Historia

De iglesia a mercado de Madrid por voluntad de un Bonaparte

Un templo, hoy desaparecido, que nos habla del pasado románico de lo que luego sería la Villa y Corte

De iglesia a mercado en Madrid por voluntad de un Bonaparte
De iglesia a mercado en Madrid por voluntad de un BonaparteLa Razón

Una iglesia constreñida en el Madrid medieval. El templo se encontraba adosado a las murallas de Madrid y esta situación impedía obras de ampliación. La iglesia de San Miguel de los Octoes, de raro nombre, fue un templo de culto católico de Madrid, actualmente desaparecido. Era una de las primitivas diez iglesias mencionadas en el Fuero de Madrid en 1202, y por lo tanto de un valor histórico singular.

En este punto conviene analizar el sentido y la razón de su denominación «Octoes». Origen de relevantes discusiones de diversos estudiosos. En este sentido, expertos como Gómez Iglesias cree que la palabra «octoes» es una grafía arbitraria, cuyo origen sería el «auctores» latino, con el sentido de garantes o conjuradores, por ser iglesia juradera. Otros autores opinan que Octoes era el apellido de la familia patrocinadora de la parroquia en sus primeros instantes. Así, su extraño nombre parece provenir de un homenaje que se le hizo a un acaudalado benefactor de la iglesia, el cual junto con su esposa y ocho hijos -de ahí el nombre– fueron enterrados en una capilla de este edificio religioso. Desde el siglo xv la parroquia conformaba el denominado barrio de San Miguel.

La iglesia, constreñida como apuntamos por las murallas, afronta en el siglo XVI diversas reformas, pero éstas se ven constantemente dificultadas por su linde con los muros defensivos de la villa.

El Mercado de San Miguel, en el centro de Madrid
El Mercado de San Miguel, en el centro de MadridlarazonEUROPA PRESS

En 1566 debido a las incesantes peticiones de reforma del entorno de la parroquia, Francisco Zapata y Cisneros ordena el derribo de las murallas circundantes con el objeto de poder edificar en ese espacio su propia vivienda.

La familia Zapata ejercía influencia en el barrio de San Miguel y algunos de los miembros de su familia se encontraban enterrados en las capillas de la iglesia.

Los cronistas de la Villa y Corte recuerdan que en su pila bautismal fue cristianado, ni más ni menos, un 6 de diciembre de 1562, el mismísimo Félix Lope de Vega.

Al parecer la iglesia tuvo también destinos más oscuros: en el siglo XVII eran enterrados en su parroquia los reos de garrote vil.

El incendio de la Plaza Mayor afectó seriamente a San Miguel, dejándola muy dañada. Aunque se hicieron algunas reformas, Juan de Villanueva, arquitecto real, aconsejó su demolición por razones de seguridad. Pero el que cambió el lugar será José Bonaparte quién apruebe la demolición, realizada el 28 de octubre de 1809. El conocido por entonces como Pepe Plazuelas hizo honor a su nombre en este espacio del Madrid de los Austrias. A esta iglesia siguió también la que se encontraba en las cercanías del Palacio Real y que albergaba los restos de Miguel de Cervantes. El más grande escritor en lengua castellana quiso ser enterrado en el convento de las Trinitarias Descalzas de Madrid. No fue una decisión al azar: el autor de El Quijote se sentía agradecido a la orden de los trinitarios porque estos habían intercedido por él durante su cautiverio en Argel. Pero volvamos al templo que nos ocupa, el de San Miguel de los Octoes. Los feligreses pasan con su derribo a la parroquia de San Justo y Pastor, que cambia su nombre por San Justo y San Miguel. El lugar, ocupado de cualquier manera como mercado toma carta de naturaleza, cosas de la costumbre, y se convirtió en plaza de mercado. Así, ya en el siglo XX, se construye el Mercado de San Miguel.

Un espacio, de los primeros que se levantaron en la capital construido en hierro, como mandaban los cánones de la época y que hace unos años, ante la potente influencia del turismo pasó a convertirse en mercado «gastronómico» , esto es, un lugar donde degustar distintos platillos y cocinas. Muy lejos de aquel original templo románico.