Opinión

El plan totalitario de Sánchez se topa con el Madrid libre de Ayuso

La Presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso.
La Presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso.Alberto R. RoldánLa Razón

La pobreza y el autoritarismo son dos condiciones necesarias para construir un régimen totalitario. Sánchez intenta avanzar con paso firme en ambas, aunque se topa siempre con el mismo muro: Madrid. El motor económico nacional ha recuperado los niveles de riqueza previos a la crisis; España es el único país europeo que no lo ha hecho. En Madrid se ha bajado medio punto el IRPF, se ha adaptado este impuesto a la inflación y se han eliminado los impuestos propios; en España se han subido o creado decenas de impuestos. En Madrid, tal y como está ocurriendo con el decreto energético, son los ciudadanos, y no los políticos, quienes se rebelan contra las medidas arbitrarias de Sánchez.

El Gobierno de Sánchez ondea entre la fijación de precios peronista, la descentralización de la actividad económica que ya probó Franco con el Instituto Nacional de Industria, y la planificación centralizada que supuso un estrepitoso fracaso en la antigua Unión Soviética.

De hecho, estamos volviendo a ver el debate, esta vez en boca del Ministro Escrivá, de la recentralización fiscal y de limitar la cesión de impuestos a las comunidades autónomas.

El modelo de libertad que nos hemos dado en Madrid funciona. Por eso somos un botín político para el socialismo más involucionista, intervencionista y peligroso de la historia de nuestra democracia. Por eso ahora también lo adopta con éxito el PP de Andalucía. Desde que gobierna se han bajado impuestos 6 veces por dos razones: la primera, porque su economía va mucho mejor, lo cual les permite recaudar más; y, la segunda, porque la gente percibe esta mejoría y la premia en las urnas.

El dinero donde mejor está es en los bolsillos de los ciudadanos. La recentralización fiscal, como la armonización fiscal, no son más que subterfugios lingüísticos para hacer un intento burdo de subir los impuestos a los madrileños por la puerta de atrás.

No es de recibo acumular poder económico en el Palacio de la Moncloa mientras se desprecia al español, se construye la categoría de preso privilegiado por pertenecer a la banda terrorista ETA en el País Vasco, o se destruye el principio de igualdad ante la ley en función de si los delincuentes tienen el carnet del PSOE o no.

El principio bajo el cual se articula la recentralización fiscal es el mismo que rige los más de 120 decretos aprobados, el asalto a instituciones públicas como el CIS, RTVE, la CNMC o la CNMV y, más recientemente, también la okupación de empresas que deberían ser privadas, como es el caso de Indra: el afán de autoritarismo.

El objetivo de Sánchez es el mismo que el de cualquier totalitario: acumular poder para usarlo contra el Estado, aunque ello suponga dilapidar el presente y futuro de millones de españoles. Enfrente, como contrapeso, está el Madrid libre de Ayuso. Y con mucho orgullo.