Apoyo

El grupo Renacer llega a Madrid: “Hay una vida feliz tras la muerte de un hijo”

Rosalía y Nacho abren este sábado un nuevo grupo Renacer en Madrid, una iniciativa que lleva 34 años ayudando a familias que han pasado por el fallecimiento de un hijo

Rosalia y Nacho presentan Renacer en España
Rosalia y Nacho presentan Renacer en EspañaDavid JarLa Razon

Pocas cosas hay más desconcertantes socialmente que una muerte prematura. Más aún cuando es la muerte de un hijo. Cuando, quien lo vive en primera persona, es quien le dio la vida a aquel que ya no está. “Más que nuestro apellido, nos gusta decir el nombre de nuestros hijos. Yo soy Pilar Pilu. Rosalía y Nacho son los papás de María, y Carmen y Rafa, los de Carmen”. Les encontramos en el Teatro Marquina, donde este sábado Rosalía y Nacho, un año después de perder a su hija, recogen el testigo del grupo Renacer de la mano de la mano de Pilar, Carmen y Rafa, para abrir una nueva “ventana a la esperanza” en Madrid a otros que hayan pasado por lo mismo que ellos. Curiosamente, la palabra que más se repite durante todo el encuentro es “vida”.

“Renacer es un grupo de padres originado en Argentina hace 34 años”, explica Pilar. La iniciativa llegó a España a través de Barcelona, y a Valencia cuando, a raíz de la muerte de Pilu, Pilar buscó ayuda porque sentía que sola no podría superarlo. “En Valencia no había, y sentí que tenía que estar, así que empezamos a los 6 o 7 meses de morir Pilu”, relata. Luego se unieron Rafa y Carmen, cuya hija murió hace unos cinco años. “Rosalía y Nacho nos encontraron y vinieron a Valencia, y ahora quieren transmitírselo a otros padres aquí en Madrid”, continúa Pilar. “Al principio no éramos conscientes de la falta que hacía algo así, pero Renacer es un regalo ante una situación que ya no se puede cambiar”, señala Carmen.

“Cuando llegas, con todo el dolor del mundo, y encuentras que gente que ha pasado por lo mismo que tú se ríe, se abraza… es como una ventana abierta y una bocanada de aire fresco”, apunta Rafa. “Hemos ido viviendo una evolución importante, ya que, sin entrar en la parte más dolorosa de la muerte de nuestros hijos, empiezas a trabajar de forma diferente a lo que socialmente estamos acostumbrados”, continúa. “Los padres que han ido apareciendo ven que esto es bueno, que te ayuda a vivir, que te da una esperanza”, y, por ello, “ese cariño que hemos vivido en Valencia ellos lo han experimentado, y ahora tienen la ilusión de traerlo aquí a Madrid”.

Sin embargo, son conscientes de que algo así puede resultar chocante de primeras. “El mensaje que transmitimos es que hay vida después de la muerte de un hijo. Pero no una vida de supervivencia, sino una vida con sentido”, explica Pilar. De esta manera, Renacer es, sobre todo, “un mensaje de esperanza para esos padres que piensan que nunca más van a volver a vivir”. Porque, de hecho, ese es el estigma que tienen los padres cuando se muere un hijo. “Sin embargo, en Renacer damos la oportunidad de volver a ser felices, gracias, además, a nuestros hijos, al mensaje de amor que nos llega de ellos”. De esta manera, estos padres buscan cambiar el paradigma de que, después de la muerte de un hijo, ya no hay más vida. “Eso nos lo dicen mucho, lo de ‘tú ya no tienes más vida’. Parece que les encanta recordárnoslo”, bromea Pilar.

Como ejemplo, Carmen señala una frase que dicen mucho que en este grupo de apoyo: “tu hijo no puede ser tu verdugo”. “No puede acabar tu vida con la vida que terminó de tu hijo”, asevera. “Al revés. Nuestros hijos son nuestros maestros, porque nos enseñan a vivir nuestra vida de una forma mucho más intensa, añadiéndole, quizás, el sentido de su vida al nuestro. El potencial de alegría, de ganas de vivir… Llevamos a nuestros hijos de otra manera”, explica. “Su vida y su amor no puede quedarse con el sufrimiento de su muerte”.

Algo así es lo que iba buscando Rosalía, cuando, hace un año, falleció su hija. “La vida de repente había cambiado. No había vida, y en mí surgió una búsqueda de algo que me dijera que podía reconstruir mi vida, que podía volver a ser feliz. Pero no sabía de qué forma si ya no estaba María”, recuerda. Sobre todo, teniendo en cuenta que Nacho y ella tienen otra hija, Inés. “Nos daba una pena inmensa porque parecía que a ella se le había acabado también esa forma de vivir, su felicidad”, apunta. Sin embargo, esta madre intuía que no podía ser así, que además María no merecía eso. “Buscando, encontré un artículo de Pilar en internet en el que explicaba lo que era Renacer, y vi que era eso lo que necesitaba”, relata. “Que la vida de mi hija no iba a quedar reducida a su muerte”. Sin embargo, estos padres son muy conscientes de que el duelo hay que atravesarlo como parte de la recuperación. Pero, una vez pasada esa fase, viene la aceptación. “Ahora mismo siento que tengo un crecimiento personal que no lo habría podido ni imaginar. Y se lo debo a mi hija”, añade Rosalía. “El poder crear este grupo y transmitir esto por si un solo padre puede ver más allá de esa oscuridad, habrá merecido la pena. También es importante que la sociedad vea que es posible no morir en vida después de perder un hijo”.

