4-M

¿Qué se juegan los seis candidatos en las elecciones en Madrid?: Más Ayuso o «sanchismo» en Sol

La campaña electoral que arranca hoy enfrenta a seis candidatos y a dos modelos diferentes: la continuidad de la actual presidenta o una coalición liderada por el PSOE

Era miércoles, 10 de marzo. Nada hacia presagiar que una ola llegada desde Murcia se convertiría en tsunami a su paso por Madrid. Ese día, la vida de tres madrileños, un andaluz, un vasco y una hispanocubana cambió. Ayuso, Gabilondo, Bal, García, Monasterio e Iglesias se medirán dentro de 16 días en las urnas para decidir el nombre del próximo presidente de la región. Aunque, en principio, sólo los cabezas de cartel del PP y del PSOE parten con opciones para ocupar la Puerta del Sol, será el reparto de fuerzas y los equilibrios que los madrileños dibujen en las urnas lo que determinará qué rumbo toma la primera comunidad del país en los próximos dos años. Sólo dos, porque esa es una de las grandes novedades de estos comicios. La legislatura será corta por imposición del Estatuto de Autonomía y en 2023 habrá que renovar la Asamblea. Como ocurrió en 2019, no se trata de quien gane –incógnita que todos dan por hecha, en favor de la actual presidenta– sino de quien sume. Y es que también, por primera vez, los ciudadanos elegirán 136 diputados, de manera que 69 es el número mágico al que todos miran. Es la frontera de la mayoría absoluta. Es, por ejemplo, el lugar que ocupa en la papeleta de Díaz Ayuso la portavoz popular en Galapagar, municipio en el que reside Iglesias, que ha dejado la alfombra de su despacho de vicepresidente en el Paseo del Prado para salvar a Unidas Podemos de un escenario que amenazaba naufragio. Son 69 diputados diputados los que aspira a aglutinar Ángel Gabilondo junto a Más Madrid y la formación morada. Y son 69 los diputados los que Vox espera que el Partido Popular no consiga, con el fin de convertirse en la llave de la gobernabilidad. Por si fueran pocas novedades, se votará un martes, que no será festivo, pero en el que no habrá clase. Y se votará en mitad de una pandemia. Los contagios siguen al alza y las cifras de nuevos casos, el ritmo de vacunación y la confrontación de la gestión que ha hecho Ayuso de la emergencia sanitaria frente al modelo de Sánchez serán elementos centrales.

ISABEL DÍAZ AYUSO. Candidata del Partido Popular

La presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, ayer, durante un acto del partido en Collado Villalba
La presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, ayer, durante un acto del partido en Collado VillalbaAlejandro Martínez VélezEuropa Press

Gobernar sola, acercar Moncloa y dejar «KO» a Iglesias

«Me gustaría ser la que representa a los que me representan. Y son todos aquellos ciudadanos que viven en Madrid a la madrileña», reconocía Isabel Díaz Ayuso a LA RAZÓN hace dos semanas. Ante la amenaza que supuso la moción de censura en Murcia, puso pie en pared y llamó a los madrileños a las urnas. «Socialismo o libertad», aseguró el 10 de marzo, pocas horas antes de echar a Ignacio Aguado de su Gobierno. Con «comunismo o libertad» dio la bienvenida a Iglesias a la batalla por Madrid unos días después. De todos los candidatos, es la que más se juega porque es la que tenía el poder. Aspira a una mayoría lo suficientemente amplia como para no tener que gobernar en coalición. Aunque no renuncia a contar con perfiles de otros partidos en su Gobierno. Un triunfo de Ayuso puede suponer el primer paso de un cambio de ciclo, también en la política española. Tanto ha querido confrontar Pedro Sánchez con la presidenta madrileña, que el referéndum en torno a Ayuso en el que se ha convertido el 4-M podría suponer un impulso para las aspiraciones del proyecto de Pablo Casado en la arena nacional. En el equipo de campaña popular son optimistas. Perciben en la calle un entusiasmo que ya no recordaban. Y eso les hace no descartar un escenario que no mencionan mucho para no gafarlo: volver a 2011, mayoría absoluta.

