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Así se celebra La Almudena: un fin de semana muy castizo
Tradición, cultura y buena mesa para celebrar los días más castizos de la capital

Por las calles del centro ya se siente el murmullo de las vísperas. Las flores se amontonan a los pies de la Catedral, los mantones asoman por los balcones y las rosquillas dejan paso a un aroma de verbena otoñal. Madrid se prepara para honrar a su patrona, la Virgen de la Almudena, este domingo 9 de noviembre, y el ambiente promete alargarse hasta el lunes festivo. La ciudad, más que nunca, se convierte en un escenario perfecto para disfrutar de su historia, su cultura y su gastronomía. Porque celebrar la Almudena no es solo acudir a misa o dejar flores en la explanada. Es pasear por el casco antiguo, descubrir exposiciones, brindar con un cóctel en un café centenario o sentarse a disfrutar de un cocido que reconcilia con el frío.
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El corazón de la fiesta late, como siempre, en torno a la Catedral de Santa María la Real de la Almudena, donde la ciudad rinde homenaje a su patrona. El programa de actos arranca ya el sábado con una agenda cargada de emoción y colorido. Desde primera hora, la explanada acoge la ofrenda floral y solidaria del pueblo de Madrid (de 10:00 a 21:00 horas), una tradición que convierte los alrededores de la Catedral en un mosaico de flores, pañuelos y fotos familiares. A las 11:00, los veteranos de las Fuerzas Armadas ofrecerán su tributo, y por la tarde será el turno de las Casas Regionales, con pasacalles y actuaciones desde la Catedral hasta la Plaza de la Villa. A las 18:00, la Sociedad de Conciertos del Ayuntamiento de Madrid llenará el templo con su música antes de dar paso a la vigilia de jóvenes (20:30), un acto cada vez más multitudinario. Pero el gran día llega el domingo 9, cuando Madrid entero se detiene para la solemne misa (11:00 horas) en la explanada, presidida por el arzobispo. Después, la procesión con la imagen de la Virgen recorre el centro histórico hasta la Plaza Mayor. Es un momento único: los coros entonan, las bandas acompañan y las chulapas agitan sus claveles. En la Plaza de la Villa, los grupos folclóricos madrileños pondrán música al paso de la patrona, mientras miles de personas siguen el recorrido entre vítores y móviles en alto. A lo largo de la jornada, desde las tres de la tarde y hasta la noche, continuará la ofrenda floral y solidaria y los pasacalles. Madrid recupera, por un día, ese espíritu de pueblo grande donde todos se saludan y sonríen.
Después de tanta emoción, el cuerpo pide sentarse. Y si hay un plato que define a Madrid, ése es el cocido madrileño. No hay mejor lugar para rendirle tributo que La Gran Tasca (calle Santa Engracia, 161), un clásico con más de 80 años de historia que sigue siendo referencia entre los amantes del buen comer. Fundada en 1942, esta casa de comidas de dos plantas y espíritu familiar lleva tres generaciones sirviendo lo que muchos consideran el mejor cocido de la capital. Su propietario, Luis Álvarez, lo cuenta con orgullo: «El cocido es un guiso que une y reúne; que invita a juntarse con familiares o amigos y a disfrutarlo alrededor de una mesa». Y razón no le falta. Su plato estrella se elabora a lo largo de dos días, con 15 ingredientes que van desde los garbanzos de Fuente Saúco (Zamora) a la gallina campera, la morcilla asturiana o la panceta ibérica. Todo cuidado al detalle, con una sopa desgrasada y reducida que concentra el sabor de la tradición. La sopera se queda en la mesa para repetir tantas veces como se quiera, mientras la gran bandeja central —rebosante de carnes, verduras y legumbres— espera para ser compartida. El local conserva la esencia de las antiguas tabernas madrileñas, con fotografías en las paredes y una clientela fiel que va desde Lola Flores o Miguel Ríos hasta Florentino Pérez o El Gran Wyoming. Aquí se viene a comer bien y a sentirse en casa. Su precio medio ronda los 40-50 euros (incluye aparcamiento), y ofrecen un menú especial para grupos por 46 euros, ideal para celebraciones familiares. Como dicen en la casa: «Cada cocido tiene su historia, y aquí se cuentan todas alrededor de la mesa».

