
El futuro
El arquitecto Carlos Rubio: «La conducción autónoma transformará Madrid»
El mismísimo Museo del Prado o parte del «skyline» de Madrid han pasado por sus manos, que ahora dibujan un nuevo icono capitalino

Entre sus obras destaca lo que hoy conocemos como Madrid Río o una de las famosas Cuatro Torres, la de PwC, aunque a sus 75 años, su inagotable ingenio le impulsa a embarcarse en uno de sus grandes proyectos: la construcción de la noria más alta del mundo (260 metros). También ha colaborado, junto al prestigioso Norman Foster, en la ampliación del Museo del Prado. Hablamos con Carlos Rubio de «su Madrid del futuro» y los factores que pueden seguir transformando la capital en las próximas décadas. Nos atiende en su despacho, lleno de planos, sin ordenador, pero con la fiel compañía del paralex y el escalímetro. Para muchos, un visionario, además de un referente de la arquitectura contemporánea.
¿Piensa mucho en cómo será Madrid dentro de 30 o 40 años?
A los arquitectos se nos obliga a ver el futuro. Siempre se ha dicho que ternemos que ser un poco «profetas» (se ríe). Pero para ver el futuro, que no se puede, paradójicamente viene bien mirar hacia el pasado y analizar cómo ha sido la evolución de esa ciudad. La conclusión a la que siempre llego es que, por mucho tiempo que pase, los trazados siempre son los mismos, o sea, que las ciudades se acaban pareciendo más de lo que creemos.
¿Qué es lo que más va a cambiar?
La movilidad es el gran motor de transformación. Igual que lo fue la irrupción de los coches, la conducción autónoma está llamada a cambiarlo todo. Ya no va a hacer falta aparcar en el centro de las ciudades, sino que podremos abandonar el coche en cualquier punto y que el coche vaya a estacionar de forma autónoma en algún punto de la periferia. Y cuando necesitemos usarlo de nuevo podremos solicitarlo a través de una app para que nos recoja. De esta forma, dejará de haber miles de coches ocupando vía pública sin circular.
¿Las ciudades se parecen cada vez más?
Sí, es fruto de la globalización y la competencia. Los países han dejado de competir entre sí para que lo hagan sus capitales. España ya no mira tanto a Francia como Madrid a París. Pero esta globalización también corre el riesgo de que se acaben creando ciudades genéricas sin identidad, como ya ocurre con los aeropuertos. Por ello es tan importante proteger el patrimonio y la idiosincrasia de cada lugar.
¿Las ciudades se parecen cada vez más?
Al menos, ya compite con ellas. Siempre se ha dicho que las cinco grandes ciudades globales son Nueva York, Londres, París, Tokio y Singapur, y Madrid ya estaría bastante cerca.

Pero al pronunciar todas esas ciudades, se dispara automáticamente en la mente una imagen concreta. ¿Por qué no ocurre tanto con Madrid?
Es cierto. Puede que de esta ciudad deje más huella su energía y su forma de vida, antes que sus monumentos, que también los tiene. Puede que lo más quede en la memoria colectiva sea el espíritu de La Movida o la afición por el Real Madrid o el Atlético de Madrid. En definitiva, lo que ocurre en sus calles.
Pero al pronunciar todas esas ciudades, se dispara automáticamente en la mente una imagen concreta. ¿Por qué no ocurre tanto con Madrid?
Puede ser. Pero los iconos no se buscan ni se prefabrican, surgen. Por ejemplo, la Torre Eiffel no estaba pensada más que para ser un atractivo de una Exposición Internacional puntual, o aún más claros otros ejemplos como La Sirenita en Copenhague o el Manneken Pis de Bruselas.
Precisamente, entre sus próximos proyectos destaca la construcción de la noria más alta del mundo, impulsada por Madrid Foro Empresarial y CEIM-CEOE, la Confederación de Empresarios Madrileños.
Es un proyecto que persigue varios objetivos: el de descentralizar el turismo y el deseo generalizado de contemplar o grabar las ciudades desde las alturas. Nuestra idea inicial era construirla en el sur, para monumentalizar así esta parte de la capital, mientras el norte ya cuenta con Las Cuatro Torres como su gran «skyline». Pero todavía no está clara su ubicación exacta, ya que se busca que cuente con el apoyo de los vecinos de la zona en la que se instale. Al mismo tiempo, es evidente que las redes sociales han transformado el turismo y la forma de conocer las ciudades, por eso se ha generado la necesidad de crear puntos desde los que poder ofrecer una vista panorámica.
¿Además de su altura, qué es lo que hace especial a esta noria?
De hecho, no será una noria al uso. No será circular sino vertical y por cada extremo subirán y bajarán una serie de cabinas que harán una parada, en lo más alto, en un edificio de hasta seis plantas, que albergará desde varios miradores hasta una zona de restauración y tiendas.
En las nuevas viviendas de Madrid se pueden apreciar ciertas tendencias estéticas. ¿Pero hay algo más allá?
Además de lo puramente visual o la eficiencia energética, algo que ha marcado mucho al sector es la búsqueda de la reducción de los plazos. Por ello se recurre cada vez más a módulos prefabricados, la industrialización de los procesos y, en definitiva, construcciones más genéricas y comunes. Pero también cada vez se da más prioridad a la creación de espacios públicos y zonas verdes que antes no existían –como su proyecto de Madrid Río–. También es evidente que ciudades como Madrid ya no tienen mucho margen para seguir creciendo en extensión por lo que tienen que empezar a hacerlo sobre sí mismas, en vertical, como ocurrió con Manhattan. De la misma forma, cada vez se tienen más en cuenta factores como la convivencia vecinal, el impacto sobre el entorno y la protección del patrimonio histórico.
¿Cómo le ha afectado la transición del trabajo sobre planos al mundo digital de hoy?
Yo siempre he apostado por seguir trabajando como aprendí, siendo fiel al paralex y al escalímetro. Pero obviamente tengo un equipo en
el que también trabajamos con dibujo asistido, recreación en 3D o el AutoCAD. En definitiva, creo en la combinación de ambas técnicas, la tradicional y la digital.
¿Hace unas décadas, se imaginaba que el Madrid 2025 fuese como es hoy?
La película «2001: odisea en el espacio» es un gran ejemplo. Al final la realidad que vivimos ese año era muy distinta de la que imaginó Kubrick, incluso lo es aún la que vivimos hoy. En el fondo, seguimos comportándonos bastante similar, incluso los hombres seguimos llevando chaqueta. Los cambios son siempre más lentos de lo que creemos. Aunque parezca exagerado, el impacto del cine también ha tenido un claro impacto en el desarrollo de las ciudades, como lo tuvo en Nueva York en la edad de oro de Hollywood. Es la gran industria que acaba convirtiendo edificios en iconos y comunica al mundo entero la imagen de marca de cada destino turístico o ciudad.
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