Protagonistas
La Borriquita: la hermandad de Madrid que llevó comida en el confinamiento y ahora ayuda a Ucrania
Hablamos con su consiliario, Jesús Salas: “Ahora, por ejemplo, con el precio de la luz, ha habido más de un hermano a quien le hemos pagado el recibo”
La plaza de San Ildefonso, en uno de los barrios más cosmopolitas, es testigo hoy de la solemnidad y devoción de la procesión con la que se inaugura este Domingo de Ramos la Semana Santa madrileña: la de la hermandad de La Borriquita. «Cada vez que salimos a la calle los vecinos responden muy bien, con mucho respeto y muchas ganas», dice a LA RAZÓN Jesús Salas, diputado de cultos y consiliario de la hermandad. Tal vez sea, además, porque los vecinos saben que quienes llevan al Cristo hoy, cargan, el resto del año, con los problemas de muchos. Y es que esta hermandad relativamente nueva, de 300 miembros, tiene una profunda vocación de ayuda a quienes más lo necesitan.
«Las hermandades no funcionan solo en Semana Santa», asevera Salas. «Nacen con la vocación de atender las necesidades que se presentaban en la sociedad de cada momento». Y a ellos les ha tocado la sociedad del siglo XXI y todo lo que se ha vivido en estos dos años de pandemia. Sin embargo, es consciente de que el culto es «con lo que se queda todo el mundo, porque es lo más vistoso con las salidas procesionales a la calle». Pero esa acción social y de ayuda a los demás está presente todo el año.
En concreto, esa labor se ha incrementado enormemente en estos dos años de pandemia. Concretamente, la Hermandad de la Borriquita, a pesar de su juventud y limitados recursos –ya que, como todas las hermandades, se financia de las cuotas de sus hermanos, sin ayuda de ninguna institución pública ni privada–, ha incrementado exponencialmente su presupuesto destinado a ayuda social. «Como no hemos podido hacer el culto en el exterior estos dos últimos años, el cual tiene unos gastos y un trabajo importante detrás, todo eso se ha invertido en labor social, dirigida tanto a hermanos de la hermandad como a gente ajena que ha solicitado ayuda», explica. Desde 2019, el presupuesto destinado esta labor ha subido entre un 60 y un 70%.
Tal como explica el consiliario, la hermandad tiene una diputación social que es a la que, quien lo necesita, puede acudir a solicitar ayuda. Ahí llegan «tanto hermanos que, como digo, han sido duramente golpeados por las consecuencias de la pandemia, que se han quedado sin trabajo, etc., como otras personas que, ajenas a la hermandad, precisan asistencia, ya sea para pagar el alquiler, la factura de la luz o para comer». En la parroquia, la hermandad colabora con Cáritas y con el Banco de Alimentos. «Gracias a todas estas colaboraciones que se unen han salido adelante muchísimas familias», asegura. Cuando alguien necesita ayuda se pone en contacto con esta delegación de la hermandad, y desde ahí se gestiona todo. Eso sí, siempre se hace de forma totalmente anónima de cara al resto de la hermandad. «Solo esta diputación sabe quién está recibiendo ayuda», asegura Jesús. De hecho, durante estos dos años se han encontrado con «muchísimas historias» que aún permanecen en el recuerdo. «En pleno confinamiento, cuando no se podía salir de casa, tuvimos la suerte de que un hermano nuestro es guardia real y pudimos ir con los camiones de la Guardia Real con alimentos, llevándolos por todo Madrid a las personas que lo necesitaban, tanto hermanos como no hermanos», asegura. «Fue una labor muy bonita en la que estuvimos al pie del cañón cuando más se necesitaba».
Tal fue el compromiso de las hermandades madrileñas durante el confinamiento –y después de él–, que juntaron, entre todas, más de 70.000 euros que fueron destinados al hospital de Ifema para comprar el menaje que necesitaban los enfermos que estaban ingresados allí. «La Semana Santa por supuesto que es un momento señalado. Nuestra hermandad hace su procesión o estación de penitencia el Domingo de Ramos, pero eso es solo una parte. Está claro que importante, pero somos más. Mucho más», apunta Salas.
De momento, la Hermandad de la Borriquita continúa atenta a las necesidades de quienes han sido golpeados por la crisis económica, pero siguen surgiendo cosas. Ahora, por ejemplo, con el precio de la luz, «ha habido más de un hermano a quien le hemos pagado el recibo». Después de este Domingo de Ramos, con la vuelta a la normalidad, volverán a revisar dónde se necesita más ayuda. «Antes de la pandemia hemos ayudado a niños en alfabetización y ahora puede que vuelva a retomarse». «Además, ha venido ahora la guerra de Ucrania, y se está colaborando con los refugiados que han llegado a Madrid», añade Jesús. Ante esto, todas las hermandades de La Borriquita de España, que son unas 300, a través de su Congreso Nacional, se han coordinado para hacer una caja común para enviar ayuda, por medio de la organización pontificia Ayuda a la Iglesia Necesitada, a parroquias que están atendiendo a los refugiados ucranianos en la frontera con Polonia. Y es que, en palabras de Salas, esta labor es casi una cuestión de fe: «Así, se hace todo lo que se puede… y a veces mucho más».
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