Gastronomía
Empoderamiento y diversidad en el mundo del vino
Madrid ya acogió su primer evento de «Mujeres del vino», con el objetivo de poner en valor su presencia y conocimiento en el creciente sector
En los viñedos y bodegas de España, un cambio significativo está tejiendo una narrativa de inclusión y diversidad. En un mundo históricamente liderado por hombres, las mujeres están dejando una huella indeleble en la industria del vino, desafiando estereotipos y redefiniendo roles. Desde el cultivo de la vid hasta el conocimiento enológico, las mujeres están emergiendo como protagonistas del sector, aportando su talento, pasión y perspectivas propias a una tradición profundamente arraigada. Si todavía no lo conocen, actualmente, más de 100 mujeres de diferentes profesiones relacionadas con el vino han participado activamente en eventos «Mujeres del Vino». Anne Cannan, de Clos Figueras, fue la ideóloga del colectivo y organizó la primera acción del Tast amb Dones durante la feria del vino del Priorat. En 2019, la sommelier y comunicadora Meritxell Falgueras del Celler de Gelida se sumó al proyecto del que hoy hablamos.
Por primera vez, en el Palacio de Santoña de Madrid, se reunieron en una mesa redonda profesionales y apasionados del mundo del vino. Participaron bodegas de toda España, desde Navarra, La Rioja, o Jerez; todas ellas con el objetivo común de darle visibilidad a las mujeres en este sector. LA RAZÓN habla con cuatro de ellas y su visión sobre el presente y el futuro que les depara.
«Yo tenía 20 años y trabajaba de camarera para pagar el alquiler en Madrid. Recuerdo que al principio me llamaban la atención los sumilleres, su estilo, su forma de expresarse y las historias que los oía contar cuando descorchaban una botella que servían en finísimas copas. Nunca había oído hablar del trabajo de sumiller, así que lo primero fue saber en qué consistía aquella profesión y formarme. Cuando por fin la descubrí, simplemente me enamoré», cuenta Silvia García. Silvia aboga por el respeto a esta profesión ya que es uno de los activos más importantes e interesantes para la actual restauración. «No entiendo la idea de vivir una experiencia gastronómica como tal sin vino, es una de sus piezas fundamentales y debe de estar a la altura». Por ello, vaticina un futuro muy próspero para quienes forman parte de este universo donde «ya no es necesario ampararte bajo una gran D.O, que siguen día a día demostrando su enorme calidad, sino que existe la posibilidad de generar diversidad en el entorno nacional (variedades, suelos elaboraciones, crianzas, zonas, etc.) y siempre desde una reconocida calidad».
Otra de las presentes, Meritxell Falgueras, es la quinta generación de una tienda en el barrio de Sants, Celler de Gelida; ya nació entre viñas. «El vino ha formado parte siempre de mi familia», cuenta. En su opinión: «La importancia del vino en la gastronomía es que, como parte de la dieta mediterránea, se encuentre en el centro de la mesa haciendo un consumo responsable. Dentro de la cuenta de un restaurante hace subir el tique medio, el maridaje forma parte de una orquestra como decía Néstor Luján, y es la bebida totémica por antonomasia». Como muchas otras, Falgueras no lo tuvo fácil para ganarse el respeto del público que, en caso de ser hombre, sí habría recibido con mayor rapidez: «Cuando trabajaba en la tienda de mis padres con 20 años contaba con el título de sumiller, aún me decían que a ver si venía alguien que entendiera de vinos. El mundo del vino sigue muy masculinizado, pero por suerte está cambiando gracias al gran número de mujeres profesionales del sector que lo comunican con sensibilidad y sin complejos».
«Disfrutona con conocimientos. Sumiller y mucho más», así se define Cristina Tierno. Con máster en Viticultura y Enología; homologada especialista en Espumosos y Fortificados del mundo; jurado de concursos internacionales; y directora del Comité de Espirituosos en la AEPEV (la Asociación de periodistas y Escritores del Vino y Espirituosos de España). Toda una experiencia para confirmar que, «en la gastronomía, el vino desempeña un papel esencial como complemento y contraste de sabores, potenciando o equilibrando los gustos de diversos platos. Además, enriquece la experiencia sensorial al aportar aromas, sabores y texturas que interactúan con la comida, creando una experiencia culinaria más compleja y placentera». Además, Tierno informa que el vino también es un elemento clave en la tradición y cultura de muchos países, siendo parte integral de la identidad gastronómica. Por suerte, no tuvo problemas a la hora de entrar en este universo, «el respeto en nuestra industria se conquista mediante la demostración de excelencia profesional y la capacidad de estar a la altura de cualquier desafío. En cuanto a la igualdad de trato entre profesionales, no he percibido diferencias significativas, aunque si he observado disparidades en los salarios, porque eso es distinguir entre igualdad y equidad», manifiesta. A pesar de la creciente importancia y evolución de la profesión de sumiller, una objeción notable que hace Cristina es la insuficiente remuneración que a menudo reciben. «Esta limitación salarial puede impactar su capacidad para mantenerse actualizados en un campo que exige constante educación y exploración de nuevas tendencias y productos. La compensación inadecuada no refleja el nivel de conocimiento especializado, habilidad y dedicación requeridos para la profesión».
Encuentro de mujeres
Después de que, en 2009, Anne Cannan diese un paso pionero al organizar un evento en Clos Figueras durante la feria del vino de Gratallops, destinado a resaltar el papel crucial de las mujeres productoras en el Priorat, bajo el título «Tast amb Dones», este evento anual se ha consolidado como un destacado del calendario vinícola, ganándose el corazón tanto de profesionales como de aficionados al vino. El impacto positivo en el Priorat actuó como catalizador para extender la iniciativa a mujeres de todo el país. En 2016, Barcelona fue testigo del primer showroom de Mujeres del Vino, integrado en la feria Alimentaria, con representantes de mujeres vinicultoras de toda España, cosechando nuevamente un resonante éxito. Desde entonces, diversos encuentros entre elaboradoras y profesionales del mundo del vino han tomado lugar en espacios tan diversos como el Celler de Gelida o la Fábrica Moritz, fortaleciendo el tejido de esta comunidad en constante crecimiento. Este es el relato de una travesía que comenzó en el Priorat y que ahora une a mujeres apasionadas del vino en un movimiento nacional.
«Sería importante explicar cómo se elabora el vino desde los inicios porque hoy en día, al ser alcohol, sigue siendo algo tabú y en realidad hay muchos trabajos artesanales, historia y pasión detrás de una botella de vino. Pienso que se tiene que contar desde el punto de vista cultural», apela Cannan. La productora del Priorat augura un futuro muy esperanzador y, desde su experiencia, confirma que cada vez son más los jóvenes con visiones modernas y creativas que aportan y suman al sector.
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