En Valdemoro, los ladrones hacen «su agosto» en enero

Los robos de material de obra y de mercancías se encuentran a la orden del día en el polígono de la Albresa en el municipio de Valdemoro. La inseguridad en esta zona existe desde hace años, haciendo que muchas aseguradoras no quieran proteger estas naves, o en el caso de hacerlo, a un precio superior que en otros polígonos.

La calle Atenas es una de las cuales se han producido varios robos. Allí hay una treintena de naves y según cuenta a LA RAZÓN, Carlos, uno de los propietarios: «En esta calle no hay nadie que no le haya tocado».

Hace apenas tres semanas, el sábado 11 de enero, Emilio, otro de los propietarios de una de estas naves sufrió un robo. Emilio es propietario de este espacio desde el pasado mes de mayo y lo compró «pared con pared» del Centro de Perfeccionamiento de la Guardia Civil para ahuyentar a los ladrones, sin embargo esto no evitó su entrada. «Me forzaron la puerta, la doblaron para dentro y me la rompieron. Además me reventaron otra de las puertas que tenía cerrada con herramientas dentro», cuenta a este diario el propietario.

Pero esta no es la única nave que ha sido víctima de estos ataques a la propiedad. Emilio es dueño desde el año 2005 de otro espacio en este polígono en el que ya le han entrado tres veces por el tejado. «Todos los años después de Navidades me roban, entre el 9 y el 15 de enero siempre entran. Desvalijan todo el material de construcción», concluye.

Ventanas rotas, carteles con el mensaje de «se alquila» y coches en mal estado forman parte del paisaje. El estado de abandono del polígono durante los últimos años ha ido en aumento por los numerosos robos. «Esta zona está muy mal. Las naves están baratas, a dos euros el m2, porque está abandonado. Hace diez años no había una nave libre y mira ahora», afirma Carlos señalando el estado de la calle.

Al final de ésta se encuentra la nave de Carlos. «Una noche rompieron la puerta, taladraron las cerraduras que tenía, y entraron», cuenta. Su nave de dimensiones más pequeñas conecta con otra que tiene alquilada, por lo que los ladrones accedieron por la que es propiedad de Carlos y se dirigieron a la de al lado.

Los ladrones después de hacerse con el material de obra, éstos quemaron un Citröen C4 que estaba dentro del hangar más grande y la nave al estar forrada de poliespán, ardió hasta al final y el techo se vino abajo. «El sábado cuando vine a trabajar fue cuando vi las puertas abiertas. Se derritieron todas las bajantes y tuberías, todo estaba inundado de agua», explica.

Desde entonces Carlos usa la nave como almacén. «Ya aquí no dejamos nada, tenemos los andamios y material de obra. Estas cosas ya no les interesan a nadie», relata el dueño.

Los propietarios de las naves de esta calle se sienten indefensos ante los continuos robos que se producen y la falta de seguridad que estos sufren. «Esta calle es privada y estamos pensando en hacer cierres en las rotondas. Si tienen intención de robar, para fastidiarles», concluye Carlos.

Sin embargo los robos no solo se han producido en esta calle. Cada año todo el polígono se convierte en víctima de la inseguridad. La Avenida de Madrid es una de las calles principales de esta zona y por lo tanto, una de las más trasnsitadas. Además de las numerosas naves, en esta calle los restaurantes también han sido foco de los robos.

El restaurante Nuevo Albresa sufrió tres robos «casi seguidos» cuenta uno de los dueños a LA RAZÓN. «Una de las veces nos entraron por el servicio, así que hicimos otro almacén para protegerlo un poco más; y las otras dos veces por el tejado», relata. A pesar de que los dueños de este restaurante reforzaron el techo, los ladrones consiguieron abrirse paso entre los materiales y robar de nuevo. Asimismo, este restaurante, al igual que todos los bares de la zona, reforzó con cierres las máquinas con el fin de que no se lleven el dinero que estas contienen. «La penúltima vez hicieron un agujero en el tejado y se llevaron bastantes cosas: botellas, equipos de música y también las máquinas», comenta.

«Hay una patrulla de la Guardia Civil que pasa, pero pasa aquí y en los siete u ocho polígonos que hay más en Valdemoro, entonces es imposible controlarlo todo. Si ya los han visto pasar a una hora, saben que en tres horas o más no vuelven», concluye el dueño.

En el restaurante El Álamo también han entrado, por lo que su dueño, Manolo, ha tenido que reforzar la seguridad. «Una vez al año me toca por enero y suelen entrar por el techo», cuenta. Pero una de las últimas veces que accedieron al restaurante fue por una de las puertas del establecimiento: «Rompieron el cristal, reventaron el cierre y se llevaron el dinero de las máquinas tragaperras», concluye Manolo.