“Cuando muere tu hijo, muere una parte de ti. Y eso es así. Pero nace otra”, asegura Rafa. En este sentido, tal como apunta Carmen, “salir de tu propio dolor para escuchar al otro, para abrazar al otro, es el primer paso hacia ese renacer”. Del mismo modo, reconoce que, en el momento de la pérdida, “hay gente que te apoya y está cerca”, pero “es una situación tan extraña que también hay mucha gente que responde una manera anómala, simplemente porque no sabe cómo relacionarse contigo, si quieres que se mencione a tu hijo o no”. “¡Pero nosotros queremos, precisamente, hablar de ellos!”, confirma Carmen. “Pero también hay que entenderlo, socialmente estamos acostumbrados a que nuestros hijos se conviertan en un tabú”, confirma Pilar.

Sin embargo, el mensaje de Renacer es que un padre que ha perdido un hijo, como lo define Carmen, “puede ser la persona más feliz del mundo”. “Eso no quiere decir que se haya olvidado de él, sino que ese hijo forma parte de esa felicidad”, subraya, consciente de que “socialmente estamos acostumbrados a que parezca que ya no tenemos derecho a sonreír, ni a seguir adelante. Pero es al revés. El mensaje que damos es que la vida es un regalo, que merece la pena vivirla”. En este sentido, Nacho recuerda que “cuando empiezas a reírte te dices ‘se supone que tendría que estar llorando’. Y ahí está el matiz: en que se supone”. Y esto es así porque “estamos acostumbrados, socialmente, a que la muerte es oscuridad y tristeza. Nosotros no celebramos la muerte de nuestros hijos, pero no la podemos cambiar”. “Lo que sí celebramos es su vida”, añade su mujer. “La muerte es un acontecimiento más de su vida, como será de cada uno de nosotros, pero no es lo que define su vida”.

A Renacer llega gente que ha perdido a sus hijos con dos meses, con dos años, con cuarenta. “Al principio las circunstancias de la muerte parecen definitorias, pero después te das cuenta de que no. Eres padre. Eres madre. Eso no lo cambia nada. Lo que te une es la vida de tus hijos, y a partir de ahí es en lo que hay que trabajar a partir de ahora”, explica Nacho. De hecho, hasta tal punto llega la celebración de la vida de sus hijos, que celebran sus cumpleaños, aunque ellos físicamente no estén. “Viene la familia, los amigos… y es algo que a ellos también les ayuda”. “Yo me he enterado de cosas de mi hija Pilu que no conocía a través de sus amigas, y es una forma más de vivirla, de tenerla presente”, apunta Pilar.

En definitiva, estos padres, tal como señala Rosalía, son conscientes de que la vida merece ser vivida con intensidad y que merece la pena. “Creo que en occidente tiene que cambiar la forma que tenemos de entender la muerte, porque la hemos relacionado al fracaso”, explica. “Y, realmente, es lo único claro que tenemos todos los que estamos aquí: que nacemos y morimos. Luego, lo que cada uno crea. Pero está claro que vamos a morir, y no sabemos el momento, porque lo decide la vida, no nosotros”, continúa. Ese es el gran mensaje que les han dejado sus hijos, y del cual la sociedad puede aprender: que vivir con presencia de muerte es morir intensamente. “A mí ya no me da miedo la muerte”, asegura Pilar. “Lo único que quiero para mi tranquilidad es que he hecho o he intentado hacer lo que pretendía hacer con mi vida. Uno nunca lo consigue del todo, pero al menos se habrá intentado”, asegura. “No quiero llegar al momento de mi muerte y pensar que me quedaron besos por dar o que esa inquietud que tuve siempre no la llevé a cabo o no lo intenté”. Rafa lo confirma: “cuando murió nuestra hija, aquel mismo día, Carmen dijo: ‘familia, esto solo puede servirnos para ser mejores personas’. Y hoy, yo reconozco que soy mejor persona gracias a la muerte de mi hija”.

Una nueva vida
“Lo que pasa en Renacer tiene que salir y compartirse con la sociedad, es un propósito”, añade Nacho. “Nosotros les dimos la vida a nuestros hijos, pero ahora ellos nos han dado una nueva a nosotros”. Eso sí, “hay que ser consciente de que al grupo no se va a vomitar las penas. Hay días en los que estás mal, y no estás obligado a participar. Pero lo suyo es que uno no va ahí a soltar lo mal que está, sino a buscar ese propósito. A compartir”. Algo, reconoce Pilar, para lo que hay que ser muy valiente. “Es un esfuerzo muy grande, y hay personas que optan por quedarse en ese duelo. Pero, en mi caso, yo decía ‘por ti, hija mía, quiero darle la vuelta a esto’ y en Renacer hemos encontrado todos nosotros las herramientas necesarias para conseguirlo”.