A unos pasos del Teatro Real y frente al majestuoso Palacio Real, en la Plaza de Oriente, se alza otro templo, pero en este caso de la gastronomía marina: La Lonja del Mar. Instalado en lo que fue la residencia madrileña del compositor Giuseppe Verdi, el restaurante se ha reinventado bajo una premisa muy musical: «Retorna a lo antiguo y serás moderno». Su propuesta es tan versátil como su ubicación: un espacio elegante en La Lonja Restaurante, una opción más informal en La Taberna, y un punto joven y desenfadado en La Barra. Todos comparten el mismo hilo conductor: una cocina orientada al mar, honesta y de calidad, que traslada al comensal a la costa sin moverse del corazón del Madrid de los Austrias. Desde su salón principal, con ventanales que enmarcan el Palacio Real, se sirven platos como el rape negro risolado con consomé, el rodaballo salvaje en su jugo o los arroces de gamba roja y a banda que triunfan en la terraza durante los días soleados. Para los más sibaritas, la carta ofrece auténticas joyas como el caviar Schrencki o Baerii y la cigala Monster, junto a entrantes tan castizos como las flores de alcachofa con huevo de codorniz y caviar. El ticket medio oscila entre 30 y 70 euros según el espacio elegido, y la experiencia siempre va acompañada por un servicio impecable y vistas de postal. Comer en La Lonja es, literalmente, mirar al mar desde el corazón de Madrid.

Arte gratuito y con historia
Quienes prefieran un plan más cultural tienen este fin de semana una oportunidad de oro: la Fundación Mapfre mantiene hasta el 9 de noviembre dos exposiciones gratuitas que merecen visita. Por un lado, «Raimundo de Madrazo (1841-1920)», una muestra dedicada a uno de los grandes retratistas del siglo XIX, heredero de una saga artística que marcó la pintura española. Sus retratos de damas parisinas y escenas de interiores son una ventana a la elegancia de su época, con ese equilibrio entre técnica impecable y mirada íntima que caracteriza a los Madrazo. A pocos metros, en la misma sede, la otra gran cita: «Edward Weston: formas de lo natural», un recorrido por la obra del fotógrafo estadounidense que transformó la mirada sobre los objetos cotidianos. Sus imágenes de conchas, pimientos o desnudos son puro arte en blanco y negro, un ejercicio de luz, textura y composición que sigue resultando moderno un siglo después. Ambas exposiciones son gratuitas hasta el domingo 9, y perfectas para quienes buscan un respiro entre los festejos o una cita cultural antes del aperitivo.
Y si de citas hablamos, pocas tan madrileñas como la del Café Comercial, ese rincón de la Glorieta de Bilbao que lleva desde 1887 siendo punto de encuentro de escritores, artistas y noctámbulos. Hoy, tras su renovación, mantiene intacta su esencia, entre lámparas doradas, mármoles y tertulias que parecen flotar entre las mesas. Para la Almudena, su barra propone un plan tan sencillo como irresistible: una carta de cócteles para todos los gustos. Los amantes de los clásicos encontrarán Martini, Cosmopolitan o Manhattan; los más viajeros podrán optar por un Mojito, Piña Colada o Daikiri; y para quienes prefieren sabores más modernos, destacan el Moscow Miller, Surf on Blue o Tequila Sunrise. La oferta líquida se completa con una amplia carta de vinos nacionales e internacionales, e incluso la opción de pedir botellas en formato magnum para los grupos que decidan alargar la sobremesa. Un lugar perfecto para brindar por la patrona, por Madrid y, ya de paso, por el lunes festivo. Y es que, la festividad de la Almudena es, en el fondo, un espejo de Madrid: mezcla de fe, tradición, arte y ganas de compartir.

La Corona más dulce de todo Madrid
Creada en 1978 por el Gremio de Pasteleros de Madrid, la Corona de la Almudena nació para rendir homenaje a la patrona de la capital co. Suave, aromática y coronada con almendra o fruta confitada, se ha convertido en tradición en muchos hogares madrileños. Obradores como Pan.Delirio. la elaboran de forma artesanal, con ingredientes ecológicos y masa brioche de mantequilla, leche y huevos. Su versión clásica de un kilo y la nueva “Almudenita” individual.
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