ÁNGEL GABILONDO. Candidato del PSOE

El candidato socialista a la Presidencia de la Comunidad de Madrid, Ángel Gabilondo, ayer, durante el acto de arranque de campaña
El candidato socialista a la Presidencia de la Comunidad de Madrid, Ángel Gabilondo, ayer, durante el acto de arranque de campañaVíctor LerenaEFE

El ahora o nunca del catedrático: sumar en vez de ganar

Después de llevar meses amenazando con presentar una moción de censura contra Ayuso, Gabilondo dio el paso cuando legalmente ya no podía. Lo hizo después de que su nombre haya sonado insistentemente como nuevo Defensor del Pueblo. Y en el número dos de su lista del 4 de mayo, el PSOE promociona a la que Ferraz ha bautizado como la «Kamala Harris» hispana. Circunstancias todas ellas que sitúan al candidato socialista en un difícil escenario: estaba en la rampa de salida cuando Ayuso apretó el botón electoral y desde su partido han dejado claro que en 2023 la candidata será otra. Gabilondo sabe que es ahora o nunca. Precisamente este contexto hace que no sea el candidato que más se juega el 4-M. A su favor cuenta con el aval que le concede su éxito de 2019. Ganó las elecciones, pero la aritmética y el portazo de Ciudadanos le jugaron una mala pasada. En su contra tiene todo lo demás. En lo que va de precampaña, Moncloa le ha desmentido dos veces. Primero, dejándole claro que, si la izquierda suma, tendrá que gobernar con Pablo Iglesias quiera o no. Y después, haciéndole entrever que su promesa de no subir los impuestos a los madrileños es papel mojado. En su equipo lo fían todo al sur. Allí barrió hace dos años. Pero, ahora, las encuestas amenazan con volver a teñir de azul el cinturón rojo.

EDMUNDO BAL. Candidato de Ciudadanos

El candidato de Ciudadanos (Cs) a la presidencia de la Comunidad de Madrid, Edmundo Bal (en el centro de la imagen)
El candidato de Ciudadanos (Cs) a la presidencia de la Comunidad de Madrid, Edmundo Bal (en el centro de la imagen)Emilio NaranjoEFE

Un 5% de los votos en las urnas o un Titanic de color naranja

Las encuestas dicen que es el que peor lo tiene. Y esto es un problema, pero también una oportunidad. Es tal el consenso en los cuarteles generales de los partidos en torno a la posibilidad de que Ciudadanos se convierta el 4 de mayo en una fuerza extraparlamentaria, que si Edmundo Bal consigue salvar los muebles y superar el umbral del 5% de los votos, se percibirá como un éxito incuestionable y nadie comparará este resultado con el de 2019, cuando Ignacio Aguado se quedó a menos de tres puntos del PP de Díaz Ayuso. Bal asegura que aspira más que a ese porcentaje. Que a él, abogado del Estado y todavía diputado en el Congreso, no le gusta eso de ir a por el aprobado raspado. Si no lo consigue, el «shock» en el partido de Arrimadas será similar al vivido tras la repetición electoral de 2019. No en vano, Madrid puede pasar de ser el feudo autonómico con la bancada naranja más numerosa a la primera en la que desparece del mapa. La fuga de parte de sus cuadros rumbo a Génova es sólo un síntoma de la herida que Bal tratará de taponar con una intensa campaña en la que jugará un papel importante la que es, ahora mismo, la figura de esta formación con un cargo institucional de más relevancia en la región: la vicealcaldesa de la capital, Begoña Villacís. Ambos apelarán al sentido común y a la moderación en estas dos semanas.

MÓNICA GARCÍA. Candidata de Más Madrid

La candidata de Más Madrid a la Comunidad, Mónica García, durante la presentación ayer sábado del cartel electoral
La candidata de Más Madrid a la Comunidad, Mónica García, durante la presentación ayer sábado del cartel electoralFERNANDO VILLAREFE

