Nueva norma
¿Sabías que llevarse las sobras de tu comida de un restaurante es ya un derecho protegido por ley?
La nueva norma contra el desperdicio de comida «formaliza» la costumbre que la mayoría de hosteleros ya asumieron hace años
La obligación de informar a sus clientes de que pueden llevarse la comida que les sobra "ha formalizado la costumbre que teníamos aquí y en otros muchos restaurantes desde hace años", explica Álvaro Carpio, jefe de cocina de 43 años en el Mercado de la Reina, un elegante restaurante en la calle Gran Vía nº 12. La Ley de Prevención de las Pérdidas y el Desperdicio Alimentario, que entró en vigor el 1 de enero de 2023, no ha cambiado mucho la vida en este restaurante en el centro de Madrid: "La ley ha formalizado nuestra costumbre de ofrecer al comensal llevarse la comida que le sobra. Como otros muchos locales, ya lo hacíamos desde hace años. No nos hemos tenido que adaptar mucho”, cuenta Álvaro. “Sobre todo hemos tenido que comprar más envases y tenerlos a mano", añade el chef.
Al igual que en el Mercado de la Reina, el restaurante Diurno en Chueca ha tenido "siempre tápers para emplatar la comida que sobra y los clientes que quieran puedan llevársela a casa", cuenta Luis Miguel Moreno, el jefe de cocina de este establecimiento inaugurado en el año 2000. "Para nosotros no ha supuesto un antes y un después. Venimos haciéndolo por convicciones propias, no hemos cambiado dinámicas de trabajo", detalla Luis Miguel sobre esta nueva obligación que impone desde este año la Ley de Prevención de las Pérdidas y el Desperdicio Alimentario y de la que están exentos los locales de menos de 1.300 metros cuadrados.
A pocos metros del Mercado de la Reina, el jefe de cocina de Parrilla de la Reina, Daniel Larios, explica que también sugieren a sus comensales la opción de llevarse los alimentos sobrantes desde sus inicios en 2018 "si vemos que les quedan más de tres patatas": "Ahora con la ley lo hemos formalizado". Los jefes de cocina de estos tres restaurantes en el centro de Madrid coinciden en que la mayoría de comensales no se lleva lo que les sobra en el plato. "Sólo uno de cada 10 clientes a los que se lo ofrecemos se lo lleva más o menos", detalla Gabriel Biglia, camarero de 45 años en el Mercado de la Reina. "Intentamos aconsejarles para que no pidan de más", remarca Gabriel, una costumbre que también hacen en la Parrilla de La Reina y Diurno.
Desde el 1 de enero, la ley obliga a cobrar a los comensales los envases de plástico no reciclado
"La mayoría no quiere llevarse las sobras. A los españoles nos falta esa costumbre. La gente tiene miedo de que piensen que llegan justos a final de mes o cosas así", sostiene Daniel. "Los grupos grandes como comidas de empresa no suelen llevarse el táper. Y cuánto más grande es el grupo, más comida sobra", subraya el chef de Parrilla La Reina. "Se tira muchísima comida y como cocinero me pone de mal humor", destaca Álvaro. "Siempre se tira comida. Ahora no tanto como antes porque la gente pide más justo y no sobra tanto. Habiendo tanta gente que pasa hambre, es una pena. Creo que si la gente viera toda la comida que tiramos tomaría más conciencia del desperdicio", subraya Gabriel el pasado jueves 16 de marzo antes de continuar atendiendo a los comensales del Mercado de la Reina.
En el restaurante de kebabs Sumer en el barrio de Chamberí, "la mayoría de clientes que les sobra comida se la llevan", cuenta su propietario Zaza, un ciudadano kurdo que lleva once años en Madrid. "Se lo llevan en un táper de aluminio con tapa de cartón para que puedan meter al horno la pizza y otros productos que también están muy ricos recalentados", detalla Ana del Castillo, copropietaria de Sumer y novia de Zaza.
"Procuro no pedir de más y, si me sobra, me suelo llevar la comida", cuenta Pablo, madrileño de 44 años y cliente del Sumer. En España se desperdiciaron 1,2 millones de toneladas de alimentos en 2021, un 8,6% menos que el año anterior, apunta el ‘Informe del desperdicio alimentario’ del Ministerio de Agricultura, 28 kilos de comida al año por cada español. La Ley de Prevención de las Pérdidas y el Desperdicio Alimentario obliga a restaurantes, colegios, hospitales, residencias y centros penitenciarios a disponer de un plan de prevención de desperdicio de comida con multas entre 2.000 y 60.000 euros a quienes no lo hayan presentado. Las sanciones pueden llegar a los 500.000 euros para los reincidentes.
"Antes daba vergüenza pedir lo que sobraba, decíamos que era para el perro. Ahora es moderno", cuenta Teresa a sus 70 años
"En los últimos años hemos evolucionado los envases por el tema del plástico. Teníamos tápers de plástico no reciclado. Ahora tenemos biodegradables”, destaca Daniel. Sus envases los compran a la empresa Envapro, una compañía que “ayuda a las empresas a adaptarse a la nueva legislación", cuenta su CEO Antonio Otero, con sus envases fabricados con cartón, caña de azúcar o maíz. "Ofrecemos envases del tamaño que quieran con la marca de la empresa o estándar", afirma Otero. "Los tápers de Envapro mantienen muy bien las propiedades nutritivas y el sabor de los platos", subraya Luis Miguel, chef de Diurno. Las nuevas exigencias recogidas en la Ley de Prevención de las Pérdidas y el Desperdicio Alimentario y la Ley de Residuos y Suelos Contaminados suponen, desde enero de 2023, un impuesto verde al establecimiento de 0,45€ por kilogramo de plástico no reciclado. "Solo usamos plástico para la tapa de uno de nuestros envases de cartón, al ser reciclado no pagamos el impuesto", explica Gabriel en el Mercado de La Reina. "Cuando se nos terminan los tápers de Envapro biodegradables, en Diurno usamos envases de plástico reciclado", detalla su chef Luis Miguel.
Desde el pasado 1 de enero, si el envase para llevarse la comida es de plástico no reciclado, los restaurantes también están obligados a cobrárselo al cliente, como ocurre con las bolsas de plástico del supermercado. Teresa, comensal en la terraza del restaurante De Manila de 70 años, cuenta que "antiguamente decíamos que era para el perro porque no estaba bien visto": "Ahora no es cutre, es moderno". Teresa cuenta que "hace muchos años en la primera cita con mi marido nos sirvieron la cecina de entrante casi a la vez que los platos principales": "Se quedó sin tocar la cecina. Pedí a mi marido que pidiera que nos la envolvieran para llevarla. Aunque hablo él, yo me moría de la vergüenza", recuerda sonriente esta toledana del pueblo de Consuegra que lleva 50 años viviendo en Madrid. Teresa se llevó "la cecina perfectamente envuelta, monísima, y me la comí en un tren de madrugada": "¡Me supo a caramelo! Estaba buenísima".
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