Acogimiento familiar

La experiencia de convertirse en una familia de acogida

Fiorella Pretell narra su experiencia tras acoger en su casa a una menor con en el programa «Vacaciones en Familia»

Programa de acogimiento.
Programa de acogimiento.Gonzalo Pérez MataLa Razón

Fiorella Pretell Olivares tiene 33 años y trabaja como administrativa. Se define como “una joven normal, que vive con su pareja y sus mascotas”, a la que algún día le gustaría tener hijos. Sin embargo, estas vacaciones de verano que acaban de terminar han sido, tal vez, las más especiales de su vida: durante un mes, una pequeña de siete años de un centro residencial de la Comunidad de Madrid ha convivido con ellos como parte del programa «Vacaciones en Familia». «Nosotros nos empezamos a informar de las distintas modalidades de acogimiento familiar por un amigo», explica a LA RAZÓN. «Él pasó en una residencia para menores desde los dos años hasta su mayoría de edad, así que es algo que nos toca muy de cerca», dice, y asegura que este testimonio les «marcó» hasta el punto de querer formar parte de esas familias que abren las puertas de su casa a un niño que lo necesita.

«Siempre habíamos pensado que en el momento que tuviéramos una estabilidad queríamos lanzarnos a ello», explica. Y este verano, con una casa recién reformada, ha sido el momento perfecto. Y, para ellos, la mejor manera de tener esta primera «toma de contacto» ha sido hacerlo en un periodo en el que los dos estaban de vacaciones, por lo que podían dedicarse en cuerpo y alma a la niña. «Hay distintos tipos de alojamiento: temporal, indefinido, de emergencia...», relata, «pero para nosotros el que mejor encajaba, por ahora, era este». «Hemos hecho mil planes con ella durante el mes que estuvo con nosotros», dice. De hecho, antes de continuar con el programa hay que presentar un proyecto vacacional con el menor. «Desde ir a la piscina o a la playa, porque puedes moverte por el territorio nacional, hasta el cine, con la familia y amigos... o una tarde de pelis y palomitas en casa», señala.

En su caso, reconoce que la niña «lo puso muy fácil», porque es «muy cariñosa y muy sociable», además de responsable: «era ella la que, al final, estaba pendiente de nuestros perros, porque le emocionaba mucho poder tener un animalito que cuidar», recuerda Fiorella.

«Aunque son niños muy independientes y te das cuenta de hasta qué punto cuidan bien de ellos en las residencias y del cariño que les tienen, también es importante para ellos ver otra realidad: lo que es una casa en el día a día, un hogar», explica. Y es que, que estos niños se sientan los protagonistas de una familia, como pasa en cualquier otra casa, es fundamental. De hecho, la Comunidad de Madrid cuenta con una extensa red de acogimiento residencial para la infancia y adolescencia en situación de vulnerabilidad. Actualmente, esta red cuenta con 1.880 plazas distribuidas en 102 centros por todo el territorio, en los que se asume de forma temporal el cuidado y la educación de niños y adolescentes que carecen de un entorno que pueda satisfacer sus necesidades biológicas, afectivas y sociales.

Sin embargo, el objetivo de estas instituciones no deja de ser lograr que los niños y niñas recuperen su entorno familiar o buscarles uno de acogida, ya que, la estancia del menor en un núcleo familiar se considera la alternativa óptima para su desarrollo personal y social. «Por mucho que quieras, en una residencia no se puede dar esa individualidad tan necesaria a tantos niños», apostilla Fiorella.

«Es algo que no solo es necesario para los niños, sino también muy enriquecedor para las familias que acogen, sea cual sea la modalidad en la que lo hagan», subraya. Incluso aunque sepan desde el principio que esa convivencia se va a acabar. «A veces pensamos que puede ser muy triste, pero realmente estos niños se toman el momento de volver a la residencia como cuando, en otras circunstancias, pasas el verano con los abuelos o los tíos: tienen ganas de reencontrarse con sus amigos, con sus cuidadores...», explica. «Puede ser triste, pero si ambas partes quieren seguir manteniendo el contacto, pueden hacerlo», añade. De hecho, eso es lo que ha pasado con la niña que ella acogió hasta el momento en el que esta ha entrado a un nuevo programa de acogida. Por todo ello, Fiorella no tiene dudas. «Aunque al principio parezca abrumador por la carga a nivel emocional y también por los trámites, ha sido una experiencia maravillosa», asegura. «Estamos convencidos de que vamos a repetir».

15 años de vacaciones
El programa «Vacaciones en Familia» lleva 15 años funcionando. En esta ocasión, la iniciativa ha permitido que 76 menores de entre 6 y 17 años que viven en centros residenciales de la región convivan en un entorno doméstico y disfruten de unos días de ocio entre julio y septiembre, coincidendo con sus vacaciones escolares. Tal como subraya la Comunidad de Madrid, este programa cuenta con una «excelente valoración» tanto de las familias acogedoras como de los menores y sus responsables. Y es que estas personas que abren las puertas de su hogar durante el periodo estival lo hacen de una forma completamente altruista, con el único objetivo de ofrecer a los menores «el cariño y los valores que supone convivir en familia».