El partido «made in Madrid» mide su «no» a Podemos

Estas elecciones representan para Más Madrid su primer examen ante las urnas alejados del carisma de su ticket electoral de 2019. Con Manuela Carmena desmarcada de la formación que ella misma fundó y con Íñigo Errejón en el Congreso, es la hora de Mónica García. Una médico en tiempos de pandemia. Desconocida para una parte de la sociedad madrileña, su figura emergió el día que se reivindicó a ella misma y al proyecto de Más Madrid frente a la oferta de Iglesias para concurrir en una lista conjunta. Consolidada en la tercera posición según las encuestas, Más Madrid aspira a ser determinante en la configuración de una mayoría de izquierdas. Lo hará a través de una campaña basada en dos ejes: una marca estrictamente madrileña, que no contempla estos comicios en clave nacional, y propuestas concretas para los problemas cotidianos de los madrileños. No será fácil la campaña para García. En la disputa por el voto de la izquierda se enfrenta a Gabilondo e Iglesias. De su corta trayectoria, cabe extraer una conclusión: es una formación fuerte entre el electorado urbano y sin apenas implantación en el Madrid más rural. Del éxito que logre a la hora de movilizar a ese sector de la población, especialmente en los distritos del sur y en el de Centro de la capital y en algunos de sus feudos en la región, dependerá su resultado.

ROCIO MONASTERIO. Candidata de Vox

La candidata de Vox a la Presidencia de la Comunidad de Madrid, Rocío Monasterio, ayer, durante un acto previo a las elecciones
La candidata de Vox a la Presidencia de la Comunidad de Madrid, Rocío Monasterio, ayer, durante un acto previo a las eleccionesRicardo RubioEuropa Press

Frenar a Sánchez y cogobernar por primera vez con el PP

Con el mismo ADN y las mismas propuestas con las que dieron la sorpresa en las recientes catalanas, Vox tratará de contrarrestar en Madrid el empuje de la candidata Ayuso. Con este objetivo, Rocío Monasterio se rodeará en campaña del resto de caras visibles de la formación, de Macarena Olona a Javier Ortega Smith. Y, por supuesto, Santiago Abascal, que hace doblete en estos comicios. Como director de campaña y como candidato que cierra la papeleta electoral. El crecimiento de la expectativa electoral del PP en la región supone un techo para Monasterio. Lo que se juega Vox y su meta el 4-M están claras. Primero, evitar una réplica de la coalición PSOE-Podemos en la Puerta del Sol. Frenar al «sanchismo» en Madrid como etapa previa a una victoria del centro derecha en las próximas elecciones generales. En segundo lugar, y siempre que Ayuso no se haga con la mayoría absoluta, buscarán tener la llave para la gobernabilidad de la región. ¿Entrarán en el Gobierno? Vox no marcará líneas rojas en esa negociación y da por hecho que, si las cifras lo permiten, Monasterio y Ayuso se pondrán de acuerdo. Si Vox mantiene su fuerza o amplía su representación en la Asamblea de Vallecas, entonces sí, se considerarán legitimados para entrar en un Ejecutivo de coalición. De concretarse, sería el primero en toda España.

PABLO IGLESIAS. Candidato de Unidas Podemos

El candidato de Podemos a la Comunidad de Madrid, Pablo Iglesias, en un acto de precampaña en Alcalá de Henares.
El candidato de Podemos a la Comunidad de Madrid, Pablo Iglesias, en un acto de precampaña en Alcalá de Henares.Víctor LerenaEFE

Evitar el naufragio, echar al PP y un tripartito madrileño

Díaz Ayuso pilló con el paso cambiado al resto de formaciones en Madrid cuando convocó elecciones. Especialmente a Podemos. Por debajo del 5% en las encuestas y sin candidato. Ser fuerza extraparlamentaria en Madrid, como ya le sucedió en 2019 en varias comunidades, supondría un «shock» para un partido que reivindica haber nacido del espíritu de las protestas del 15-M en la Puerta del Sol. La gravedad de este escenario obligaba a los morados a dar un golpe de efecto. Que Pablo Iglesias dejara de ser vicepresidente para fajarse en esta pelea, sin embargo, no estaba en las quinielas de nadie. Al echarse sobre sus espaldas la responsabilidad de esta contienda, Iglesias asume un riesgo: un mal resultado podría precipitar su final político y el adelanto de su relevo al frente de Podemos. Sin embargo, en el equipo morado se agarran a lo que ya sucedió en el pasado: la capacidad de Iglesias para remontar en las campañas electorales. Es junto a la presidenta Ayuso el candidato que más se juega el 4-M. Son varias sus metas. Debe cumplir con todas para salir airoso: quedar por delante de Más Madrid, sumar junto a los otros partidos de la izquierda al menos 69 diputados y reeditar una coalición en Sol como la que, pese a todas las dificultades, armó en Moncloa. Pero ni Madrid es España, ni Gabilondo es Sánchez.