Cabalgata en sepia
La llegada de los Reyes Magos a Madrid, una historia de ilusión
Entusiasmo y altruismo, a partes iguales, animaron los primeros desfiles en la capital hasta que en 1953 el Consistorio se encargó de organizar la Cabalgata
Hoy acaba la Navidad de 2023. El 6 de enero pone el punto final a unas fiestas que han reunido a familia y amigos. Todo hasta finales de este recién estrenado año 2024. Sin embargo, este día de Reyes, y lo que es más relevante, la tarde y la noche anterior, han tenido una historia compleja. En ocasiones difícil. Y es que cada 5 de enero las calles de las principales ciudades y pueblos españoles se llenan de luz, color, caramelos... y a veces también de lluvia y nieve. Todo para ver pasar, ante los atónitos ojos de niños y mayores, a sus majestades los Reyes Magos de Oriente. Este año Madrid ha vuelto a ser un espectáculo de luz y color, de música y diversión. Aunque no siempre fue así.
De hecho la cosa empezó un tanto lejos de Madrid. El consenso histórico pone el foco en Alcoy, Alicante. En 1866 los Reyes Magos recorrieron las calles de esa ciudad, por primera vez, en camello y con escaleras que subían hasta los balcones de las casas para entregar regalos. Tras aquel momento, la idea se extendió con fuerza por el resto del país. También, cómo no, en Madrid. Primero de la mano de unos ingeniosos vecinos que buscaban diversión. Luego, la cosa se hizo más seria y el Ayuntamiento tomó cartas en el asunto. Algo, eso sí, que no sucedería hasta 1953. Hasta entonces las cabalgatas eran organizadas por diversas entidades o asociaciones, y sus fines eran benéficos. Al menos hasta ese 1953 en que el Consistorio capitalino se encargó de su organización, contando con tres soldados del cuartel de la Remonta en los papeles de Melchor, Gaspar y Baltasar.
Con todo, aquellos primeros tiempos, de ganas y arrojo, nos llevan al año 1915, cuando el Centro Hijos de Madrid organizó una cabalgata que recorrió las principales calles de la ciudad cosechando un éxito rotundo. Los reyes, a lomos de camellos, eran acompañados de un séquito de pajes y bandas de música. No faltó tampoco el reparto de regalos y juguetes en varios asilos de Madrid, como el de Vallehermoso, La Paloma o en zonas pobres -desfavorecidas se diría hoy en día- de la ciudad.
Ese altruismo que animó aquellos primeros desfiles se vio también en el año 1928, con la colaboración del Ayuntamiento de Madrid y la Diputación provincial. Aunque aún no eran “organizadores”. El día 5 se echaron a la calle muchos participantes, entre los que estaban también artistas del Circo Price. La anécdota literaria sobre las cabalgatas nos llegó en el año 1935. Entonces, la Agrupación de Editores Españoles, junto a unos Magos que se parecían mucho a Ramón Gómez de la Serna, Salvador Bartolozzi y Antonio Robles, salieron del Museo del Romanticismo acompañados de un camión en el que las librerías de Madrid donaban los libros que posteriormente serían distribuidos entre los niños de los orfanatos. Un devenir de ilusión y buenos deseos entre los más pequeños y también entre los grandes que, a día de hoy, se mantiene y crece. Todo en la noche más mágica del año.
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