefónica; un espacio en el que escuchar historias y reflexiones como las de Rafa Nadal, la nadadora paralímpica Teresa Perales o Iñaki Gabilondo, entre otros. Era imposible.

Pese a ello, mi abuelo saludaba a todo el mundo por su nombre. A todo el mundo. Y todos le conocían. Él me presentaba como su nieto y el respeto que recibí en cada saludo me hizo creer que veían en mi a un adulto. Fue la primera vez que me trataban de ese modo. Y la primera vez que me interné en las entrañas de un teatro.

Allí, detrás del escenario, alejado de donde se sentaban los espectadores, lejos de la orquesta, recordé la alegoría de la caverna: el teatro era un mundo en el que la audiencia solo veía sombras y la realidad, mucho más mágica, más vertiginosa e igual de creativa e impactante, ocurría detrás de las umbrías galerías. Y me di cuenta que ser un coreógrafo de fuegos o un afinador de vientos era posible.

En el Teatro Real podía ser regidor y coordinar los cambios de decorado y utilería que se necesitan en cada escena. Era un baile detrás del telón, una música visual que amparaba al diálogo y permitía que todo ocurriera en el momento preciso. Recuerdo que mi abuelo me dijo que allí podía ser también coreógrafo de fuegos. Que en el Teatro Real este puesto combinaba los colores, la intensidad de los decorados, el movimiento de los materiales con el objetivo de conectar lo material con la pasión. Y todo eso debía conseguirlo mediante conexiones, vínculos, como las que actualmente destaca el espacio Mejor Conectados cuando recurre a las voces de Pablo Laso, Toni Nadal, Aurora Michavila, Enrique Barón o María Zabala entre otros, para ofrecer consejos, experiencias y aprendizajes a los usuarios… ojalá la hubiera tenido en su momento.

Luego mi abuelo me cogió de la mano y me llevó a conocer al director de escena. Si quieres ser un pastor de cometas, deberás ser como él. En mi imaginación, un pastor de cometas era quien guiaba a los astros por el cielo, para que todo tuviera un orden y una belleza cósmica. Y descubrí que eso es lo que hace un director de escena: guiar la obra hacia la mejor representación posible, con los astros (el equipo) más adecuado para llegar a destino. Es él quien prepara al coro, no en la parte musical, pero sí en la faceta actoral, para que sepan cómo moverse interpretando el papel que les toca. Al igual que mis imaginarios pastores de cometa, los directores de escena coordinan el “baile” en muchas órbitas de modo que todo el viaje sea perfecto. Coordinación y conexión… otra vez Mejor Conectados y su capacidad para mostrar cómo alcanzar el potencial máximo.

Trabajando en Teatro Real.
Trabajando en Teatro Real.Silvia Dominguez VidalLa Razón

Seguimos internándonos por los pasillos infinitos y mi abuelo me presentó a uno de los responsables de la mecánica escénica o como yo les llamaba en aquel entonces, escultores de glaciares. Los gigantes de hielo pueden ser espejos descomunales, cuevas secretas, castillos encantados… todo depende del material que se use para cincelarlos. La mecánica escénica entre (valga la redundancia) en escena un año antes del estreno de la obra. Toda la maquinaria y los equipos que harán posible llevar el guión a la realidad mágica del teatro, comienzan a crearse y destinarse a cada propósito específico. Lo que básicamente es hierro, madera, cuerdas, se combina de tal modo que con un mismo material permiten crear los espejos, las cuevas y los castillos de mis sueños.

Casi al final del recorrido, mi abuelo me llevó a la parte de utilería. Lo que en mi mente sonaba aburrido, se convirtió de pronto en un cofre de los tesoros: espadas, vestidos, pelucas, coronas… Todo lo que pudiera soñar, estaba allí. Y, por si fuera poco, si no existía, si no lo tenían, lo inventaban en su propio taller. Eran, quienes trabajaban en aquel lugar, los que en mis sueños aparecían como tejedores de espuma: constructores de imposibles que trabajan en la orilla, entre el más allá onírico de la fantasía y la tierra firme de la realidad. Ese es el sitio en el que trabajan el violinista Kamran Omarli y Ferran Adrià, y también lo explican en Mejor Conectados.

Antes de despedirnos del Teatro Real, mi abuelo me llevó por pasajes laberínticos y laberintos paisajísticos. Me guió por un ejército de metal hacia un foso de cuerdas y silencio. Me pidió que cerrara los ojos y me susurró al oído: “Ahora llegarán los afinadores de viento”.

"El teatro era un mundo en el que la audiencia solo veía sombras y la realidad, mucho más mágica, más vertiginosa e igual de creativa e impactante".
"El teatro era un mundo en el que la audiencia solo veía sombras y la realidad, mucho más mágica, más vertiginosa e igual de creativa e impactante".Silvia Dominguez VidalLa Razón

La música tiene la capacidad de romper la barrera del sonido y llevarte de viaje en un instante hacia cualquier lugar… y cualquier tiempo. La orquesta del Teatro Real conecta el sonido con nuestras emociones, la partitura y las voces con nuestra memoria. Mi abuelo les llamaba afinadores de viento porque decía que ellos ponían alas a Eolo para que todo a nuestros oídos suene (y sueñe) mejor. Porque lo más importante es lo que nos hace humanos, y todas estas profesiones y profesionales, imposibles pero muy reales, tienen en Mejor Conectados un espacio en el que destacar aún más si cabe.

Han pasado muchos años desde aquella visita y hoy, gracias a mi abuelo, me convertí en una afinadora de vientos. Soy Anela Frey, flautista solista de la orquesta del Teatro Real.

Un proyecto de LR Content paralogo Telefónica