
Opinión
Dos de Mayo en Madrid: el vacío de las Fuerzas Armadas
Ignorar su presencia no castigará a un Gobierno autonómico, sino que ofenderá la memoria de quienes han dado su vida por España

El próximo 2 de mayo, la Comunidad de Madrid volverá a rendir homenaje a los héroes que en 1808 encendieron la llama de la libertad y la dignidad nacional frente al invasor francés. Como cada año, la Puerta del Sol y otros lugares emblemáticos de la capital del Reino de España serán escenario de actos solemnes en memoria de aquellos hombres y mujeres que, sin más armas que su coraje y su amor a España, se enfrentaron al enemigo en desigual combate. Es un día en el que Madrid se mira al espejo de su historia y reconoce en el sacrificio de los capitanes Luis Daoiz y Pedro Velarde, Clara del Rey, Manuela Malasaña y tantos otros héroes y heroínas, la pura esencia de una identidad nacional que se niega a claudicar.
El espíritu de aquel 2 de mayo, que fue resumido magistralmente en las palabras de Benito Pérez Galdós en sus Episodios Nacionales, sigue vivo: «Las mujeres peleaban como hombres, y los hombres como demonios; nadie vacilaba, nadie retrocedía; la ciudad toda era un hervidero de coraje y de cólera».
Sin embargo, este año, una ausencia inesperada amenaza con empañar esa conmemoración: las Fuerzas Armadas no participarán en el homenaje institucional del 2 de mayo, organizado por el Gobierno de la Comunidad de Madrid. Una ausencia que duele y sorprende, pues son precisamente nuestras Fuerzas Armadas quienes, desde su misma fundación, encarnan los valores y la vocación de servicio que aquellos héroes legaron a la patria. La decisión, al parecer, responde a motivos políticos que poco o nada tienen que ver con el respeto debido a los caídos y a la memoria de la Nación.
La tradición reciente había consolidado la participación de una representación de unidades militares en estos actos. No solo como testimonio de continuidad histórica, sino también como expresión viva de la permanente lealtad de sus Fuerzas Armadas a la Nación Española, a la que sirven con honor y de la que reciben estimulo y apoyo. La rendición de honores, la colocación de la corona de laurel, el himno nacional interpretado con solemnidad y respeto… todo ello formaba parte de una liturgia cívico-militar que unía pasado y presente, civiles y soldados, pueblo y Ejército.
¿Qué razones pueden justificar ahora esta ruptura? Si la decisión de excluir a las Fuerzas Armadas se debe a un cálculo político, el error mayúsculo es doble. Por un lado, se priva al pueblo de Madrid del legítimo reconocimiento a sus soldados. Por otro, se instrumentaliza políticamente a quienes han jurado lealtad a su Bandera, sin distinción de ideologías ni territorios, en un pulso de cortas miras y larga amargura.
En Francia, cada 14 de julio se celebra la Fiesta Nacional con un imponente desfile militar por los Campos Elíseos, símbolo de unidad y orgullo nacional. En Estados Unidos, el 4 de julio se honra la independencia con actos en los que la presencia de sus Fuerzas Armadas es testimonio de la defensa de la libertad conquistada en 1776. En ambos casos, y como también ocurre en España coincidiendo con el Dia de la Fiesta Nacional y el Día de las Fuerzas Armadas, el desfile de los soldados no es solo una exhibición de fuerza, sino una afirmación de la continuidad histórica entre los fundadores de la patria y quienes hoy la defienden con las armas.
¿Qué sería del 2 de mayo madrileño sin la presencia de los hombres y mujeres que hoy custodian los mismos valores de aquellos que empuñaron las armas hace más de dos siglos? La ausencia de la Enseña Nacional escoltada por sus militares de las Fuerzas Armadas de España, del toque de oración como homenaje a los caídos por la Patria y del paso firme de nuestros soldados desfilando con el orgullo de servicio a España y a todos los españoles, deja un vacío que desarma cualquier tipo de justificación.
El Gobierno de España debería recordar que nuestras Fuerzas Armadas son herederas directas de aquellos militares que, junto a los madrileños, empuñaron las armas en 1808, levantándose valientemente contra un ejército invasor. Ignorar su presencia en el acto central del Dos de Mayo no castigará a un gobierno autonómico, sino que ofenderá la memoria de quienes dieron su vida por España junto a los que, aún hoy en día, siguen dispuestos a hacerlo. Si el Dos de Mayo se convierte en un acto sin Fuerzas Armadas, perderemos algo más que un ceremonial militar. Desaparecerá el puente que une el pasado glorioso con el presente de servicio y entrega de nuestros soldados.
La historia juzgará estas decisiones incomprensibles, más propias de mamelucos que de quienes se consideran padres de la patria. No es solo una cuestión de protocolo: es un problema de identidad y de respeto institucional que el gobierno de España debería sopesar.
Porque el Dos de Mayo no es solo una fecha del calendario: es el recordatorio de que la libertad, la dignidad y la unidad de España son conquistas que se renuevan cada día. Y esa es la lección que los soldados españoles, presentes o no en el desfile, seguirán defendiendo, aquí y en cualquier rincón donde ondee nuestra Enseña Nacional.
No obstante, Madrid seguirá honrando a sus héroes. Lo hará con la misma dignidad y fervor que en años anteriores, aunque la ausencia de quienes deberían encabezar ese homenaje sea un peso difícil de soportar. A pesar de todo, y en contra de los enemigos de los valores de España, sus tradiciones, historia y de sus héroes y heroínas, los madrileños, como en 1808, seguirán erguidos al pie del cañón.
Julio Serrano Carranza Coronel de Aviación (R) DEM Ejército del Aire y del Espacio
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